Un tratamiento que altera genéticamente las células inmunes de los pacientes para combatir el cáncer, ha sido efectivo por primera vez contra la leucemia. Este tipo de cáncer agudo remitió en un adulto, a pesar de haber sido resistente al tratamiento con quimioterapia y tener muy poca esperanza de vida. Los investigadores cuentan que los síntomas de leucemia desaparecieron a los 8 días del tratamiento.
“Teníamos la esperanza, pero no habríamos podido predecir que la respuesta fuera tan profunda y rápida”, declaró Renier J. Brentjens, uno de los autores del estudio y especialista en leucemia del Centro de Cáncer Sloan-Kettering en Manhattan, Nueva York.
“El tratamiento es experimental y se ha utilizado en un pequeño número de pacientes. Pero los expertos en cáncer consideramos que es un enfoque muy prometedor para una variedad de cánceres”. El estudio, realizado en cinco adultos con leucemia aguda, se publicó este miércoles en la revista Science Translational Medicine.
El tratamiento es similar al que se le aplicó en una niña de 7 años, Emma Whitehead, que luego de atravesar un estado crítico logró remitir su leucemia año pasado. Así sucedió con ella y los pacientes adultos que fueron atendidos en la Universidad de Pennsylvania.
Este tratamiento no había sido utilizado antes en personas con leucemia linfoblástica aguda, un tipo de cáncer que suele ser más grave en adultos que en niños, con una tasa de curación del 40%, en comparación con el 80 a 90% de recuperación en niños. “En los adultos, este tipo de leucemia es una enfermedad devastadora, galopante,” señaló Michel Sadelain, también autor del nuevo estudio y director del Centro de Ingeniería Celular y de Transferencia de Genes y del Laboratorio de Expresión Génica en el Sloan-Kettering.
“En pacientes como los del estudio, que recaen después de la quimioterapia y por lo general tienen sólo unos pocos meses de vida, tres de los cinco han estado en remisión durante 5 a 24 meses”, agregó.
El tratamiento utiliza las células T de los propios pacientes, un tipo de glóbulo blanco que normalmente combate los virus y el cáncer. La sangre del paciente se pasa a través de una máquina que extrae las células T y devuelve el resto de la sangre al cuerpo. Luego, los investigadores hacen un poco de ingeniería genética: utilizan un virus con discapacidad como un “vector” para la realizar un nuevo material genético en las células T, que se reprograma para reconocer y matar cualquier célula que lleve en su superficie una proteína particular.
La proteína, llamada CD19, se encuentra en las células B, que son parte del sistema inmune. Este objetivo fue elegido porque los pacientes tenían un tipo de leucemia que afecta a las células B, por lo que la meta era formar en los pacientes las células T para destruir a las células B. Los linfocitos B sanos, que producen anticuerpos para combatir las infecciones, serían eliminados junto con los cancerosos; pero ése es un efecto secundario tratable.
“Estamos viviendo la creación de las medicinas”, asegura Sadelain, “es sólo el comienzo de una historia emocionante”.
Uno de los pacientes más enfermos fue David Aponte, de 58 años. En noviembre de 2011, se creía que era un caso grave de codo de tenista que resultó ser leucemia. Entonces, se preparó al paciente para un régimen de larga y agotadora quimioterapia.
Su oncólogo, Brentjens, sugirió que antes de comenzar el tratamiento médico reservara alguna de sus células T, porque la quimioterapia las agota. Aponte estuvo de acuerdo. Al principio, la quimioterapia funcionó, pero en el verano de 2012, cuando aún estaba en tratamiento, las pruebas mostraron que la enfermedad había vuelto.
“Después de todo lo que había pasado, la quimioterapia, la pérdida de cabello, la enfermedad, fue absolutamente devastador”, recuerda Aponte. Entonces se incorporó al estudio de las células T. Durante unos días, parecía que no pasaba nada. Pero luego su temperatura empezó a subir. Él no recuerda nada de lo ocurrido durante la próxima semana. El artículo informa de que su fiebre se disparó a más de 40 grados. Estaba en medio de una “tormenta de citoquinas”, ya que las células T, en una furiosa batalla contra el cáncer, fueron produciendo enormes cantidades de hormonas llamadas citoquinas. Además, la fiebre hormonal puede hacer que la presión arterial de un paciente se desplome y su ritmo cardíaco se dispare. Aponte fue trasladado a cuidados intensivos y tratado con esteroides para luchar contra la reacción. Ocho días después, su leucemia se había ido.
Una vez que estuvo en remisión, le hicieron un trasplante de médula ósea, al igual que tres de los otros cuatro pacientes del estudio. No se sabe si los trasplantes eran realmente necesarios. En teoría, las células T por sí solas podrían haber producido una remisión a largo plazo o incluso una cura. Sin embargo, el tratamiento de las células T es todavía experimental, mientras que los trasplantes de médula ósea son la norma, ya que se ha demostrado que son la mejor opción de supervivencia. Así que los trasplantes se realizaron por razones éticas. Aponte, quien fue trasplantado en diciembre, aún se está recuperando. Pero espera volver a trabajar pronto.