El Tribunal Correccional de Lyon condenó este jueves a una pena de seis meses exentos de cumplimiento al cardenal francés Philippe Barbarin, máximo prelado de la iglesia católica en Francia, por haber ocultado los abusos cometidos sobre niños por un cura de su archidiócesis, al que mantuvo en su puesto hasta 2015.
Barbarin, de 68 años, compareció a comienzos de enero ante ese tribunal junto a otros cinco cargos eclesiásticos de su archidiócesis -que fueron absueltos- por su silencio ante los abusos cometidos hace más de 25 años por el cura pederasta Bernard Preynat.
La condena ha llegado por sorpresa, ya que la Fiscalía no solicitó ninguna pena contra Barbarin por considerar que una parte de los hechos habían prescrito y que no estaba demostrado que hubiera intención de ocultamiento.
Los jueces estimaron al final que no había prescripción por su inacción entre julio de 2014 y junio de 2015 y lo condenaron por no denunciar en ese periodo malos tratos a menores, aunque éstos se hubieran producido mucho tiempo antes, entre 1970 y 1990.
Junto a la pena de cárcel, que Barbarin sólo tendría que cumplir efectivamente en caso de reincidencia, tendrá que pagar una indemnización simbólica de un euro a ocho de las víctimas de Preynat que lo habían denunciado, precisó la emisora “France Info”.
Los abogados del cardenal anunciaron que recurrirán la sentencia. Durante la vista, Barbarin aseguró que nunca había tratado de esconder unos hechos que calificó de “horribles” y aseguró que aunque había oído rumores, se enteró de los abusos cometidos por el párroco de su diócesis en 2014 cuando una de las víctimas le contó directamente lo que había sufrido.
En enero de 2015 pidió consejo al Vaticano, que le recomendó alejar al cura de la parroquia y evitar el escándalo, aunque el cardenal tardó todavía unos meses en aplicar esa medida, hasta agosto.
La asociación creada por un grupo de víctimas, “La Parole Liberée” (“La palabra liberada”), había solicitado una condena simbólica de un euro y estimaba que la celebración del juicio en sí ya había sido una primera victoria ante la opinión pública.
La acusación había pedido la comparecencia en el proceso del cardenal español Luis Ladaria Ferrer, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, al que Barbarin consultó cuando se dirigió al Vaticano, pero la Santa Sede lo rechazó alegando inmunidad diplomática.