La comunidad hispana de Queens, en Nueva York (noreste de EE.UU.), quedó conmocionada hace unas semanas con la noticia de la muerte de la joven Alejandra Parapi, de 14 años.
Alejandra, que había logrado llegar sola a EE.UU. desde Ecuador para reunirse con su familia hace seis años con la ayuda de un coyote, se quitó la vida en los bajos del edificio en el que vivía con sus padres.
El motivo del suicidio de la joven ecuatoriana es un misterio, aunque su caso está lejos de ser una excepción y pone de relevancia un asunto que preocupa a los profesionales de la salud en EE.UU. desde hace décadas: la alta incidencia de los intentos de suicidio entre las adolescentes latinas.
Recientemente, el Centro para la Prevención y el Control de las Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) publicó los resultados de una encuesta bianual que realiza entre los jóvenes del país y que indica que, de nuevo, el número de hispanas que se plantearon seriamente quitarse la vida o lo intentaron superó ampliamente al de las chicas blancas o negras no hispanas.
Según los datos del CDC, en 2013 un 26% de las jóvenes latinas de entre 13 y 17 años aseguraron haber contemplado suicidarse, frente a un 21,1% de las blancas y un 18,6% de las negras.
La diferencia es más acusada si se analizan las cifras de las hispanas que intentaron quitarse la vida: un 15,6%, frente al 10,7% de las negras y el 8,7% de las blancas.
Según los expertos, son diversas las causas que explicarían la mayor incidencia del suicidio entre las jóvenes hispanas.
Brecha cultural
El Dr. Luis Zayas, decano de la Escuela de Trabajo social de la Universidad de Texas, lleva más de tres décadas estudiando el fenómeno del suicidio entre las adolescentes latinas.
Inició sus investigaciones sobre esta problemática a fines de los años ’70, mientras trabajaba en las salas de emergencias y clínicas de salud mental de la ciudad de Nueva York, donde atendió numerosos casos de jóvenes puertorriqueñas que habían intentado quitarse la vida.
Con el tiempo se dio cuenta de que el fenómeno no se limitaba a las chicas provenientes de la isla caribeña, sino que se daba en la mayoría de comunidades de origen hispano de todo el país, especialmente entre las jóvenes de entre 13 y 17 años.
Según explica Zayas en conversación con BBC Mundo, ya en la primera encuesta sobre conductas riesgosas de los jóvenes que el CDC elaboró en 1991 quedó reflejado que, a nivel nacional, eras las latinas las que tenían más tendencias suicidas.
El profesor de la Universidad de Texas apunta que todavía siguen investigando qué factores hay detrás detrás de este fenómeno, aunque señala que una de las causas principales serían las grandes diferencias culturales entre las jóvenes hispanas y sus padres.
“Los progenitores traen sus valores y creencias de sus países de origen y las niñas se crían en EE.UU., en una sociedad donde la tradición no tiene tanta importancia. Así que no solo hay la brecha generacional que suele ser habitual entre padres e hijos, sino que también hay una brecha cultural“, explica Zayas. Y agrega: “así, muchas veces los padres de estas adolescentes tienen una idea preconcebida de cómo deben ser sus hijas como mujeres y cómo deben comportarse y les imponen muchas más restricciones, lo que choca con la libertad que las niñas experimentan en la escuela y se crea un conflicto“.
“Las niñas quieren comportarse como sus amigas pero sus padres no se lo permiten. A eso hay que sumar las ideas que los progenitores tienen de las relaciones de pareja, que chocan también con las de sus hijas“, explica Zayas.
Falta de comunicación
Según el experto, otro de los factores detona las conductas suicidas es la falta de comunicación entre las jóvenes y sus madres. Zayas indica que han logrado identificar este problema porque son las madres las que suelen acompañar a las menores a las salas de emergencia o a las citas con los terapeutas tras un intento de suicidio.
“Cuando hay una mala comunicación entre hijas y madres, la probabilidad de un intento de suicidio aumenta. Las jóvenes quieren que sus madres las entiendan. De hecho, en un estudio que realizamos en Nueva York vimos que cuando aumenta la comunicación entre madre e hija se reduce la probabilidad de un intento de suicidio en un 50%“, señala.
Zayas apunta, también, que en este caso el problema es la brecha cultural entre madre e hija: “si ambas estuvieran en el país de origen, estarían en un ambiente cultural que las dos compartirían, pero en el país de acogida la comunicación se corta“.
Según Zayas, a todo esto se suma el estigma que rodea en la comunidad hispana a las enfermedades mentales y el hecho de que, al provenir de entornos socioeconómicos desfavorecidos, las latinas tienen más dificultades para acceder a profesionales de la salud que les puedan ayudar.
Uno de los lugares en los que se regustran mayores tasas de suicido entre las jóvenes hispanas en EE.UU. en las últimas décadas es Nueva York. Para hacer frente a esta problemática, en 2008 la ciudad creó un programa de salud mental llamado Life is Precious (La vida es preciosa), para intentar, entre otras cosas, que las jóvenes se reconcilien consigo mismas y con sus familias, y enseñar a los progenitores a detectar los síntomas de depresión en las muchachas.
Pobreza
Beatriz Coronel, coordinadora del programa, explica que, a las causas apuntadas por el doctor Zayas, hay que añadir otros factores que hacer que las chicas latinas sean vulnerables.
“En algunos casos que hemos atendido, las jóvenes han sufrido algún tipo de violencia doméstica o sexual y también algunas han sido acosadas en la escuela“, explica Coronel en conversación con BBC Mundo.
“El estatus socioeconómico de muchas jóvenes es un factor importante porque no tienen acceso a ayuda de profesionales de la salud. Muchas veces van a escuelas de barrios pobres en las que no hay recursos para tener un consejero que pueda ayudarlas en caso de que estén atravesando un mal momento“, señala Coronel. Y agrega: “eso hace que no puedan contarle a nadie por lo que están pasando ya que no se atreven a decírselo a sus familias. La cultura latina en muchos casos anima a que internalicemos nuestros sentimientos y a que las mujeres sean sumisas. Además, hay un estigma en torno a los problemas de salud mental. En nuestra cultura, si vas a un terapeuta te llaman loca“.
Coronel señala que los problemas relacionados con la apariencia y la autoestima también juegan un rol, ya que los medios hispanos en EE.UU. exaltan un tipo de belleza que no se corresponde con la realidad, “además de que en la comunidad latina hay unas elevadas tasas de obesidad“.
Según la experta, en Life is Precious trabajan a través de diferentes programas para ayudar a que “las jóvenes aprendan a externalizar sus emociones” y para que el tema suicidio deje de ser un tabú: “existe el mito de que si se habla con los jóvenes del suicidio puedes promover conductas peligrosas pese a que, en base a nuestra experiencia, es todo lo contrario. Hablar del tema les ayuda a abrirse y a expresar lo que sienten. Muchas jóvenes se están abrumadas y necesitan ayuda, pero a menudo lo ocultan, lo que es un gran problema. Tenemos que darles el espacio para que se puedan expresar”.