Los hará una empresa privada en convenio con el gobierno y el INTA. Se obtendrán por clonación.
Este año se creó en la Argentina la primera empresa biotecnológica que se dedicará a la producción de cerdos libres de gérmenes patógenos. Cuando nazcan por clonación y crezcan, podrían convertirse en dadores de células y órganos para pacientes que sufran enfermedades cardíacas o pulmonares en el futuro. La empresa se llama Arxeno, y trabajará en convenio con el INTA. Empleará a más de 20 profesionales que impulsarán el desarrollo de los “xenotrasplantes”, es decir, los trasplantes con órganos de otras especies.
“Creamos la empresa con apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y el Conicet. Está presidida por Jorge Mirczyn y Jéssica Pere. La idea es producir cerdos con modificaciones genéticas, que sean aptos para trasplantes en el futuro”, contó a Clarín el médico cirujano Adrián Abalovich. Hasta ahora el gran obstáculo para conseguir órganos a partir de los animales fue el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas. Frente a la escasez de órganos provenientes de donantes humanos, el uso de los animales siempre estuvo en la mira de los científicos. En 1964, Keith Reemtsma trasplantó riñones de chimpancé a enfermos con insuficiencia renal en los Estados Unidos. En 1984 también en ese país se hizo el trasplante de un corazón de un babuino (un primate de África) en una nena que tenía una enfermedad congénita. Pero murió a los 21 días. Desde entonces, la investigación en xenotrasplantes sigue con lentos avances. “El desafío es producir cerdos libres de gérmenes patógenos, que luego se clonarán para obtener órganos”, resaltó Abalovich. “Tendremos un establecimiento con condiciones especiales para mantener a los animales”.
Abalovich formó parte del equipo de investigadores que logró el trasplante de islotes del páncreas de cerdos en 22 pacientes con diabetes tipo 1 del hospital Eva Perón de San Martín. “En ese ensayo clínico con pacientes, se usaron islotes de células productoras de insulina de los animales –explicó Abalovich–. Los pacientes recibieron dosis bajas. Como resultado, observamos que a partir del trasplante, la necesidad de recibir de insulina diariamente bajó entre un 30 y un 80% en la mitad de los pacientes”. El trabajo se publicará pronto en la revista especializada Transplantation.