Por qué la explosión de ómicron puede ser buena noticia y qué dice sobre el futuro de la pandemia

La caída en los nuevos contagios por ómicron en Sudáfrica resulta “tranquilizadora” para los expertos, que incluso vaticinan que podría ser la última gran ola del covid que se sufra.

Desde que el covid-19 irrumpió en nuestras vidas, en cada episodio de la pandemia, siempre hay algún país que sirve al resto de ‘canario en la mina’, de aviso para navegantes. Países que sufrieron prematuramente los efectos del virus o de una sus variantes y cuya evolución daba pistas al resto sobre qué esperar. En el caso de ómicron, la mutación que ha roto la calma de los que daban al coronavirus por domesticado, ese faro ha sido Sudáfrica.

Allí saltó la alarma hace más de un mes. Hoy, la nueva variante parece haber hecho en nuestro entorno lo que hizo en aquel remoto lugar hace semanas: hacer descabalgar las cifras de contagios en sitios como EEUU, Reino Unido o España, donde se suman varias jornadas batiendo récords de positivos, empujando al Gobierno y las comunidades a retroceder en el tiempo y recuperar contestadas medidas como la mascarilla en exteriores.

En medio de este ‘déjà vu’, si uno dirige la mirada a donde comenzó todo, se encuentra con una situación diametralmente opuesta, donde parecen ver la luz al final del túnel. Las estadísticas apuntan a una caída en picado de los nuevos casos y que el pico podría haber quedado atrás en suelo sudafricano en un lapso de unas pocas semanas.

Si se consultan los datos de casos confirmados por cada millón de habitantes, se observa cómo la curva tocó techo con 390,35 casos el pasado 17 de diciembre. Cinco días más tarde, el pasado 22 de diciembre, esa referencia se colocaba en 290,45. Es decir, 100 puntos menos. El ritmo de descenso, por tanto, es más pronunciado que el que se observó en anteriores olas. El desacoplamiento entre positivos y mortalidad es algo que también coge fuerza repasando las cifras. Las hospitalizaciones por covid-19 en aquel país que han tenido un resultado fatal han sido de un 5,6%. El porcentaje es reseñable, por supuesto, pero es sensiblemente inferior al 20% al que se venía experimentando hasta ahora.

Estas cifras no están escritas en piedra y distan de ser milimétricas, puesto que puede haber problemas, por ejemplo, en las notificaciones de los casos. Pero empieza a dibujar una tendencia evidente tras el ascenso vertiginoso que se experimentó por culpa de ómicron. Un ascenso vertiginoso que ahora parece ser sustituido por un retroceso que se produce a mayor ritmo que en el pasado. “Son datos tranquilizadores”, sostiene Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, quien no esconde su optimismo a pesar de que pide prudencia y esperar “a que se confirme” esta buena marcha.

“En general, en situaciones de epidemia, cuando te encuentras con brotes con crecimiento explosivo, también se suele producir esa vuelta a la normalidad con relativa rapidez”, argumenta en una conversación telefónica con este periódico. “La razón fundamental es porque el virus o la variante no encuentra susceptibles con los que seguir expandiéndose, ya que hay un gran número de personas que ya han estado en contacto con él o han sido vacunados”.

El Kilimanjaro y el Everest

Salim Abdool Karim es una de las personas clave en la lucha contra la variante sudafricana. Es uno de los mayores expertos de aquel país en materia de enfermedades infecciosas. Tal y como explicó en una entrevista con ‘The Washington Post’, está convencido de que el comportamiento de ómicron allí puede dar muchas pistas sobre por dónde va a discurrir la situación en las próximas semanas y meses e incluso cómo actuar si nos llegamos a encontrar con variantes cada vez menos letales, pero más contagiosas. Abdool explica que la curva, en anteriores olas, “se comportaba como el Kilimanjaro”, un monte de faldas anchas. Es decir, la incidencia subía de manera más lenta, pero también descendía de forma más lenta. Ahora, compara la crisis de ómicron con el Everest, con subidas mucho más empinadas, pero también bajadas abruptas. “Ahora, estaríamos bajando por la cara sur”, comentaba en el rotativo estadounidense.

¿Son extrapolables estas buenas sensaciones y pronósticos al terreno de juego europeo? El patrón encaja, pero Rodríguez Artalejo menciona varios puntos a tener en cuenta. “Primero, hay que ver si estas tendencias se estabilizan en el resto del país y no solo en la provincia de Gauteng, epicentro de la crisis”, aclara. También menciona una edad media de la población menor, 40 años, lo que les permitiría aguantar “mejor la infección”. Además, está el asunto de la Navidad. Advierte de que, cuando pasen esas fechas, se podrán hacer valoraciones más exactas, pero opina que el impacto puede ser allí menor, ya que es verano y se producen menos encuentros en interiores y más al aire libre.

Este experto también cree que el tiempo arrojará más luz sobre la letalidad de ómicron, que en Europa podría ser menor. “Hay que ver cómo reacciona un sistema hospitalario más robusto, como los que tenemos en nuestro país y el resto de Europa. Los criterios de hospitalización son diferentes, los recursos también… Eso es clave para determinar las cifras de ingresos y de fallecimientos”, expone. Lo que tiene claro Rodríguez Artalejo es que la fuerza que ha impulsado la bautizada como sexta ola en España ha sido ómicron. “Son claramente atribuibles, aunque la oleada se empezó a formar antes de que se identificara y por eso se responsabilizaba principalmente a delta. Se debe a las dos, pero la explosividad es cosa de la nueva variante”, agrega.

