Los conductores de autobuses Lisboa organizan un banco de alimentos para ayudar a sus compañeros que no pueden llegar a fin de mes sólo con su sueldo.
La Comisión de Trabajadores de la empresa de autobuses Lisboa, ha juntado cartones de leche, latas de sardinas y botes de salchichas, tarros de judías blancas, macarrones y varias decenas de paquetes de galletas, para compañeros que a pesar de tener trabajo y un sueldo mensual no llegan a fin de mes.
Los continuos recortes salariales, que han repercutido duramente en los empleados públicos de Portugal, las subidas de impuestos y una política de ajuste del Gobierno de Pedro Passos Coelho hace que a los trabajadores les cueste mucho llegar al día 31 con dinero.
Paulo Conçalves, uno de los integrantes de la Comisión de la empresa de autobuses, explica que pusieron en marcha el banco de alimentos en Navidades, porque comenzaron a darse cuenta de que muchos compañeros la estaban pasando mal. “Hay quien tiene la mujer en el paro, sin cobrar subsidio de desempleo porque no tenía contrato, muchas trabajaban en restaurantes que han cerrado o en tiendas que ya no dan beneficios. Sé de cónyuges de compañeros que han sido despedidos con un mensaje de móvil. Así están las cosas”, explica.
Desde Navidad ya han atendido a más de 80 compañeros, en una plantilla de cerca de 2.000 trabajadores. Cada semana, un par de miembros de la comisión recorre distintas estaciones y cocheras para reunir todos los alimentos juntados en una habitación, situada en el barrio de Santo Amaro.
Hace dos meses, el Tribunal Constitucional portugués dictaminó que las pagas extra no se podían retirar. Passos Coelho, además, ya ha anunciado nuevos recortes, que durarán tres años, y que afectarán a funcionarios y pensionistas.
“A veces llevamos la comida a casa de alguno porque tiene vergüenza de que los otros compañeros lo vean pedir. Otros vienen aquí con sus mujeres y con sus hijos y eso te parte el alma”, cuenta Gonçalves.