El sistema de frenado del cerebro parece ser el responsable. Se trata de una adaptación evolutiva que ha ayudado a la supervivencia de nuestra especie.
A todos nos ha pasado en alguna ocasión. Íbamos a decir algo, pero, inexplicablemente, se nos olvida. Por ejemplo, estamos a punto de hablar, y el sonido del teléfono hace que perdamos el hilo de lo que estábamos diciendo. Los psicólogos llaman a esto descarrilamiento del tren de pensamiento. Este curioso nombre se debe a que las ideas, a lo largo de un discurso, están unidas unas a otras, como los vagones de un tren y una distracción puede hacer que perdamos el hilo de nuestros pensamientos.
Un estudio publicado en Nature Communications explica por qué nos ocurre esto. Y al parecer, el responsable del descarrilamiento de nuestras ideas es el sistema de frenado del cerebro, el mismo que nos hace quedarnos paralizados cuando se produce algo inesperado en la vida diaria que nos sobresalta, como, por ejemplo, el sonido de la bocina de un coche cuando caminamos por la calle.
En este caso nuestro cerebro reacciona inmediatamente deteniendo o desacelerando lo que estábamos haciendo. En el lenguaje técnico se habla de un enlentecimiento motor después eventos inesperados. Esta disminución de la velocidad de la conducta en curso después de sucesos inesperados podría ayudar a ganar tiempo para que el sistema cognitivo pueda evaluar si una acción en curso sigue siendo apropiada cuando cambian las circunstancias. La desaceleración del movimiento después de eventos inesperados se produce después de percepciones no previstas, errores, imprevistos o ante un resultado diferente al esperado después de una acción (errores en la predicción de la recompensa).
Un estudio llevado a cabo por el laboratorio del neurocientífico Adam Aron, de la Universidad de California, en San Diego, en colaboración con la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, sugiere que el mismo sistema del cerebro que participa en la interrupción del movimiento de nuestro cuerpo es el que también interrumpe el pensamiento y nos hace perder el hilo.
El estudio se centra en particular en una parte del sistema de frenado del cerebro: el núcleo subtalámico (STN). Se trata de un pequeño grupo de neuronas densamente empaquetadas localizadas en el cerebro medio, que forma parte de los ganglios basales, que a su vez son los encargados de que podamos llevar a cabo movimientos con la precisión adecuada.
Previamente Aron y sus colegas habían demostrado que el núcleo subtalámico se activa cuando es necesario detener la acción que estamos haciendo. Específicamente, puede ser importante, explica Aron, para una “parada brusca”, que provoca una sacudida de todo el cuerpo. Es lo que ocurre cuando, por ejemplo, estamos a punto de salir de un ascensor y de repente vemos que hay otra persona al otro lado de las puertas.
Del mismo modo, “un acontecimiento inesperado parece borrar lo que estábamos pensando”, explica. “La idea radicalmente nueva es que así como el mecanismo de parada del cerebro está implicado en la detención de lo que estamos haciendo con nuestro cuerpo, también podría ser responsable de la interrupción y el borrado de nuestros pensamientos.”
Adaptación para sobrevivir
Si la investigación posterior confirma la conexión sugerida por el estudio actual, entre el núcleo subtalámico y el olvido de lo que estábamos a punto de decir después de un evento inesperado, los investigadores creen que podría tratarse de una función de adaptación del cerebro. Este mecanismo para detener la acción y el pensamiento, podría haber evolucionado hace mucho tiempo como una manera de “resetear” nuestra cognición y permitir que se centre en algo nuevo. Hay que remontarse a la época en que nuestros antepasados vivían aún en África. “Usted está caminando una mañana en la sabana africana, para ir a recoger leña. Está ensimismado pensando en la comida que va a preparar, cuando, de pronto, se oye un crujido en la hierba. Se para en seco y todos sus pensamientos sobre la cena se desvanecen para centrarse en averiguar lo que podría haber provocado ese ruido.
