El país nórdico, segundo en ponerlo en marcha, cree ahora que existe falta de evidencia médica suficiente que respalde los bloqueadores de la pubertad y las cirugías de reasignación de género.
En 2016, después de Malta y Suecia, Noruega se convirtió en el tercer país en permitir que los menores de edad cambiasen legalmente de sexo sin permiso de los médicos. Ni siquiera se exigía a los niños un «periodo de reflexión» porque el entonces ministro de Sanidad, Bent Høie, consideró que se trataba de un obstáculo «paternalista». Los primeros años de la aplicación de la reforma han llevado sin embargo a la Junta de Investigación de Atención Médica (UKOM) a dictaminar que las pautas nacionales sobre el uso de bloqueadores de la pubertad y las cirugías de reasignación de género deben ser revisadas, debido a la falta de evidencia médica suficiente que respalde dichos procedimientos.
Según las nuevas pautas recomendadas por UKOM, la terapia hormonal y la cirugía de reasignación de género para menores deberían quedar restringidas a entornos de investigación y no deberían estar disponibles en la práctica clínica. «La base de conocimiento, especialmente el conocimiento basado en la investigación para el tratamiento de afirmación de género (hormonal y quirúrgico), es deficiente y los efectos a largo plazo son poco conocidos», argumenta el informe de la agencia. «Esto es particularmente cierto para la población adolescente donde tampoco se conoce la estabilidad de su incongruencia de género».
El cometido de la UKOM, agencia gubernamental independiente, es investigar la industria de atención médica noruega para identificar «factores que podrían haber causado o podrían causar daño a los pacientes«. Los autores del informe UKOM han expresado particular preocupación por las tasas desproporcionadas en las que los afectados suelen sufrir determinadas enfermedades: el 75 por ciento de los menores diagnosticados presentan una alta prevalencia de enfermedades mentales o trastornos cognitivos como el TDAH, el autismo o el síndrome de Tourette antes de que les diagnostiquen disforia de género.
El informe también apunta a una extensa lista de efectos secundarios que pueden ocurrir durante la reasignación de sexo de hombre a mujer, que incluyen enfermedades hepáticas, reacciones psicológicas negativas, mayor riesgo de trombosis o hipertensión arterial. Al pasar de mujer a hombre, se conocen efectos secundarios como aumento del recuento de glóbulos rojos, cicatrización, edema o infertilidad, que pueden resultar tanto de procedimientos quirúrgicos como de tratamientos hormonales. El informe fue motivado por numerosas quejas de familiares de menores que cuestionan la seguridad de los tratamientos. Recomienda tratar estos tratamientos solamente como experimentales y ofrecerlos con cautela.
Modelo de «afirmación de género»
Anteriormente, la Sociedad para la Medicina de Género Basada en la Evidencia (SEGM), un grupo internacional de médicos e investigadores, había advertido también que las directrices noruegas de tratamientos médicos para niños con disforia de género se basan en un modelo de atención de «afirmación de género» que ni siquiera requieren una evaluación psicológica,. Poniendo así en duda la seriedad de estas prácticas. Si el gobierno de Noruega acepta finalmente las recomendaciones de UKOM, el país se alinearía con Suecia, Finlandia e Inglaterra, que recientemente han introducido nuevas salvaguardas que protejan a los menores de abrazar ciegamente el cuidado de «afirmación de género». El resumen ejecutivo del informe UKOM incluye una sección sobre el estado preocupante del discurso público sobre el tema del transgenerismo «Escuchamos declaraciones de miedo y de temor de cometer errores desde todos los sectores implicados», señala, «existe la necesidad de establecer una comunidad constructiva para todos los que se dedican a una buena atención médica para las personas con incongruencia de género».
El Consejo Nacional de Salud de Noruega (NHIB) ha acogido las recomendaciones de la UKOM y el pasado 9 de marzo publicó un informe en el que recoge la crítica a la falta de «evidencia científica» que sustenta la cirugía de reasignación de género en menores. El informe habla de una investigación «deficiente» y subraya que los efectos a largo plazo «no son bien conocidos». Según sus conclusiones, tras los tratamientos los menores siguen siendo inestables de género ya que aún no están «plenamente desarrollados física, mental, sexual o socialmente» cuando se lleva a cabo el cambio de sexo.