Faltazos, crisis internas, votos polémicos y parálisis parlamentaria: el incómodo balance legislativo de los candidatos anti K que aspiran a la reelección. Un informe basado en un estudio del Frente para la Victoria, que fue presentado por la revista Veintitrés.
Para los ciudadanos con experiencia en las urnas, las elecciones legislativas de octubre pueden ser un déjà-vu. Con un peronismo atomizado, para muchos son otra recreación de la interna justicialista. Esta vez focalizada en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral capaz de inclinar el resultado de cualquier elección. Para otros, la ocasión de reafirmar el rumbo en la siempre difícil cita electoral de medio término, en la que un grupo siempre vota con la idea de equilibrar poder. En ese contexto, la oposición también emerge como más de lo mismo. Con un discurso muy parecido al que blandió en 2009 para presentarse como alternativa al kirchnerismo tras la batalla por la 125, en el que se repiten las palabras “caos”, “defensa de las instituciones”, “seguridad”, “corrupción” y “límites”, la escasez de propuestas se disimula con estas y otras abstracciones políticamente correctas. Pero no se trata sólo de una mera recurrencia de consignas, también es evidente la repetición indefinida de nombres: Alfonsín, Carrió, De Narváez, Solanas, Amadeo, Michetti, Solá, son apenas un puñado de las decenas de apellidos conocidos que aparecen hace años en las listas opositoras. Bajo la consigna común de “hay que ponerle un freno al Gobierno” y con la firme determinación de retener sus bancas, los principales referentes opositores disputarán en octubre otro mandato legislativo.
“La historia vuelve a repetirse con las mismas consignas, los mismos candidatos y los mismos intereses”, denuncia un informe elaborado por la Secretaría Parlamentaria del Bloque Frente para la Victoria (FPV). El trabajo, titulado “La mentira opositora”, releva la tarea realizada en el Congreso Nacional por la oposición durante 2010 y 2011, cuando se constituyó el llamado Grupo A y era mayoría. El informe denuncia las reiteradas inasistencias a sesiones clave de varios jefes opositores y las dificultades que tuvieron para consensuar una agenda común. Veintitrés accedió al relevamiento completo que detalla, además, el trabajo de algunas comisiones presididas por la oposición durante ese período.
De la lectura del informe surgen varios datos de interés. En primer lugar, que cuando la oposición controló la Cámara de Diputados y sus comisiones más importantes, los 142 legisladores opositores de las bancadas asociadas en el Grupo A (UCR, Peronismo Federal, Coalición Cívica, Pro, Partido Socialista, GEN, Proyecto Sur, Frente Cívico-Córdoba, Libres del Sur, Córdoba Federal, Corriente de Pensamiento Federal, Unidad Federal y otros siete monobloques) sólo fueron capaces de unirse para rechazar el Presupuesto y para aprobar el 82% móvil, el 18 de agosto de 2010. De las 39 sesiones del bienio en cuestión, la oposición reunió el quórum sólo en ocho, cuando tenía el número para alcanzarlo siempre. En este punto, es interesante el análisis que hace el oficialismo de tal imposibilidad, al subrayar que “la oposición fracasó en su afán de controlar al Gobierno desde el Congreso, ya que ese cuerpo deliberativo debe trabajar para respetar la voluntad de las mayorías y nunca jamás para limitarla”.
La resolución 125, anunciada el 11 de marzo de 2008, fue el disparador del conflicto con las patronales del campo y de las entidades agropecuarias más importantes del país. Es sabido que ese conflicto, promovido principalmente por el Grupo Clarín que amplificó los alcances de la protesta hasta la exasperación y que derivó en cortes de ruta y desabastecimiento de productos en los principales centros urbanos, fue la piedra angular que unió a la oposición contra el Gobierno Nacional. Es más, se convirtió en eje de campaña de las elecciones legislativas de 2009, en las que se impuso Francisco de Narváez en territorio bonaerense, relegando al segundo puesto al ex presidente Néstor Kirchner.
Pero ese resultado se licuó. El ímpetu ganador no logró plasmarse en resultados puertas adentro del Congreso. El segundo dato relevante que surge del informe de la Secretaría Parlamentaria del FPV es que las leyes más importantes del período 2010-2011, cuando el Grupo A era “la nueva mayoría”, fueron sancionadas por el bloque oficialista y sus aliados, en minoría. Entre ellas, Ley de Matrimonio Igualitario e Infanticidio (ambas con la abstención de Elisa Carrió), Ley de Trabajo Domiciliario, Ley de Lavado de Activos-UIF, Ley de Medicina Prepaga (Michetti se abstuvo), Ley de Promoción del Software, Tabaco, Imprescriptibilidad Acción Penal en Delitos contra la Integridad Sexual del Menor, Derecho a la Identidad de Género y Muerte Digna. El resto de los proyectos de ley enviados por el Ejecutivo fueron aprobados en el llamado a sesiones extraordinarias de diciembre de 2011, con la nueva composición de la Cámara: Ley de Tierras, Trabajo Agrario, Ley Penal Tributaria.
