La meta es tan ambiciosa como incierta, pero valdrá la pena: si se logran alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, el dinero invertido en la lucha contra el cambio climático podría generar interesantes beneficios económicos al mismo tiempo que se evitarían hasta 100 millones de muertes relacionadas con la contaminación hasta el año 2050.
Los datos surgen de un nuevo estudio de investigadores españoles a nivel mundial sobre los distintos escenarios que se abrirían con una reducción de las temperaturas del planeta. Jon Sampedro, miembro del Centro Vasco para el Cambio Climático y coautor del trabajo, detalló los principales aspectos en diálogo con ámbito.com.
“Dependiendo de la magnitud del logro alcanzado, podemos afirmar que cualquier euro, dólar o peso invertido para limitar el calentamiento global generará un beneficio de entre 1,4 y 2,4 veces”, sostuvo.
Los especialistas utilizaron un modelo matemático para cuantificar las ventajas adicionales para la salud humana, el medio ambiente, la economía y las tasas de enfermedades relacionadas que se lograrán con la caída de los niveles de emisiones contaminantes.
Para el investigador, “los diseñadores de políticas climáticas no tienen en cuenta estos beneficios ocultos, porque al no verse son difíciles de advertir. Por eso los ponemos arriba de la mesa; para que los conozcan y los tengan en cuenta”.
El saldo entre los beneficios económicos de la mitigación del cambio climático vs. los costos de esa mitigación es una de las principales preocupaciones a la hora de establecer políticas ambientales. Por algo ese cálculo – erróneo a la luz de los nuevos datos- fue el que terminó de decidir a Donald Trump a sacar a EEUU del tratado suscripto en la capital francesa.
Saldo a favor
Debido a que la mala calidad del aire causa en el mundo alrededor de siete millones de víctimas al año, el trabajo se abocó a examinar la emisión de gases de efecto invernadero y contaminantes del aire y los costos de reducción, en una serie de escenarios con diferentes objetivos de temperatura. Luego, los expertos aplicaron un valor monetario a los impactos en la salud y compararon los valores con los de los costos de mitigación.
Los resultados mostraron que las rentabilidades colaterales superarán el costo de las políticas para alcanzar el objetivo en todos los escenarios hipotéticos. Es más, en algunas de las estrategias de mitigación los cobeneficios medios duplicarían con holgura (2,4 veces) los costos promedio a nivel global.
Incluso, “el esfuerzo extra en China e India para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar los objetivos de París quedarían compensados tan solo por los beneficios colaterales en la salud. El saldo positivo en estos países sería muy grande porque se produciría un doble efecto: tienen grandes poblaciones y mucha contaminación”, señala.
“Demostramos las ganancias económicas derivadas de reducir la exposición de la población a los contaminantes, que aunque no se los incluye en el grupo de gases de efecto invernadero, tienen la misma fuente: los combustibles fósiles. Por lo tanto, la lucha por reducir el efecto invernadero redundará sobre estos agentes nocivos”, explicó Sampedro a este medio.
Además de la mejora de la calidad del aire, también habría que tener en cuentas otros dividendos adicionales que no están directamente relacionados con el calentamiento global, como la innovación tecnológica o la creación de empleo.
El estudio dividió el mundo en cinco regiones y, aunque nuestro país no fue analizado en particular, el especialista español explicó que “al obtenerse una media a nivel mundial, los resultados también son aplicables a la Argentina”.
Los modelos predictivos dejaron también en claro un dato alentador: de alcanzarse las metas fijadas, se podrían evitar entre 87 y 101 millones de muertes relacionadas a la contaminación entre 2020 y 2050.
Lo que vendrá después, dejando de lado las presunciones, es un terreno inexplorado. “Aunque algunos modelos climáticos van más lejos sobre otros temas, nosotros calculamos hasta la mitad del siglo”, apunta el investigador, “cuando se trata de contaminación, a partir de entonces la incertidumbre es muy grande. Ese es el horizonte temporal razonable, más allá no nos atrevemos a afirmar nada”.