Luis Medina, un empresario de la noche investigado por el ataque al gobernador Bonfatti, fue acribillado en su auto; murió la mujer que lo acompañaba.
Luis Alberto Medina, un empresario de 42 años cuyo nombre está ligado desde hace tiempo al narcotráfico, murió acribillado ayer cuando iba en su auto acompañado por una joven de 20 años, quien también perdió la vida como consecuencia de la ráfaga de disparos.
El asesinato de Medina activó las alarmas en el gobierno provincial; temen que se desate un raid de venganzas similar al que se inició el 26 de mayo pasado cuando mataron a Claudio Ariel Cantero, líder de la banda de los Monos. Aquella vez se produjeron cuatro homicidios en menos de una semana.
El doble crimen que les arrebató la vida a Medina y a Justina P., de 20 años, se concretó a las 6 en la avenida Circunvalación, entre Uriburu y Ayolas. Dos autos encerraron al Citroën C3 en el que se movía el empresario y sus ocupantes dispararon unos 25 tiros hasta comprobar que Medina y la joven que lo acompañaba estaban muertos.
El homicidio de Medina es imposible de excluir de las disputas sangrientas relacionadas con la lucha territorial por el mercado de la venta de drogas en Rosario, donde las bandas ligadas al narcotráfico tuvieron un gran crecimiento durante los últimos cinco años. El asesinato más reciente en esta trama es el de Lisandro Mena, baleado el martes pasado a la madrugada en Batlle y Ordóñez y Oroño, a metros del Casino. Mena era guardaespaldas de Cantero y uno de los testigos que sobrevivieron aquella noche del 26 de mayo.
En el entramado del narcotráfico en Rosario, se sospecha que Medina tenía -según las fuentes policiales consultadas- desde hacía tiempo el control de la venta de estupefacientes de las zonas norte y oeste de la ciudad. Al cumplir 40 años, y tras separarse de su esposa, Daniela Ungaro, Medina decidió irse a vivir a una mansión en Nordelta y distanciarse un tiempo del negocio narco.
“Tras la caída de la banda de los Monos, Medina quiere volver con todo, porque tiene un nivel de gastos en Nordelta que no puede sostener”, afirmó semanas atrás a LA NACION un juez que investiga causas ligadas a la narcocriminalidad.
Cuando a principios de 2008 cayó preso Roberto Padilla, alias “Tuerto Boli”, con la primera cocina de cocaína desbaratada en Rosario, Medina ocupó el “sector” que quedó libre en el noroeste de Rosario. Se asoció con Esteban Alvarado (hoy preso), que provenía del rubro de los desarmaderos. Según las fuentes consultadas, Medina llegó a pagar un millón de pesos por mes a la policía santafecina para poder “trabajar” sin contratiempos. Como el resto, salvo Delfín Zacarías, les pagaba a los Monos por “protección”.
MÚLTIPLES NEGOCIOS
Medina fue un hombre hábil para los negocios, con los que logró multiplicar el dinero que obtenía supuestamente con el tráfico de drogas. Desde 2011 poseía dos sociedades que estaban a nombre suyo y de su ex mujer. El domicilio de estas empresas era San Lorenzo 1067, el departamento céntrico que compartía con Ungaro, una mujer de 41 años que estuvo detenida en varias oportunidades y es hermana de Lelio “Chapita” Ungaro, a quien se vinculó con el asesinato del ex líder de la barrabrava de Newell’s, Roberto “Pimpi” Camino, en marzo de 2010.
Con Lumed SRL, se introdujo en el negocio del catering de eventos. Y con Yazmin SRL, creada el 4 de agosto de 2011, se dedicó “al otorgamiento de préstamos de dinero y financiaciones en general”. Pero su negocio más fuerte fue la venta de autos importados a través de la concesionaria Lume, de Pellegrini al 5000.
En 2012 Medina intentó instalar en pleno microcentro de Rosario una franquicia del boliche Esperanto, donde invirtió dos millones de pesos para remodelar el edificio que había pertenecido a un supermercado. Tras varias idas y venidas del municipio, el emprendimiento no fue habilitado como discoteca y se reformuló como un bar, pero su vida fue efímera. Leandro Travaglio, cara visible de Esperanto en Buenos Aires, anunció a fines de febrero pasado que había decidido darle de baja a la franquicia en Rosario por “graves incumplimientos contractuales”.
En una de las paredes de Esperanto en Rosario había ordenado que colgaran un enorme cuadro (pintado por un artista porteño) de Tony Montana, el protagonista de Scarface , de Brian De Palma. Los que conocieron a este empresario de 42 años decían que era fanático de esa película; el barco que tenía amarrado en Puerto Ludueña -que compartía con Alvarado- también fue bautizado con ese nombre.
La incursión en el negocio de la noche con Esperanto rompió el bajo perfil que siempre tuvo este hombre, cuyo prontuario no tiene antecedentes penales importantes. Tras el ataque a balazos contra la casa del gobernador santafecino Antonio Bonfatti, el 11 de octubre pasado, la policía empezó a hacer circular su nombre como uno de los posibles autores intelectuales del atentado.
Una semana después del hecho, Medina se presentó espontáneamente ante la Justicia con su abogado, Carlos Varela, para ser investigado. Sus iniciales habían aparecido en un mensaje de texto que recibió la jueza Raquel Cosgaya con una amenaza contra Bonfatti. La nota decía: “Averigüen q Viglione [secretaria de Delitos Complejos] se comprometió a hacer desaparecer el expediente de L.M. No cumplió. Por eso pasó lo de Bonfatti y se la van a poner en la autopista”. Luego se comprobó que ese mensaje había salido del teléfono de un policía.