Un párrafo aparte merecen las bancas vacías de varios legisladores que formaron parte del Grupo A y que hoy son precandidatos opositores para las legislativas de octubre. En 2010, se convocó 87 veces a sesionar, se logró el quórum en 18 citas y se votaron 86 leyes. Eduardo Amadeo (Compromiso Federal) faltó al 46,51% de las votaciones de ese año. Ricardo Alfonsín (UCR) lo siguió de cerca, con el 45,35% de faltazos. Pino Solanas y Elisa Carrió disputaron cabeza a cabeza el tercer lugar. Los nuevos socios del menú de centroizquierda pegaron el faltazo al 43% de las votaciones durante el período 2010. Francisco de Narváez (Frente Peronista), al 38,37%. Margarita Stolbizer (GEN), al 33,72%. Ricardo Gil Lavedra (UCR) faltó al 20,93% de las votaciones y Gabriela Michetti (Pro), al 12,79%. Todos estos dirigentes ya se anotaron para buscar una nueva oportunidad en el Congreso. De ser estudiantes, varios se hubieran quedado libres por faltas.
En 2011, el comportamiento fue similar y en algunos casos hasta se agudizó. De las 12 sesiones convocadas, se logró quórum en 8 y se aprobaron 92 normas. De Narváez faltó al 83,7% de las votaciones y Carrió, al 82,61%, encabezando el ranking de ausentismo. Para hilar fino, Carrió no votó 76 de las 92 normas aprobadas. Entre ellas, Ley de Trabajo Domiciliario, Modificación de Ley de Concursos y Quiebras, Lavado de Activos, Medicina Prepaga, Resarcimiento Económico Víctimas Atentado a la Embajada de Israel, Tabaco, Derecho a la Identidad de Género, Muerte Digna, Fertilización Asistida, Pasta de Celulosa (declaración de Interés Público), Ley Penal Tributaria, Ley de Trabajo Agrario y Régimen de Protección Nacional de Tierras. Esta última norma merece un párrafo aparte.
El martes pasado, durante la presentación del primer informe sobre la propiedad de tierras rurales en manos extranjeras, la Presidenta Cristina Fernández les pasó factura a los referentes de la oposición por agitar fantasmas y vaticinar el apocalipsis. Sin nombrarla, cuestionó las “predicciones” de Carrió, quien –tiempo atrás– denunciaba que los extranjeros “ahora vienen por la tierra y el agua” al país. CFK celebró que “afortunadamente estas catástrofes no ocurrieron” y recordó las numerosas referencias en los medios de comunicación a las declaraciones de “una diputada” que advertía sobre el avance de los inversores extranjeros sobre la propiedad de la tierra y después no asistió a la votación de la Ley de Tierras. En ese sentido, la Presidenta denunció que “cuando tienen que sentarse en la banca a votar, están hablando por todos lados pero no están sentados”. Tampoco asistieron a esa votación De Narváez, Michetti, Solanas y Amadeo, entre otros diputados que buscan su reelección parlamentaria.
Para completar el registro de asistencia, en 2011 Michetti estuvo ausente en 44 votaciones (47,83%), Solanas faltó a 39 (42,39%) y Stolbizer estuvo ausente en 11 (11,96%). Gil Lavedra mejoró su desempeño, ya que sólo faltó una vez. Por ejemplo, Carrió, Pino y Michetti faltaron cuando se sancionó el Régimen de Trabajo Agrario y la Ley Penal Tributaria. También se ausentaron durante el tratamiento en el recinto de la Ley de Trabajo Domiciliario, que tampoco votaron De Narváez y Stolbizer. Carrió, Pino, De Narváez y Michetti tampoco votaron la Ley de Muerte Digna.
En los últimos días, la Presidenta estuvo haciendo foco en la labor parlamentaria de la oposición. Un tema que será eje de la campaña del FPV, según pudo saber esta revista, de acá a octubre. En 2010, cuando el Grupo A dominaba el Parlamento afirmaba que “se puede ser minoría parlamentaria y mayoría en la sociedad, y en el futuro, ganar elecciones”. De hecho, sus palabras encontraron eco en el Congreso, ya que en ese período el oficialismo logró aprobar un importante conjunto de leyes aun siendo minoría, tal como intenta consignar esta crónica. Más tarde, en octubre de 2011, CFK fue reelegida para un segundo mandato con el 54% de los votos.
Desde 2011, el FPV es mayoría en ambas cámaras y, según las proyecciones electorales, esa composición se mantendrá parecida después de los comicios de octubre. Como la oposición renueva en la Cámara baja las bancas obtenidas en 2009, es la que más arriesga. Como hace cuatro años el oficialismo obtuvo malos resultados (31% total país), renueva menos bancas en este turno. De los 126 diputados kirchneristas (sin contar los aliados), 86 seguirán siguen hasta el 2015 y sólo 40 renuevan sus bancas. Por lo tanto, aun cuando el FPV obtenga resultados similares, estaría en condiciones de retener lo que pone en juego y hasta sumar algún asiento en Diputados. La oposición, en cambio, enfrentará más dificultades. Sobre todo el radicalismo y sus aliados y el denarvaísmo, que hicieron la gran diferencia hace cuatro años, al calor del conflicto con el campo. El panorama en el Senado es similar. En conclusión, no hay chances para la oposición de recrear aquel Parlamento dominado por el Grupo A. Salvo la repetición de nombres.