En este caso, olvidar lo que estábamos pensado hace un segundo, para centrar nuestra mente en descubrir si es un león u otro animal peligroso el que ha hecho el ruido, es una cuestión vital. Y frenar todo pensamiento que nos distraiga también lo es. Aquellos que siguieran abstraídos en sus pensamientos, pese a los indicios de un potencial peligro, a buen seguro tuvieron menos posibilidades de transmitir sus genes a la siguiente generación. Mientras que aquellos en los que el cerebro frenaba simultáneamente sus movimientos y sus pensamientos, podían vivir para contarlo (a sus nietos). De ahí que este sistema de frenado simultáneo se haya conservado hasta nuestros días.
Para el estudio se analizaron los electroencefalogramas de 20 sujetos sanos, así como las señales de los implantes de electrodos localizados en el núcleo subtalámico de siete personas con la enfermedad de Parkinson. Esta enfermedad puede causar temblores musculares, así como movimiento ralentizado. Los pacientes de Parkinson también pueden presentarse como el “opuesto del distraído”, con una corriente de pensamiento tan estable que puede parecer difícil de interrumpir. El mismo sistema del cerebro que está implicado en las anomalías de la actividad motora en estos pacientes, el núcleo subtalámico, podría ser también el que los mantiene centrados en sus pensamientos. El núcleo subtalámico es el principal blanco para implantar los electrodos en la estimulación cerebral profunda terapéutica en la enfermedad de Parkinson, para corregir los síntomas antes mencionados.
Recuerde estas letras
En cada ensayo, se pidió a los voluntarios mantener en mente una cadena de letras, que después tenían que recordar en un test. La mayoría de las veces, mientras mantenían las letras en mente (en su memoria de trabajo), y antes de la prueba de memoria, escuchaban un sonido de una sola frecuencia. Pero algunas veces, este sonido era sustituido por el del canto de los pájaros, que no es algo alarmante como un sonido estridente, pero es inesperado y sorprendente cuando es un teléfono móvil el que empieza a piar de repente. La actividad cerebral de los voluntarios fue grabada, así como su precisión al recordar las letras.
Los resultados muestran que los acontecimientos inesperados manifiestan la misma “marca” en la actividad del cerebro que una parada repentina del movimiento. Y en ambos casos interviene el núcleo subtalámico. Y cuanto más activa está esta estructura, o cuanto más responde esta parte del cerebro al sonido inesperado (el piar de los pájaros en el móvil), más se ve afectada la memoria de trabajo de los participantes (fundamental para recordar algo durante un corto periodo de tiempo, como en el caso de las letras del experimento) y peor pudieron recordar las letras que trataban de tener en mente.
“Hemos demostrado que los sucesos inesperados o sorprendentes reclutan el mismo sistema del cerebro que utilizamos para detener activamente nuestras acciones, que, a su vez, parece influir en el grado en que afectan este tipo de eventos sorprendentes a nuestra trenes de pensamiento en curso”, explican los investigadores.
El papel del núcleo subtalámico para detener el cuerpo y la interrupción de la memoria de trabajo concuerda con el lugar en que este núcleo está situado dentro de los circuitos del cerebro. Sin embargo, se necesita más investigación para determinar si hay una relación causal entre la actividad observada en el núcleo subtalámico y la pérdida de la memoria de trabajo, advierten los investigadores.
Una posible futura línea de investigación es ver si el núcleo subtalámico y los circuitos asociados juegan un papel en condiciones caracterizadas por la distracción, como el trastorno de hiperactividad con déficit de atención. “Esto es altamente especulativo,” destaca Aron, “pero podría ser fructífero explorar si el núcleo subtalámico se activa más fácilmente en el TDAH”.
También podría ser potencialmente interesante ver si este sistema podría ser activado deliberadamente y de forma activa para interrumpir los pensamientos intrusivos o recuerdos no deseados, explican. El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza precisamente por la aparición de ese tipo de pensamientos intrusivos difíciles de contener. Y también, como en el párkinson, en casos muy graves, resistentes a la psicoterapia y a la medicación, se colocan electrodos en el núcleo subtalámico para interrumpir esos pensamientos obsesivos y la repetición de los rituales destinados a frenarlos.