La violación de una niña reavivó el reclamo de miles de ciudadanos, que piden mayores penas.
La violación y asesinato de Nong Kaem, una niña de 13 años que viajaba en tren nocturno abarrotado con destino Bangkok el 6 de julio, ha conmocionado a Tailandia. Numerosos movimientos de protesta piden el endurecimiento de las penas para los agresores sexuales, incluida la pena de muerte.
Wanchai Saengkhao, el violador confeso de Kaem, se encontraba bajo los efectos del alcohol y las drogas ese día. El joven, de 22 años y encargado de hacer las camas del tren, explicó a la policía que apagó la luz del vagón donde dormía la joven para golpearla hasta que perdió el conocimiento y, después, violarla. Cuando Nong Kaem volvió en sí, la atacó de nuevo y empujó su cuerpo por la ventanilla junto a sus sábanas manchadas de sangre. El agresor continuó sentado en el tren hasta llegar a Bangkok, donde vendió algunas de las pertenencias que había robado: una tableta y un teléfono inteligente que rastreó la policía. Wanchai confesó también haber violado a otras compañeras de trabajo a principios de este año que, sin embargo, estaban demasiado asustadas para denunciarlo a la policía.
El caso de Nong Kaem no es una excepción: el último informe del gobierno tailandés, de 2012, indica que se recibieron 3.431 denuncias por violación en el país en ese año y que las autoridades arrestaron a 1.721 presuntos agresores. Si lo comparamos con España, por ejemplo, la tasa no es mucho mayor (5,1 por cada 100.000 habitantes frente a 3,6 por cada 100.000). Un estudio de un diario local, sin embargo, estima que más de 31.000 mujeres y niñas fueron violadas el año pasado, de las cuales un 60% eran estudiantes. La mayoría de las violaciones en Tailandia rara vez se denuncian a la policía por el estigma y la represalias hacia las víctimas.
En Tailandia se castiga con pena de muerte a los culpables de delitos relacionados con el tráfico de drogas o de asesinato, pero no a los delincuentes sexuales, que son sancionados con penas de prisión de entre 4 y 20 años y con multas de entre 8.000 baths (187 euros) a 40.000 (935 euros). Pero estas leyes rara vez se aplican, y las condenas se han visto reducidas en algunos casos en tres o cuatro años. “Si el violador se porta bien en la cárcel y coopera con la policía, se les reduce la sentencia“, asegura Usareld, trabajadora de Foundation for Women, organización de defensa de los derechos de las mujeres y los niños de Bangkok. El pasado mes de junio, un tribunal penal dictó una pena de cárcel de 11 años a un exmonje de 65 años que violó en sus aposentos del templo a una niña de 14, pero la pena fue reducida a la mitad después de que este se declarase culpable.
Los medios locales informaron también este mes de julio sobre el intento de violación de una colegiala de 13 años por ocho de sus compañeros de clase en un aula vacía. Otros episodios han dejado en vilo al país. Como el de Nong Cartoon, una niña de seis años que fue brutalmente violada y asesinada en una céntrica calle de Bangkok a finales del año pasado cuando estaba sola en el coche de su familia. El asesino, nuevamente, confesó: no era su primera víctima, había abusado de otras nueve mujeres y matado a cuatro de ellas.
A raíz de los últimos episodios, el gobierno despidió al jefe de Ferrocarriles del Estado, aumentó la vigilancia policial en los trenes y reinstaurará a partir de agosto los vagones solo para mujeres y menores de 10 años, que habían dejado de operar debido a las pérdidas económicas. Pero para algunos tailandeses, no es suficiente. Varios colectivos iniciaron campañas para endurecer las penas por los delitos de violación. La más popular es la de Boom Panadda, actriz y Miss Tailandia en el año 2000, que pide la pena capital para los agresores sexuales. Ya ha recogido más de 100.000 firmas en apenas tres días —el 40%, de hombres— y recibió unas 150.000 cartas de apoyo desde España, Japón, América o Laos. “Tengo una hija de siete años, solo quiero asegurarme que en el futuro la sociedad será segura para ella. Más de 10.000 violadores han salido de prisión. ¿Cómo puedo estar segura que mi hija estará a salvo?”, se pregunta la modelo. “Los tailandeses nos quejamos y ponemos en las redes sociales cosas como ‘debería ser ejecutado’, pero solo quejándonos no cambiaremos el mundo. Tenemos que hacer algo”, se reafirma.
Otra iniciativa alojada en una página web y dirigida al jefe de la junta militar, Prayuth Chan-ocha, reunió 47.000 firmas de quienes piden que se aplique la cadena perpetua o la pena de muerte a los violadores, sin reducciones de condena.
Un grupo de jóvenes se reunió recientemente frente Siam Paragon, uno de los centros comerciales más concurridos de Bangkok, vestidas de negro y desafiando las restricciones de la ley marcial tras el golpe de Estado del 22 de mayo, que prohíbe las reuniones públicas de más de cinco personas. “Violación = pena de muerte. Necesitamos una mayor protección legal para mujeres y niñas“, decían los carteles de las protestantes. Sin embargo, no existen pruebas de que la pena de muerte tenga un especial efecto disuasorio frente a la delincuencia y su aplicación no erradicará la violencia contra las mujeres, indican desde Amnistía Internacional.