Sus autoridades reiteran que “si la Argentina no paga la deuda por energía paraguaya consumida, no se harán más obras”.
Los paraguayos se oponen a la instalación de nuevas turbinas en el denominado brazo Aña Cuá, en la margen derecha de la central hidráulica sobre el Paraná. Sostienen que previamente “la Argentina tiene que saldar su deuda por electricidad” que se entregó “desde el siglo pasado”.
Así lo manifestó el jefe del Gabinete de la Presidencia de la Nación, Juan Carlos López Moreira, ante declaraciones formuladas en Posadas por el nuevo director ejecutivo argentino, Humberto Schiavoni y por el nuevo consejero, Martín Goerling. En tanto, la situación dentro del organismo se ha tornado confusa, tras la renuncia del director paraguayo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), Juan Schmalko.
La Argentina designó a la totalidad de miembros del Consejo de Administración de dicha entidad. Además de Goerling -dirigente del PRO de Misiones- figuran el ex secretario de Energía de la Nación, Alberto Devoto; el ex secretario de Seguridad Social, José Ordeix y el ex secretario de Energía de Corrientes, Juan Gatti.
Schiavoni recordó además que el tema ya fue tratado por los presidentes Mauricio Macri y Horacio Cartes, mientras medios de Asunción adelantan que el tema será igualmente analizado el 12 de febrero en Buenos Aires por los cancilleres Susana Malcorra y Eladio Loizaga Caballero.
Aña Cuá
El proyecto para instalación de dos o tres turbinas en el brazo Aña Cuá es impulsado por la compañía mendocina Industria Pescarmona Sociedad Anónima (Impsa). La operación apunta a aprovechar el lugar donde operan catorce compuertas del dique, sólo para descargar el sobrante del módulo del río, cuyas aguas no se utilizan para la generación energética, que actualmente asciende a 3200 megavatios.
El ingeniero Enrique Pescarmona, titular de Impsa, compone la comitiva de empresarios que acompañan al Presidente de la Nación en el Foro de Davos
Debido a las lluvias registradas durante el último mes, el Paraná bajó el doble de su caudal, cuyo promedio es de 13.000 cúbicos por segundo. Tres nuevas turbinas ampliarían la potencia de otras 18 que funcionan en la usina más potente de esta región, en momentos que la oferta argentina -por falta de inversiones- no alcanza a abastecer la demanda interna, en el contexto de la crisis que afecta al sector caracterizado por frecuentes cortes de luz.