El abogado defendió la legalidad de las acciones de su estudio. Dijo que su firma nunca fue demandada por cometer un delito y que no cree que haya una ahora.
Uno de los fundadores del estudio jurídico panameño Mossack Fonseca rechazó estar cometiendo ilícitos tras la filtración de millones de sus documentos y descartó las acusaciones considerándolas una “caza de brujas” por parte de los medios y que apunta a debilitar la industria legítima del armado de compañías offshore.
Ramón Fonseca, que dijo creer que las revelaciones son obra de hackers, defendió fuertemente la legalidad de la tarea que realiza su estudio hace casi 40 años. Y aseguró que su firma nunca fue demandada por cometer un delito. “No creo que esto conduzca a ninguna causa legal”, afirmó Fonseca a Financial Times durante una comunicación telefónica desde Panamá.
Los documentos de Mossack Fonseca expusieron una red de compañías offshore secretas supuestamente utilizadas para ocultar riqueza, evadir impuestos y lavar dinero. Cientos de personas adineradas y políticos están mencionados en los informes publicados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y por las más de 100 organizaciones de medios de todo el mundo con las que ha compartido documentos.
Pero Fonseca insistió en que los clientes de su compañía no han hecho nada malo. “El derecho a la privacidad es muy importante, todos tienen ese derecho”, comentó. “Es algo que se está perdiendo hoy en día, pero es un derecho humano”, agregó.
Las revelaciones, consideradas la mayor filtración de documentos confidenciales de la historia, pusieron el foco de atención en el rol del estudio en el armado de compañías que permiten alejar la riqueza de los ojos curiosos o para pagar menos impuestos. Pero Fonseca aseguró: “Armar compañías no es pecado”.
Entre las revelaciones más polémicas se encuentran documentos que concentran miles de millones de dólares en compañías offshore armadas por el estudio y supuestamente utilizadas por allegados al presidente ruso Vladimir Putin. Los funcionarios rusos rechazaron las acusaciones de ganancias mal habidas y describen la situación como una “Putinofobia”. Fonseca afirmó que creía que su estudio había “abandonado, hace algún tiempo” cualquier operación con individuos vinculados con el líder ruso.
Fonseca también dijo que algunos de los nombres que fueron divulgados en la filtración lo sorprendieron, pero se negó a mencionar cuáles. Sin embargo, dejó en claro que algunos de los archivos filtrados eran viejos, que datan de los años ochenta.
“Abrimos más de 250.000 compañías … Nuestros estándares son muy altos”, señaló. Si bien aceptó que “estadísticamente, algunas deberían haber provocado problemas”, insistió que cualquier indicio de actividad ilícita habría llevado a Mossack Fonseca a abrirse de esas operaciones.
Fonseca reiteró que su bufete no trata directamente con clientes finales y que en sus primeros tiempos, antes de la introducción de regulaciones globales y panameñas más estrictas y de las leyes que les exige conoce mejor a sus clientes, ni siquiera conocía sus identidades. “Es como si usted compra un auto y lo vende a una concesionaria y ésta lo vende a una mujer que mata a alguien la fábrica no ese responsable”, explicó Fonseca.
En vez de armar compañías offshore directamente para clientes, Fonseca contó que el estudio actúa en representación de los intermediarios en general un banco o un abogado. Sin embargo, reconoció que después de armar una compañía, en algunos casos su firma sigue como representante legal, ofrece servicios de secretaría o provee uno o dos directores.
Asimismo, aseguró que los requisitos cada vez más estrictos de due diligence y de conocimiento del cliente llevó al bufete a hacer preguntas más rigurosas relacionadas con a quién le están armando compañías.
Quienes critican esa actividad se preguntan si sus clientes están legítimamente buscando privacidad o si en cambio persiguen la privacidad para evadir impuestos o hasta lavar dinero. Si bien Panamá hace tiempo es considerado un paraíso offshore y meca de operaciones dudosas, Fonseca insistió en que el país aplica regulaciones estrictas para su sector financiero. “Les garantizo que hay más dinero sucio en Nueva York, Londres y Miami que en Panamá”, afirmó.
Fonseca describió a su compañía como un gran participante de una industria de nicho altamente competitiva, pero que su share global es de sólo 5%, una cifra que, si fuera cierta, sugiere incluso que la información contenida en los 11,5 millones de archivos es la punta de un gran iceberg.
Fonseca renunció a su cargo de asesor del presidente panameño Juan Carlos Varela el mes pasado después de que su estudio jurídico fue mencionado en un caso de corrupción política en Brasil. Mossack Fonseca cerró sus oficinas en Brasil después de que individuos que habían abierto cuentas en el bufete quedaron implicados en las investigaciones que derivaron en el escándalo que ahora amenaza la supervivencia política de la presidenta Dilma Rousseff.