El Ingeniero Pablo Bereciartúa, Sub Secretario de Obras Hídricas de la Nación, habló en la 99.9 sobre los cambios que debieron hacer en el área para avanzar en distintos acuerdos importante por ejemplo con el gobierno de Holanda. Por otro lado, señaló los aspectos fundamentales para el desarrollo de un plan de obras que solucionen los problemas de los argentinos.
Las obras hídricas del país han tomado un rumbo que antes no tenían y se empezarán a resolver los problemas que durante años han tenido distintas cuencas del país, incluída la del Salado que afecta a gran parte de la Provincia de Buenos Aires. El ingeniero Pablo Bereciartúa, Sub Secretario de Obras Hídricas de la Nación, se refirió en la 99.9 a las modificaciones que debieron hacer en la manera de trabajar, porque había muchas irregularidades durante la gestión anterior.
En primer término se refirió a los acuerdos estratégicos con Holanda: “tuvimos la posibilidad de tener una misión de expertos holandeses que es el resultado de la decisión del gobierno nacional de abrirse al mundo y buscar la posibilidad de colaborar con los países que tienen más conocimiento que nosotros. En la visita del presidente a Holanda se firmó un convenio entre ambos gobiernos para prestarse colaboración en infraestructura y manejo del agua que está muy relacionado a la experiencia holandesa”.
En ese punto, ya se ha avanzado con acuerdos puntuales que permitirán un mejor trabajo en el área: “son cinco puntos de desarrollo que avanzan en temas estructurales y algunos de ellos con mucho futuro para el país. Se firmó un convenio entre AISA y Water Net que es la empresa que tiene Amsterdam. Se avanza en la posibilidad de llevar adelante un plan estratégico para el Delta del Paraná y hace un mes Holanda definió incorporar a Argentina en el Plan Delta donde hay 9 países para financiar el desarrollo de actividades y estudios”, adelantó.
La previsibilidad y el trabajo de conocimiento es fundamental para poner el dinero en el lugar que corresponde: “avanzamos con otros dos temas para la llanura pampeana. Uno se trata de identificar las inversiones para saber cuáles son prioritarias y como hacerlas rentables; además de otro punto que fue el foco del trabajo en Argentina hace dos semanas y es avanzar sobre lo que se llama la gobernanza del agua; es decir como organizar un territorio de una cuenca de agua”, puntualizó Bereciartúa.
Lamentablemente, en cuestiones hídricas se ha llegado a un punto límite que obliga a replantearse la forma de trabajar el área y establecer prioridades para que las obras tengan una rápida incidencia en los argentinos. El responsable del área de obras hídricas, fue determinante en ese sentido: “estamos en una situación compleja y grave por lo que se debe focalizar en tres aspectos. Por un lado está el clima que tiene una constante variabilidad, estamos en un año que debería ser de la niña, es decir un año con menos agua que el anterior y eso no se está dando. Tenemos una ley de emergencia hídrica en 18 provincias argentinas. El segundo factor que es crítico para entender la situación, es la falta de planificación. Venimos de décadas sin ordenarnos en el mediano y largo plazo, no hay proyectos ni consensos, además de que tenemos poca información. Un tercer factor que ha sido estructural, es la falta de inversión. Si revisamos hacia atrás, veremos que hemos tenido un nivel de inversión muy bajo. Todo esto da como resultado un sistema que está impactado por excesos hídricos”.
Paralelamente la subsecretaría a su cargo tuvo que ponerse a trabajar inmediatamente en el reordenamiento interno porque el dinero que se debía contabilizar para esas obras se destinaba a otras cosas y además, había contratos que tenían una competencia política absoluta. “Es cierto que fue un escándalo como se administró el Fondo de Recursos Hídricos y se utilizó para financiar desarrollos como Tecnópolis que están por fuera del objetivo. Es un fideicomiso que recibe aportes por una alícuota del costo que uno paga cuando carga combustible. Eso genera que exista una ley con destinos específicos que tengan que ver con obras de recursos hídricos. Eso implica que no da libre albedrío para que esos fondos se utilicen en otras obras”, remarcó.
La investigación y la propia necesidad de un orden concreto los llevó a encontrar temas graves que derivaron a otras áreas: “hay algunas presentaciones en la Auditoría General de la Nación donde se puede ver que cuando asumimos en diciembre de 2015 este fondo estaba sub-utilizado y había sido utilizado parcialmente a fines distintos. Además, tenían una cantidad de convenios firmados netamente políticos, pequeñas obras en distintas localidades que reflejaban el interés de repartir algunas obras en ciertos puntos, pero no estaban apuntados a resolver los problemas hídricos del país“, informó.
Hoy la certeza de contar con un impuesto que va en paralelo con la inflación, lleva a tener un dinero fijo establecido para continuar las obras que se inician: “la nafta ajusta bien por inflación y eso genera que el fondo pueda estar presente todo el tiempo. Nosotros cambiamos esa lógica y tenemos certeza de los recursos que utilizamos. Lo hemos alineado con grandes obras de infraestructura que son plurianuales. Ya están realizadas las licitaciones para el Plan Maestro de la Cuenca del Salado. Hemos terminado de pagar una deuda significativa de la etapa 3 y ya la pagamos por lo que ahora empezaremos con la etapa 4-1-A”, adelantó.
Por último, identificó otra de las obras importantes también está en instancias previas al comienzo, pero que se verán con mayor actividad el año próximo: “una de las obras que hemos licitado y es emblemática, es el Canal San Antonio que son 160 kilómetros de canalización en el límite político entre Córdoba y Santa Fe de Marcos Juárez hacia el Norte y desemboca en el Río Carcarañá. Tenemos una cartera de obras que abarca a 8 provincias y obras estructurales por un valor de 10 mil millones de pesos. Esto entrará en régimen el primer semestre del año que viene”, finalizó.