“No había necesidad de dispararle”

Mónica Neuvinger es una vecina de la zona de Vértiz y Edison, donde ayer mataron a Luis Aguirre en un robo. “Nos cayó muy mal cuando nos enteramos quién era, un chico decente y trabajador”, remarcó. Además, indicó que allí sufren habitualmente hechos de violencia. 

Foto: Fabián Gastiarena

Foto: Fabián Gastiarena

El crimen de Luis Aguirre, en la jornada de ayer, volvió a conmocionar a un barrio y toda una ciudad. La absoluta injustificación para disparar el arma y matar a un trabajador parece realmente incomprensible para la gente de nuestra ciudad.
Los vecinos de la zona sintieron el impacto del hecho de ayer, y así lo reflejó esta mañana Mónica Neuvinger en la 99.9: “estamos muy doloridos. Han pasado veinte mil cosas en el barrio, pero nunca tan de cerca y tan doloroso. Conocemos a Néstor (el propietario del local) desde hace años, de cuando mis hijos eran chicos, y hoy tienen 32 y 31 años. Siempre fuimos asiduos del polirrubro”.
Después, comentó cómo se enteraron de la noticia: “cuando vimos lo que había pasado ayer en el noticiero, después de que llegué de trabajar, primero pensé lo peor para Néstor, pero sabíamos que había sido un chico. Mi hijo siempre iba ahí; cuando le comenté, llamó a Néstor, que estaba destrozado”.
En ese momento fue cuando supieron quién era la persona que había perdido la vida innecesariamente por la crueldad de un asaltante: “ahí nos enteramos que era Luis, que estaba todos los días ahí porque trabajaba muy cerquita y, para no ir hasta la casa a comer, porque tenía de las 12 a las 14 para comer, se quedaba ahí porque la casa le quedaba lejos. Era habitué del lugar, un chico decente y trabajador. Nos cayó muy mal la noticia”.
Luis se encontraba en el local de Néstor Farías, donde habitualmente muchas personas concurren desde muy temprano, porque se ha caracterizado por trabajar fuertemente: “Néstor abre a las 6 y media de la mañana para atender a los fileteros, había dejado de abrir los domingos por los asaltos que había. Además, como lo mataron porque no había necesidad de dispararle, él se abatató y se quedó parado, pero no había una razón para disparar”. Claro que al dueño del lugar le tocó una parte realmente muy difícil de llevar adelante, como testigo directo de todo lo sucedido: “mi hijo me contó que Néstor tuvo que pasear por todos los tribunales. Se cansaron de enseñarle fotos y no reconoció a nadie. Preguntó por la cámara de seguridad de la esquina del negocio y le dijeron que no andaba. Siempre hubo asaltos en esa esquina, pero nunca se había llegado a esto”.
Esta no es la única oportunidad en que la violencia golpea al barrio. “El año pasado hubo un asalto en un polirrubro cercano, de una familia muy trabajadora; les pegaron una paliza bárbara, les hicieron recorrer todos los cajeros, los llevaron a la casa, le pegaron a la abuela. Los molieron a palos. Pero nada de esto se hizo público”, ejemplificó Mónica. Por último, aportó un dato que tiene que ver con lo que los vecinos comentaron después del crimen: “los comentarios indican que era una mujer la que esperaba en la moto o la que manejaba”.