Las estimaciones de la nueva Administración elevan el saqueo de las arcas estatales en cerca de 150.000 millones de dólares en la última década.
Acabar con la corrupción que sacude el país. Desde su nombramiento el pasado mes de mayo como nuevo presidente de Nigeria, el sendero político de Muhammadu Buhari ha estado marcado por esta promesa realizado en campaña.
Ahora, tres meses después, las buenas intenciones comienzan a convertirse en realidades.
Buhari ha anunciado esta semana el nombramiento de un comité de siete miembros, en su mayoría académicos, para colaborar en la lucha contra la perversión económica que arrasa Nigeria, así como dar un giro al sistema penal.
«Su cometido es aconsejar a la actual Administración en la guerra contra la corrupción y en la implementación de las normas requeridas en el sistema judiciario de Nigeria», aseguró el portavoz presidencial, Femi Adesina, sobre el nuevo comité.
Aquí, la experiencia es un grado. A finales de 1970, Buhari fue nombrado presidente de la Corporación Nacional Nigeriana de Petróleo y sirvió por dos años como comisionado federal (ministro) para el petróleo y los recursos naturales. Curiosamente y al contrario que sus rivales, en estos años, los ingresos del crudo no fueron a parar a sus bolsillos.
Porque el paralelismo resulta sonrojante. En febrero de 2014, el gobernador del Banco Central de Nigeria, Lamido Sanusi, acusaba a la compañía nacional del petróleo local —Nigerian National Petroleum Corporation— de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.
Durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, 20.000 millones continúan «perdidos». Sanusi sería finalmente apartado de su cargo.
No eran las únicas acusaciones, eso sí. En su reciente gira americana, el propio presidente Buhari pidió a su homólogo estadounidense, Barack Obama, ayuda para localizar y recuperar cerca de 150.000 millones de dólares que su Administración estima fueron saqueados de las arcas gubernamentales en la última década.
Robo de combustible
Aunque más sangrantes aún, si cabe, son las investigaciones internas de aquellos años. En mayo de 2012, un informe del Parlamento nigeriano revelaba la «corrupción endémica y la ineficacia arraigada» que había sufrido el régimen de subvenciones al carburante. En el documento se denunciaba cómo, entre otras cuestiones, la mala gestión y el robo de combustible por parte de los funcionarios del Gobierno costaron, por ejemplo, cerca de 5.500 millones de euros en tres años, alrededor de un cuarto del presupuesto anual del país.
El pasado año, Nigeria se convertía en la primera economía regional, sobrepasando a Sudáfrica, con un Producto Interior Bruto anual de 510.000 millones de dólares.
Sin embargo, los armarios económicos continúan plagados de cadáveres. En la actualidad, según el Servicio Nacional de Estadísticas, cerca del 69% de la población (112 millones de personas) vive por debajo del índice de la pobreza y una cuarta parte se encuentra desempleada.