“Ómicron no es delta”

También incide en la idea de que es menos letal, como arrojan las cifras de Sudáfrica así como varias investigaciones publicadas en los últimos días. “Obviamente, ómicron no es algo banal, no es benigna. Pero ómicron no es delta y sobre todo si estás vacunado”, añade. “Incluso, sin tener un nivel de vacunación como el de España, como en el caso de Sudáfrica, por el momento parece mucho menos agresiva”, sentencia. Sin embargo, insiste en que hay muchos interrogantes sobre la mesa. “Obviamente, si aumentan los positivos masivamente, aunque sea menos letal, se va a trasladar a las cifras de ingresos y de muertos. Hay muchos escenarios abiertos. Por ejemplo, en Cataluña o Euskadi la presión hospitalaria es mucho más alta que en otros territorios. Hay que seguir observando todo con detenimiento porque todavía hay mucha incertidumbre”.

En esta misma dirección se pronunció Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. “Es más transmisible. Pero es muy difícil desarrollar una enfermedad severa por ómicron si estás vacunado. No hay razón para alarmarse”, aseguró durante una entrevista concedida en ‘Al rojo vivo’ en La Sexta. Defendió la solvencia de las vacunas para evitar efectos graves, pero recordó que disminuye entre “20 y 40 veces” la eficacia de los anticuerpos neutralizantes que tienen los vacunados o aquellos que han pasado la enfermedad y que por eso se están dando casos de reinfecciones. El epidemiólogo explicó que una de las claves de la voracidad de esta mutación es cómo se han acortado los plazos desde que un individuo se contagiaba hasta que empezaba a poder contagiar. “Antes eran seis días. Ahora tres. Por eso todo va más rápido”.

García-Sastre se mostró en antena sorprendido por “lo rápido” de una aparición de este tipo de variante, que esperaba que tardase “tres o cuatro años”. “El virus no puede seguir perfeccionándose continuamente, tiene un límite, pero no sabemos si ha llegado a él”, remató, pronosticando que, aunque no está calculado, no cree que vaya a ser “tan contagioso como el sarampión”.

“Estas mutaciones son un poco como la lotería, por así decirlo”, añade Rodríguez Artalejo. “Los elementos están en el bombo, saben que van a ocurrir, pero es difícil saber cuándo. Igual se ha producido una mutación que podría ser más transmisible que ómicron antes, pero algunos de sus elementos la hicieron inviable, no prosperó y no nos enteramos”, aventura el catedrático.

Y después de esta ola, ¿qué?

Ambos comparten la idea de que es difícil ver una variante más contagiosa, aunque esa puerta “no quedará cerrada completamente” hasta que globalmente estemos todos protegidos. “No se puede asegurar al 100%, pero es complicado”. Desde el punto de vista de García-Sastre, “el virus no se va a poder hacer más transmisible” de lo que es ahora y puede convertirse en algo similar a la gripe, que muta año a año. “Una vez se domine a ómicron, será difícil que haya otra ola”.

El gerifalte del monte Sinaí sostiene y defiende que esta situación no habría “ocurrido sin ómicron” y que hacen falta medidas adicionales para combatirla de las que se estaban usando contra la variante delta. “Cuando te encuentras con una variante tan transmisible, o se toman medidas especialmente drásticas, como las que ha tomado China en Xian, donde ha encerrado a 13 millones de personas por 143 positivos en dos semanas, o no evitas que se convierta en la variante dominante”, opina Rodríguez Artalejo.

El catedrático, que insiste en que se tienen que confirmar todo lo que se maneja en estos momentos, asegura que, si realmente el covid-19 acaba derivando en una enfermedad más transmisible pero menos letal, habrá que avanzar también en cómo se enfrenta esta enfermedad. “Si se confirma como algo muy contagioso, pero menos grave, se nos está introduciendo en un escenario de autogestión por parte de los individuos”, dice. Una “autogestión” que se basaría en los test de antígenos, el teletrabajo y en el sentido común. “Como en el fondo se maneja cuando se tiene un proceso infeccioso leve”.

Esto también daría pie a cambiar muchos de los elementos de la gestión de la pandemia, especialmente “los más lesivos socialmente”. “Si te infectas y eres un tío joven o vacunado, sabes que no te va a pasar nada grave, no vas a necesitar pedir la baja laboral… Esto, a medio plazo, daría pie a cambiar muchas cosas como los confinamientos”, añade. “Realmente, es algo que ya ha empezado a pasar con las normas para contactos estrechos en estos últimos días. Ahora no hay que cuarentenarse como antes. Te tienes que cuidar, vigilarte, hacerte una prueba, pero no tienes que pasar el encierro”, remató. “Vamos a tener que convivir con él vacunándonos todos los años o cada cinco. Pero conviviremos más relajados que ahora, con menos problemas y sin una crisis sanitaria”, sentenció, por su parte, Adolfo García-Sastre sobre el futuro de la pandemia.