Cartas de un judío a la Nada
Mar del Plata, Argentina, 1998 Una calle de grava blanca que se pierde a la distancia, hasta fundirse con un muro de árboles y arbustos que pareciera ser el final del mundo. El viento que sopla en ráfagas rápidas que se visten de calina y atraviesan las esquinas como fantasmas repletos de repiqueteos. Y los perros que ladran, siempre, mientras yo camino.