Después de más de cuatro horas de debate en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y sin haber logrado los apoyos suficientes para recibir luz verde, los republicanos suspendieron la votación del proyecto de reforma sanitaria impulsado por el presidente Donald Trump para derogar la Ley sanitaria de Obama; su promesa electoral estrella durante la campaña presidencial y a la que se ha entregado desde el día uno de su mandato.
Estaba previsto que los congresistas votasen a las 3.30 de la tarde -hora local- de este viernes, tras el aplazamiento acordado un día antes ante la evidente falta de consenso -incluso dentro del GOP. A esa hora, sin embargo, la Cámara de Representantes suspendió la sesión. Varios medios estadounidenses informaban de que, tras la conversación entre Trump y el portavoz Paul Ryan, el presidente le había pedido que cancelara la votación.
Como había advertido este jueves, si el viernes no lograban los apoyos suficientes para avanzar en la tramitación de su reforma sanitaria, Trump estaba dispuesto a pasar página y aparcar la reforma sanitaria. Desde la Casa Blanca, el presidente responsabilizó a los demócratas del fracaso y sostuvo que “lo mejor que podemos hacer, políticamente hablando, es dejar que Obamacare explote”.
En su opinión, será entonces cuando los demócratas estarán dispuestos a trabajar conjuntamente en una reforma sanitaria. “Hemos aprendido mucho”, decía Trump en el Despacho Oval, junto al vicepresidente Mike Pence. al recordar cómo han trabajado para ultimar el proyecto.
Los republicanos no lograron sumar los 216 votos necesarios para que la reforma sanitaria prosperara en la Cámara. Pero no sólo por la falta de apoyo entre los demócratas sino también en sus filas. Varios miembros del Freedom Caucus habían anunciado que no votarían a favor de la ‘Trumpcare’. “Estuvimos muy cerca pero no alcanzamos el consenso. Por eso creo que lo más inteligente era no proceder a la votación y retirar el proyecto”, explicaba el portavoz del Partido Republicano, Paul Ryan, ante los medios poco después de que se suspendiera la sesión.
El líder del GOP reconocía que esto era, sin duda, un “revés” para los conservadores y que era necesaria una reflexión sobre cómo habían llegado hasta ahí. También miraba hacia delante pensando en la agenda que los republicanos tienen en el horizonte para “mejorar” la vida de los estadounidenses. “Tenemos grandes y ambiciosos planes”, decía refiriéndose a asegurar las fronteras, reconstruir el ejercito, controlar el déficit o la reforma impositiva, entre otros.
El porte de Ryan, cabizbajo tras acusar el golpe de la derrota, contrastaba con la sonrisa de los miembros del Partido Demócrata. La portavoz de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosy, explicó en su comparecencia ante los medios que este era “un gran día para el país, una gran victoria para el pueblo americano para los mayores, los discapacitados, los niños, los veteranos…”
Pero no sólo, añadió, para “los 24 millones de personas” que podían haberse quedado sin cobertura si hubiese salido adelante la ley sino para todos los asegurados que podrían haber visto mermados sus beneficios.
Durante todo el debate, los congresistas demócratas expusieron su oposición en la cámara junto a un cartel explicativo con varias consecuencias que acarreaba la aprobación de la reforma sanitaria de Trump como “costes más altos para las familias” y 24 millones de personas perderán cobertura”.
El diario The Wall Street Journal apuntaba que el texto está acabado a tenor de las palabras del presidente del Comité de Energía y Comercio en la Cámara de Representantes, el republicano Greg Walden. “Vamos a seguir cuidando a los ciudadanos americanos, pero no va ser a través de este vehículo”, dijo al abandonar la reunión de “emergencia” que tenían los congresistas del GOP.
Claves de la reforma
Como informaba Pablo Pardo ayer, las claves de la contrarreforma sanitaria son cuatro. La primera es la eliminación de un impuesto que se agrega al IRPF y que grava las inversiones financieras de los contribuyentes con unos ingresos brutos de más de 188.000 euros anuales. Con ese gravamen, más una pequeña expansión del impuesto que financia el Medicare -el sistema público-privado que cubre la atención médica a la tercera edad -, se ha financiado la expansión de la cobertura sanitaria de la reforma.
El segundo aspecto es la eliminación de la expansión de otro programa público-privado, el Medicaid, que beneficia a las personas de ingresos bajos. El Medicaid es financiado por el Gobierno federal, que transfiere fondos a los estados, que a su vez lo gestionan.
El tercer componente es la derogación de las multas establecidas en 2010 para las personas que no tengan un seguro médico privado, y que ascienden a un máximo de 653 euros por persona y año.
El cuarto aspecto regula los servicios que las aseguradoras pueden negar y las obliga a destinar más a la atención médica de sus clientes.