El agua es un bien que empieza a escasear en Portugal. Pero lejos de buscar soluciones, los políticos del país están centrando sus energías en actividades económicas que aumentan su consumo.
Alrededor del 30 por ciento del agua del grifo en Portugal se filtra al subsuelo sin ser utilizada porque las redes de suministro no están modernizadas. Y eso no es todo. Cerca del 80 por ciento del suministro de agua del país -una cifra demasiado alta, según los expertos- lo consume la industria agrícola, mientras casi el diez por ciento del agua potable se vierte en campos de golf destinados al turismo. Todo un lujo, porque oficialmente el 89 por ciento de la superficie del país se encuentra seca, y el 40 por ciento está afectada por una sequía extrema.
Pero nadie parece estar realmente preocupado por ello. “Hay sequía y va a empeorar”, explica el profesor universitario y experto en agua Joaquim Poças Martins: “Debido a que tenemos un buen suministro de agua y esta fluye constantemente de todos los grifos todo el tiempo, los ciudadanos no son realmente conscientes de ello”.
Al parecer, los políticos tampoco están alarmados, señala Francisco Ferreira, también profesor universitario y ecologista: “Hace tiempo que deberíamos tener un plan nacional del agua, con tal de utilizarla de forma sostenible. Pero no existe tal plan. Por eso, en crisis como ésta, el activismo es más bien inútil”.
“Un delito ecológico”
Según los expertos, la agricultura portuguesa depende de cultivos inadecuados y consume demasiada agua, debido a métodos de riego obsoletos. “En el Algarve, en el sur, está prevista una plantación de aguacates de 600 hectáreas, y estos necesitan mucha agua, algo que escasea en la región. Es un crimen ecológico”, advierte la ingeniera medioambiental Catarina Rodrigues, que forma parte de la organización ecologista portuguesa Quercus.
Sin embargo, el ministerio de Agricultura apoya planes como estos, incluso en áreas protegidas, porque los aguacates, las cerezas o las moras, por ejemplo, se venden bien y a buen precio.
El nivel de las aguas subterráneas se reduce
En muchas partes de Portugal, el nivel de las aguas subterráneas se está agotando. Una de las razones es el monocultivo de eucalipto, con el cual la industria de la celulosa y el papel del país está haciendo un buen negocio. “Las plantaciones de eucalipto representan un sector económico de unos cinco mil millones de euros”, calcula Poças Martins, que también fue secretario de Estado de Medio Ambiente.
Si la economía portuguesa no puede prescindir de estas plantaciones, es necesario encontrar una alternativa, algo que no cree posible el profesor Ferreira: “El eucalipto es un monocultivo. Tenemos que apostar por la diversidad y la resiliencia, y utilizar los recursos hídricos de forma responsable. De lo contrario, nuestros paisajes no sobrevivirán a los próximos incendios forestales, ni a la próxima sequía”.
Y luego están los turistas
En la región turística del Algarve, la extracción excesiva e incontrolada de aguas subterráneas en la franja costera -perforándo pozos ilegales, por ejemplo- ha provocado que el agua salada se mezcle con las subterráneas, inutilizándolas y dañando el suelo.
Pero, además, el Algarve es una zona que necesita mucha agua, debido a la gran cantidad de turistas que gozan de sus playas. Se calcula que diez millones de personas -tantas como habitantes tiene Portugal- acudían allí cada año antes de la pandemia de COVID-19.
Este año, según estiman cifras actuales, se prevé la llegada de muchos más visitantes. El Gobierno y los responsables locales se muestran satisfechos, pues el turismo se ha convertido allí en la principal fuente de ingresos.