Reconoce su amistad con el ex Vice y admite lazos con Vandenbroele pero rechaza haber sido parte del salvataje de la imprenta. Luego de pasar 70 días detenido denunciará al juez Lijo.
Al menos desde el aspecto, José María Núñez Carmona no aparenta haber pasado 70 días en la cárcel. “Dije que la pasé bien y se armó un revuelo, pero fue así”, cuenta el hombre de 55 años, que se reconoce amigo de Amado Boudou desde la primaria. “Recién vine con él”, confiesa, al ingresar a la redacción de El Cronista, dando muestras de que el vínculo con el ex vicepresidente no se debilitó aun cuando la Justicia los juzga por la compra de la ex imprenta Ciccone, y los investiga por presunto enriquecimiento ilícito.
—Además de ser su amigo, ¿en qué momento Boudou se convirtió en su socio?
—Una ciudad como Mar del Plata te permite mantener amigos toda la vida. Cuando se cae Venturino SA -mediados de los ‘90-, quisimos retomar ese contrato y lo llamamos a él, que tenía conocimiento de la recolección de residuos -fue gerente comercial de Venturino-, y ahí se gesta la primera sociedad que compartimos.
—¿No hicieron negocios siendo él funcionario del Estado?
—Nunca me metí en un negocio del Estado mientras Amado fue funcionario, ni él tampoco participó. Ni como vicepresidente, ni como ministro, ni en Anses y ni siquiera cuando estaba en el Partido de la Costa. Recién cuando se fue, en 2005, licité los shows de verano.
—¿Por qué se los acusa de haber participado en la compra de la imprenta ex Ciccone?
—Lo único que me vincula al tema es que trabajé con Guillermo Reinwick, que era el yerno de Nicolás Ciccone. Hice 45 cosas con él, pero yo no podía arrancar ni con el 10% de los tres millones de dólares que supuestamente se pagó. Los Ciccone necesitaban la plata para salir del pozo, y Vandenbroele tenía una relación con un grupo inversor. El que la aportaba era -Raúl- Moneta. Era el interesado, el que ponía la plata.
—Usted conoce, entonces, a Alejandro Vandenbroele, indicado como el testaferro de Boudou
—Sí, su prima era mi novia, no la de Boudou como se dijo, y nos conocimos en Nueva York en el ‘96. Doce o 13 años después, lo encontré en Mar del Plata y quedamos en contacto. Tengo trato con toda su familia, pero Amado no lo conoce. Acá se intentó pegar a Boudou a mí.
—La causa por enriquecimiento ilícito fue la que lo llevó a prisión. ¿Puede demostrar su patrimonio?
-No me enriquecí ilegalmente y puedo explicarlo. Me fue muy bien con el negocio del cable después del estallido de 2001.
—¿Siente que Boudou y usted sirvieron como chivos expiatorios en la causa Ciccone?
—Estoy convencido que hubo fuego amigo en todo este tema. ¿Cómo voy a ser yo el gestor de AFIP? ¿O Amado? Es una trampa. Boudou es una víctima importante de la pelea entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo. Era un posible candidato futuro que, con el tiempo, se demostró que siempre fue leal. Todos terminando perdiendo con la famosa grieta.
—¿Cambiaría algo de todo lo que pasó?
—He tenido puntos de desacuerdo en cómo se manejó el tema comunicacionalmente. No supimos cómo hacerlo. Era tan fácil de explicar todo…, quizás debería haberlo hecho yo.
—¿Va a recusar al juez Lijo?
—Sí, y lo voy a denunciar por mal desempeño en el Consejo de la Magistratura. Salió un martes la auditoría contra él y Daniel Rafecas, y el jueves ordenó mi detención, buscó una solución.
—¿Cree que el Gobierno influyó en la decisión del juez?
—El Gobierno no tuvo nada que ver, no veo cuál sería el sentido de cómo se hizo la detención. El poder no es político solamente. La corporación judicial es un poder perenne, que perdura. En Argentina tiene que cambiar el nivel de potestades que tiene la Justicia para hacer cualquier cosa.
—¿Cómo cree que van a terminar las causas en su contra?
—Yo si tengo que pagar voy a pagar, voy a todos lados, me presentó al juicio oral, estoy a derecho. Pero ya no me están dejando trabajar. Soy un muerto civil laboralmente. No estoy inhibido, pero no me quieren ni vender una vaca.
—¿Teme volver a ir preso?
—Me preocupa cómo funciona la Justicia. Lo que pasó con la detención no fue normal. Mi prioridad es que e se acelere la causa por enriquecimiento ilícito y desbaratar la imputación por lavado en mi contra. Con Lijo sé que no lo voy a poder hacer, por eso lo recuso.
—¿Analiza demandar al Estado por su detención?
—No lo evalué, pero quizás en el futuro lo haga. No sé. Hoy siento que tengo que defender mi postura. Si bien es soportable, no es agradable que te vayan a buscar a tu casa a la madrugada y te lleven preso. Estuve 70 días sin libertad y sin siquiera una prsión preventiva.
—¿Cómo es un día en la cárcel?
—La cárcel tiene una rutina. Entramos al hospital, estuvimos una semana ahí, sin libros, tele ni radio. Fue aburridísimo, la parte más difícil. Después, fue todo mejor. La vianda es normal, pero no es lo que comés en tu casa. En el pabellón habían cambiado toda la población. Estuve solo tres horas, sin más ropa que la remera y el jean con el que llegué. Me dieron un colchón, sin almohadas ni sábanas, y luego llegaron más personas. Tipos agradables y divertidos. Gente trabajadora y limpia.