Dos equipos de científicos lograron que personas parapléjicas recuperen el movimiento. Uno de los casos es de un hombre de 29 años que está paralítico de la cintura para abajo. El otro es Ian, de 27 años, quien logró controlar uno de sus brazos, agarrar y manipular objetos.
Dos equipos de científicos han logrado hacer que dos personas parapléjicas recuperen el movimiento. Los casos, que han sido publicados por la revista Nature, brindan esperanzas a las personas que han sufrido fracturas de sus espinas dorsales.
Uno de los casos es un hombre de 29 años que está paralítico de la cintura para abajo y que ha vuelto a caminar gracias a una terapia que incluye una mezcla de estimulación eléctrica de un implante espinal, además de un riguroso régimen de ejercicio de 43 semanas. El otro caso es Ian Burkhart, de 27 años, quien logró controlar uno de sus brazos, agarrar y manipular objetos cotidianos.
Electrodos en la columna vertebral
El hombre de 29 años, cuyo nombre no fue revelado, perdió la capacidad para caminar luego de un accidente de moto de nieve en 2013. La ruptura en su espina dorsal rompió cualquier vínculo directo entre su cerebro y los nervios que controlan los músculos de las piernas. (Lea: Los productos de limpieza podrían afectar sus pulmones: Mayo Clinic)
Un equipo de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, propuso un implante quirúrgico de un panel de electrodos en la parte inferior de su espalda, el cual cerraría la brecha y le permitiría alimentar señales en los tejidos de su médula espinal con conexiones a los músculos de las piernas.
Los científicos sospechaban que algunas conexiones entre el cerebro y los nervios que controlan los músculos de las piernas podían sobrevivir a la lesión, pero eran demasiado débiles para estimular el movimiento. Luego, ajustando las señales eléctricas del implante y con el ejercicio intensivo, el equipo pudo aumentar la señal del cerebro lo suficiente como para estimular el movimiento en los músculos de las piernas.
Después de un mes del régimen, el paciente había empezado a pararse en una cinta rodante. Ayudado al principio por fisioterapeutas que movían las piernas, más un sistema de soporte que sostenía la parte superior del cuerpo. El paciente comenzó a hacer ejercicios para avanzar intencionalmente. Poco a poco, su capacidad para avanzar en la cinta de correr mejoró.
Luego, con la ayuda de un caminador con ruedas delanteras y un asistente para guiar su equilibrio, pudo caminar un máximo de 331 pasos en una sola sesión en campo abierto, alcanzando una distancia de 102 metros. Entre las semanas 25 y 42, su velocidad de marcha se cuadruplicó de 5 a 20 centímetros por segundo.
Electrodos en el cerebro
Por otro lado, Ian Burkhart, de Dublin, Ohio pudo recuperar el control fino de su brazo derecho gracias a un panel de electrodos implantados en el cerebro. Burkhart había resultado herido en un accidente de buceo en 2010.
“Al usar nuestro sistema, Ian pudo interactuar de forma rápida y precisa con los objetos que encuentra en su vida diaria, incluyendo levantar y mover una lata de bebida, presionar un tenedor en la comida y manipular una pequeña clavija en un tablero. Utilizando pruebas clínicas estandarizadas, tuvo éxito en 44 de sus 45 intentos“, dijo a New Scientist, David Friedenberg de Battelle Memorial Institute en Columbus, Ohio, y colíder del equipo que trató a Burkhart.
El tratamiento de Burkhart se basa en tres componentes clave. Un microchip implantado en la corteza motora de su cerebro, que controla el movimiento, alimenta señales eléctricas de 96 ubicaciones a un dispositivo llamado decodificador. Utiliza algoritmos de aprendizaje automático para interpretar la actividad eléctrica y predecir cómo Burkhart quiere mover su mano.
Finalmente, un implante en el antebrazo derecho de Burkhart acepta señales del decodificador mientras piensa. Está programado para estimular los músculos de su antebrazo y llevar a cabo las acciones previstas.
Friedenberg dice que la principal innovación de su equipo es un decodificador mejorado que identifica y actúa sobre las intenciones de Burkhart más rápido, en menos de un segundo. Además, a diferencia de los predecesores, puede aprender sobre la marcha sin una calibración previa prolongada y minuciosa. “Nos acerca a un sistema clínico que alguien como Ian puede llevar a casa y usar regularmente”, concluye