Una flota de la Alemania nazi hundida en el Danubio en septiembre de 1944 con toneladas de explosivos en sus bodegas, se ha convertido en un peligro inminente para la naturaleza, que rodea la zona.
En ese año, 1944, se llevó a cabo la operación “El elfo danubiano”, que hundió 170 naves alemanas para evitar que el ejército soviético las capturase. Hoy en día, después de 70 años, aún hay 213.000 toneladas sumergidas y muchas de ellas son material explosivo.
“Es un hecho que por esa parte del Danubio se navega por propio riesgo”, declaró a Efe Dusan Vojvodic, codirector de una película documental sobre el hundimiento de la escuadra nazi a la altura del puerto serbio de Prahovo.
El documental trata de esclarecer lo sucedido en la operación “Donau Elf”. Ese tramo navegable no está inscrito en los mapas y los barcos circulan dirigidos “prácticamente de forma visual” por un capitán desde una torre de la cercana central hidroeléctrica de Djerdap II, compartida entre Serbia y Rumanía.
Para realizar dicho documental Tajne dunavskog vilenjaka (Los secretos del elfo danubiano), Vojvodic, consiguió esta información tras recurrir a expertos en navegación, técnicas militares, arqueología subacuática y explosivos, además de la información recogida en los archivos serbios y alemanes. Según los datos oficiales, hay 213.000 toneladas de barcos de guerra sumergidas.
“Se pueden sacar suposiciones sobre cuánto de eso es el material explosivo (…), pero sin duda son cientos o miles de toneladas. Es realmente un gran peligro“, explicó el documentalista.
En un principio, se pretendía encontrar un buque-hospital, con el fin de saber si había sido hundido con los heridos a bordo, “pero resultó que se hallaron cosas suficientes para preocupar a toda Europa”, añadió.
Entre las naves hundidas, hay buques de guerra, dragaminas, talleres de reparación, cargueros marítimos y fluviales, y un buque hospital. En aquel entonces debían bloquear el paso a la armada soviética. Sin embargo, todavía son un obstáculo para la navegación, y sólo se pudo habilitar una franja para permitir el paso de las embarcaciones.
Los intentos por solucionar el problema, que afecta peligrosamente a la ecología, fueron pocos. En 2006, la Unión Europea (UE) financió una exploración de reconocimiento para evaluar los riesgos de una retirada de los restos.
Los buques fueron hundidos en varias puntos unos sobre otros, para cerrar el río, y en torno a ellos se han formado durante décadas bancos de arena “que parecen irreales”.
“La mayoría de los buques están en el sedimento del fondo, cubiertos de arena. Pero el problema son las embarcaciones que no están en el fondo”, explicó Vojvodic, y agregó que hay un plan europeo para sacar unas 20 naves. Un trabajo que supondría gastos de más de 13,5 millones de euros, según las primeras evaluaciones.
“Los artefactos explosivos, las minas, seguro que están activos todavía (…), porque fueron elaborados para estar mucho tiempo bajo el agua. Ahora están cubiertos de capas de hierbas y algas. Y sobre todo, lo que está bajo la arena, está conservado para siempre”, señaló Vojvodic.