Ofrece un resultado luego de contestar pocas preguntas. En Europa lo tildan de alarmista. En Argentina, lo relativizan.
Se contestan unas pocas preguntas: cuánto pesás y qué edad tenés, cómo está tu colesterol y tu presión sanguínea, si alguien en tu familia tuvo alguna enfermedad del corazón, si fumás y cuánto. El resultado, unos minutos después, aparece en un cartel rojo que, por lo general, provoca una sensación de alarma: “Usted tiene un corazón 8 años más viejo que su edad y, en promedio, alguien como usted podría vivir hasta los 76 años”, dice. También, alivia: “Tiene un 0,8% de riesgo de tener un ataque al corazón en los próximos 10 años”. Dicho así podría parecer un test capaz de predecir cuándo vas a sufrir un infarto o un ACV. Sin embargo, los cardiólogos consultados por Clarín lo relativizan: dicen que el test permite ver qué riesgo puede tener la población general de sufrir un infarto o un ACV, pero no cada persona en particular.
Se trata de un test que el Servicio Nacional de Salud británico (NHS) comenzó a ofrecer en su página web (está disponible, en inglés, en www.nhs.uk/Conditions/nhs-health-check/Pages/check-your-heart-age-tool.aspx). Si bien en Europa fue acusado de “alarmista” e “impreciso” las autoridades sanitarias británicas lo defienden: sostienen que sirve para promover hábitos de vida más saludables. Esto es: si uno contestó que fuma luego aparece una leyenda que dice: “Un año después de dejar de fumar, el riesgo de un ataque al corazón es de la mitad del de un fumador”. O, si uno contestó que no sabe cuál es su presión arterial le recuerda que la hipertensión es la llamada “asesina silenciosa” e invita a controlarla.
“Se trata de un estudio matemático que sirve para tener una orientación general pero no un pronóstico exacto de lo que le va a pasar a una persona en particular”, explica a Clarín el Dr. Roberto Battellini, cirujano cardiovascular del Hospital Italiano. “De todos modos, decir que con esas preguntas se puede predecir la ‘edad del corazón’ es una exageración. Para eso se necesita hacer en cada persona un ecocardiograma tridimensional y una tomografía con reconstrucción de las coronarias para poder ver las placas de ateroesclerosis”.
Sirve, en todo caso, para poder comparar qué riesgo general existe por ejemplo, entre alguien que fuma y alguien que no, alguien con obesidad y alguien que tiene un peso saludable, alguien con el colesterol malo elevado y alguien que tiene valores saludables, y motivar a revertir esos factores de riesgo. O para generar algún tipo de alarma en el que hace el test que lo empuje a ir al médico. No es casual: cada día, en total, mueren alrededor de 150.000 personas en el mundo: de ellos, 50.000 mueren por enfermedades vasculares: en primer lugar, por enfermedades del corazón, en segundo por ACV (el cáncer recién aparece en el tercero). Muchos otros no mueren pero quedan con secuelas graves.
“Con estas escalas, basadas en el llamado Estudio de Framingham, se obtiene una idea muy grosera del riesgo”, arranca Conrado Estol, especialista en enfermedad vascular y director del centro médico Medicina de corazón y cerebro. “En cambio, lo que necesitamos hoy en día es que los médicos veamos cuál es el riesgo que tiene cada paciente en particular de tener un infarto. La única forma de hacerlo es medir la carga de ateroesclerosis que tiene, es decir, cuánta placa de ateroesclerosis cubre las paredes de las arterias del cuerpo”. Este es el modelo que propone el cardiólogo Valentín Fuster, considerado hoy una eminencia mundial en el tema. Hacerlo –sigue Estol– “permite evaluar el riesgo individual y detectar en forma temprana a los individuos con alto riesgo, independientemente de su edad o perfil de factores de riesgo”.
La explicación es que nada de lo que se mide a través de los factores de riesgo es lineal: “Uno puede tener muchos factores; sobrepeso, colesterol elevado, un padre que murió joven por una enfermedad del corazón, pero ser un paciente que tiene un gen protector, y cuando ves sus arterias están limpias. O al revés: lo vimos recién con la muerte del periodista Eduardo Chaktoura. No tenía antecedentes y la muerte por enfermedad vascular lo sorprendió. Entonces, saber que alguien tiene algún factor de riesgo no define que esa persona indefectiblemente tendrá (o cuándo, si lo tiene) un evento vascular. Por eso nos sorprendemos cuando una persona aparentemente ‘sana’, es decir, sin factores de riesgo vascular conocidos o significativos, sufre un ACV, infarto cardíaco o muerte vascular”, finaliza Estol.