Esta es la segunda consulta que se celebra en el territorio galo ubicado en el Pacífico sur en dos años. El tercer y último intento podría realizarse en 2022.
La pregunta no había cambiado. “¿Quiere usted que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se convierta en independiente?”. Dos años después de la primera consulta sobre el proceso de independencia de este archipiélago francés en el Pacífico, la respuesta tampoco. Una mayoría de habitantes en una de las últimas colonias galas votó este domingo a favor de continuar siendo francesa, aunque esta decisión no zanja del todo los esfuerzos independentistas: los acuerdos entre París y Noumea prevén la posibilidad de una tercera y, esta sí, última consulta en 2022.
El no a la independencia volvió a imponerse, esta vez por 53,3 %, un resultado más débil que hace dos años pero aún así suficiente para mantener el statu quo. El resultado implica que Nueva Caledonia, en manos francesas desde 1853, seguirá siendo una colectividad territorial gala, esto es, un territorio dependiente de París, pero con ciertas competencias propias.
En una breve y sobria alocución desde el Elíseo, el presidente, Emmanuel Macron, manifestó su “agradecimiento” tras conocer “el deseo de la mayoría” de que Nueva Caledonia siga en Francia, algo que interpretó como una “muestra de confianza en la República”. Al mismo tiempo, aseguró haber “escuchado la voz de aquellos y aquellas a los que anima la voluntad de independencia”, a quienes aseguró que formarán parte de la “construcción de la Nueva Caledonia del mañana”.
Los 304 centros de voto a los que estaban convocados 180.598 de los de 271.400 habitantes de este territorio francés del Pacífico sur -situado a 18.000 kilómetros de la Francia metropolitana y a 2.000 de Australia-, cerraron a las 18.00 horas local, nueve menos en París. El récord de participación del referéndum de 2018 (85,4%) había hecho contener el aliento sobre el resultado de esta convocatoria.
Hace dos años, el no a la independencia de Nueva Caledonia ganó por 56,7%, un margen suficiente, pero tampoco tan contundente como para impedir que los independentistas mantuvieran la esperanza de un resultado distinto en una nueva consulta. A pesar de haber logrado acortar las distancias, no ha sido suficiente para cambiar el resultado de la primera vez.
Un territorio de importancia geoestratégica
Los dos referéndums celebrados forman parte del proceso de descolonización iniciado en 1988 con los denominados acuerdos de Matignon para poner fin a los violentos enfrentamientos entre la población autóctona, los kanaks, y los caldoches, de origen europeo, que tenían como trasfondo la discriminación económica y política de los habitantes originarios.
Colonizada en 1853 y originariamente usada como presidio para delincuentes franceses, Nueva Caledonia figura en la lista de la ONU de 17 territorios no autónomos que deben autodeterminarse. El 39% de su población es kanak, el 27% europea o caldoche, un 8% es originaria del territorio de Wallis y Futuna y otro 8% mestizos y de otras comunidades nacionales. Para poder participar en el referéndum de este domingo, se debía poder justificar que se reside en Nueva Caledonia al menos desde el 31 de diciembre de 1994, ser nativo del archipiélago o ser de ascendencia kanak.
El pedrusco, como se les llama popularmente, ya disfruta de una soberanía parcial: de hecho, es el territorio de la República con más competencias —casi todas, excepto las relacionadas con la seguridad y la justicia— y el único con instituciones propias con capacidad para legislar. Aun así, los independentistas reclaman una plena independencia, vía que se abrió con los acuerdos de Matignon y los de Noumea, firmados una década más tarde, en 1998. Dichos pactos prevén, en el caso de que ganara el no en los previos, la posibilidad de una tercera y última consulta, a celebrarse en 2022, siempre y cuando esta reciba el visto bueno de un tercio de los miembros del Congreso de Nueva Caledonia, que deben presentar la solicitud de un nuevo referéndum a partir del sexto mes después de este escrutinio, de acuerdo con las normas fijadas entre las dos partes y que recordó este domingo Macron. Más allá del valor simbólico de una de las últimas colonias de Francia, Nueva Caledonia tiene interés estratégico y es, además, la cuarta reserva mundial de níquel.