El sistema centenario se enfrenta a retos infraestructurales y climáticos que están agravando su problema con el agua.

Para muchos neoyorquinos, las estaciones de metro que se inundaron en la noche del lunes fueron una interrupción habitual en sus desplazamientos.
Aunque el servicio volvió a la normalidad el martes por la mañana, las tormentas que azotaron la región han resaltado —una vez más— que el sistema de metro de Nueva York ha sido superado por el clima cada vez más extremo ocasionado por el cambio climático.
El sistema de metro, creado hace más de un siglo, es usado a diario por millones de pasajeros y estructura la ciudad en una red cohesionada. Pero tiene un viejo problema de infraestructura que solo empeora a medida que las lluvias son más intensas y frecuentes.
Aunque se han hecho algunas mejoras, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA, por su sigla en inglés) está en una carrera contra el tiempo, pues se prevé que dentro de 25 años la probabilidad de lluvias torrenciales en la región estará cerca de duplicarse.
Veinte de las 472 estaciones de la extensa red de metro tuvieron que cerrar temporalmente el lunes por la noche, entre ellas las concurridas estaciones de las líneas 1, 2, 3 y 6 de Manhattan, que recorren toda la isla y la enlazan con el Bronx. Se registraron retrasos generalizados en el servicio porque el agua pasó por las vías y andenes más transitados. Videos que han circulado han mostrado corrientes de agua que fluían por las estaciones de las calles 23 y 28, en la línea 1.
La red de metro, que atraviesa capas de denso lecho rocoso, está rodeada por las aguas subterráneas que fluyen debajo de la ciudad. Incluso en un día seco, los trabajadores del transporte público a menudo son enviados para sellar fugas y bombear usualmente entre 10 y 13 millones de galones de agua del sistema, según la MTA, la agencia estatal que gestiona el sistema de transporte público de la ciudad. El lunes por la noche, los trabajadores del transporte bombeaban más de 15 millones de galones de agua del sistema, en parte porque el alcantarillado de la ciudad se había atascado, según dijo la MTA.
El sistema de alcantarillado de la ciudad, al igual que el metro, tiene más de 100 años. Ambos sistemas cruciales se diseñaron para una ciudad más pequeña que aún no tenía que enfrentar el nivel de mareas de tempestad y precipitaciones extremas que registra en la actualidad.
La mayor parte de la infraestructura de drenaje de la ciudad consiste en un sistema de alcantarillado combinado, lo que significa que una sola tubería transporta tanto las aguas pluviales como las aguas residuales de los edificios. Estas tuberías se construyeron para una capacidad aproximada de 4 centímetros. Por eso, en caso de precipitaciones extremas, como las del lunes, cuando en algunas partes de la ciudad llovió más de 6 centímetros, esas tuberías se desbordan.
El efecto de la lluvia y las inundaciones también se magnifica en el sistema de metro debido a su naturaleza porosa. Con la lluvia, cualquier abertura que desemboque en un túnel del metro es motivo de preocupación, desde la entrada de una estación hasta el hueco de un ascensor, dijo Klaus Jacob, geofísico y profesor emérito de la Universidad de Columbia. La red de metro está ventilada, con rejillas abiertas repartidas por toda la ciudad.
Janno Lieber, director de la MTA, dijo que “el sistema no es un submarino herméticamente cerrado”, aunque la agencia de transportes dice que ha tomado una serie de medidas para evitar inundaciones en las estaciones.
La MTA está desarrollando cierres automáticos para los 39.000 conductos de ventilación del metro, según un informe reciente de la agencia. Pero este tipo de mejoras son costosas; la autoridad ha solicitado 6000 millones de dólares más para incrementar la resistencia a las aguas pluviales y las inundaciones costeras.
Jacob dijo que la culpa de las inundaciones recurrentes del metro no solo recaía en la autoridad de transporte. “No solo es un problema de la MTA: las inundaciones repentinas tienen que ver con un drenaje insuficiente, y eso es un problema de la ciudad”, dijo, refiriéndose al Departamento de Protección Ambiental, que supervisa el suministro de agua y el sistema de alcantarillado de la ciudad.
“Lo que ocurrió anoche es muy sencillo”, dijo Rohit Aggarwala, quien dirige el departamento. “Las tuberías estaban diseñadas para una determinada cantidad de agua. Y cayó mucha más agua del cielo”.
El departamento se ha dedicado a hacer mejoras sustanciales del alcantarillado, a proyectos de infraestructura verde y a limpiar los 150.000 sumideros de la ciudad, según dijo Aggarwala. Pero con un presupuesto de alcantarillado de solo 1000 millones de dólares al año, y unas obras necesarias estimadas en 30.000 millones de dólares, se tardará décadas en terminarlas, explicó.