En una multitudinaria manifestación frente al Parlamento, Salome Zurabishvili consideró lo ocurrido como algo “sin precedentes, único, masivo y sistemático”.
La presidenta de Georgia, Salome Zurabishvili, denunció este lunes en una multitudinaria manifestación de protesta convocada frente al Parlamento que las elecciones parlamentarias del pasado sábado fueron “robadas” por el gobernante partido prorruso Sueño Georgiano, y prometió el retorno de la nación caucásica “al camino europeo”.
“No perdimos las elecciones, nos robaron los votos, nos robaron el futuro”, declaró entre los gritos de aprobación de los manifestantes. La oposición convocó a una masiva protesta frente a la sede del Legislativo, a la que acudieron decenas de miles de personas, según la agencia AFP. “Juro que seguiré junto a ustedes por el camino europeo hasta el final”, añadió la presidenta.
La mandataria anunció a los presentes que había conversado con seis presidentes de otros países sobre la situación y “ninguno reconoció las elecciones”. “Todos dicen que debemos investigar esto hasta el fin, probablemente con ayuda internacional”, añadió Zurabishvili, que calificó el presunto robo de votos como un hecho “sin precedentes, único, masivo y sistemático”.
Prioridad: “integración europea”
Según Zurabishvili, el fraude se llevó a cabo, entre otros, mediante el voto electrónico, utilizado por primera vez en Georgia. Se encontró el mismo número de documento de identidad correspondiente a “diecisiete votos, veinte votos, en distintas regiones”, acusó. Los presuntos defraudadores también utilizaron “métodos clásicos”, como la “compra de votos, presiones sobre cargos públicos”, señaló la jefa de Estado.
Sueño Georgiano, en el poder desde 2012, obtuvo el 53,92 por ciento de los votos, según los resultados casi definitivos de los comicios, mientras que la oposición habría alcanzado el 37,78 por ciento. Los cuatro bloques opositores que obtuvieron escaños en el Parlamento -Coalición por los Cambios; Unidad; Georgia Fuerte y Gajaria por Georgia- se plegaron a las protestas contra un gobierno que consideran prorruso y autoritario.
La UE, que congeló las negociaciones de ingreso con Georgia, llamó a las autoridades locales a investigar las presuntas “irregularidades” detectadas durante la votación y el escrutinio. El Kremlin, por su parte, acusó a fuerzas externas -en alusión a Estados Unidos y la UE- de intentar desestabilizar la situación en la nación caucásica al poner en cuestión la limpieza de los comicios.
En un intento de aplacar la polémica, el primer ministro georgiano, Irakli Kobajidze, insistió en que la “principal prioridad” de Tiflis en “política exterior” es “la integración europea” y dijo esperar reanudar “las relaciones” con Bruselas.