Es el ex canciller del arzobispado de Santiago, Oscar Muñoz. Está acusado de abusos sexuales a menores y estupro.
Un fiscal de Chile detuvo ayer a un sacerdote que ocupó altos cargos en el arzobispado de Santiago, acusado de abusos sexuales de menores reiterados y de estupro, en medio del escándalo que afecta a la Iglesia Católica local por encubrir por décadas las agresiones a menores de edad.
El ex canciller del arzobispado de Santiago y párroco de una comuna popular, Oscar Muñoz Toledo, de 56 años, fue detenido por la policía por orden del fiscal Emiliano Arias, quien indaga a otros 14 sacerdotes suspendidos de la diócesis de Rancagua, en el sur del país, por participar en una red de abusos y compra de favores sexuales.
Muñoz está en dependencias de la policía y durante la jornada de hoy será conducido a un tribunal para informarle sobre el inicio de una investigación judicial en su contra por los delitos de abuso sexual y estupro de siete menores, aunque Arias no descartó que puedan aparecer más víctimas.
Se trata del primer cura activo detenido por abusos sexuales desde que en marzo estalló la crisis que envuelve a la Iglesia chilena luego de conocerse un informe ordenado por el Papa que dejó al descubierto que la Iglesia Católica vive desde hace décadas “una cultura de abusos y encubrimientos”.
De comprobarse la culpabilidad de Muñoz -cuyos delitos no están prescritos a diferencia de la mayoría de otros abusos de curas conocidos hasta ahora, según Arias- puede ser sentenciado a penas de cárcel. El fiscal precisó que también se indaga la existencia de cómplices y encubridores.
La detención de Muñoz se produce un mes después de que Arias allanó la diócesis de Rancagua, 80 kilómetros al sur de Santiago, y el Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, donde incautó material escrito.
Pero ayer realizó un nuevo y prolongado allanamiento en dependencias del arzobispado santiaguino que derivó en la detención del cura.
Muñoz fue vicecanciller del obispo emérito Francisco Javier Errázuriz, y luego en 2011 ascendido a canciller del obispo Ricardo Ezzati, actual arzobispo de Santiago. Ambos han sido sindicados como encubridores del mayor cura pedófilo chileno, Fernando Karadima, por algunas de sus víctimas.
“Se trataba de una persona que conocía cómo se tomaba la denuncia, que participaba en estas mismas denuncias y que en definitiva también cometía el mismo tipo de delito”, enfatizó el fiscal.
El obispo Ezzati señaló que “siento un dolor muy grande por él, por su familia y por las víctimas”.
En su papel de canciller, Muñoz estuvo presente en las declaraciones de víctimas que denunciaban los abusos de Karadima y que no fueron oídas por muchos años porque Errázuriz no les creyó, según testificó años después en un juicio penal.
LA AUTODENUNCIA
Muñoz se había autodenunciado por un caso de abuso a comienzos de enero de este año, poco días antes de que el papa Francisco iniciara una visita oficial de tres días a Chile que le dejó un sabor amargo y le significó críticas locales y extranjeras por defender al obispo Juan Barros, señalado por víctimas de abusos sexuales de encubrir abusos a menores, a los que trató de calumniadores. Barros fue formado por Karadima.
El padre de uno de los agredidos por Muñoz declaró en enero que su hijo era menor de edad cuando sufrió “un par de manoseos, caricias. Nunca hubo sexo, pero sí provocaciones o insinuaciones para que así fuera”.
El escándalo de la Iglesia chilena llega al extremo de que sus 31 obispos pusieron sus cargos a disposición del papa Francisco en mayo mientras estaban en Roma convocados por el pontífice luego de un demoledor documento que les leyó, donde entre otras cosas, les dijo que causaron más daños a las víctimas al no acogerlas, que se destruyeron pruebas comprometedoras y que estaban centrados en sí mismos, no en los fieles. Hasta ahora, Francisco aceptó la renuncia de cinco obispos, dos de ellos formados por Karadima.