El CNIO desarrolla un tratamiento experimental para inactivar los genes de fusión, presentes en uno de cada cinco cánceres.
Alrededor de un 20% de los casos de cáncer tienen genes que no se encuentran en las células sanas. Son genes aberrantes, técnicamente llamados genes de fusión, que se forman cuando cromosomas distintos se intercambian fragmentos de ADN por error. Son diferentes a otras alteraciones genéticas que causan el 80% restante de cánceres, y que afectan a genes que también están presentes en células sanas.
Sandra Rodríguez Perales, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid, razonó que la nueva técnica de edición genética CRISPR podría mejorar el tratamiento de este 20% de cánceres que se inician por genes de fusión. Esta técnica permite cortar y pegar fragmentos de ADN con precisión razonable en puntos concretos del genoma. Por lo tanto, podría eliminar los genes aberrantes de las células tumorales sin consecuencias para las células sanas.
Ha puesto la idea a prueba con dos tipos de cáncer que siempre se inician por genes de fusión: el sarcoma de Ewing –que suele afectar a adolescentes y adultos jóvenes- y la leucemia mieloide crónica –que representa aproximadamente un 20% de todas las leucemias-. Otros cánceres que presentan genes de fusión y que tal vez se podrían tratar con CRISPR incluyen el de próstata (en un 55% de los casos), el colorrectal (30%), el de mama (10%) o de pulmón (4%).
Rodríguez Perales ha demostrado que la técnica CRISPR permite desactivar los genes de fusión en cultivos de células tumorales. Para ello, ha usado un virus inocuo para las células sanas, que es el encargado de transportar las instrucciones de edición genética al interior de las células.
Posteriormente ha probado la técnica, también con éxito, en ratones a los que se habían implantado tumores humanos. “El objetivo a medio plazo es llegar a realizar un ensayo clínico para que el avance llegue a los pacientes”, señala. “Antes habrá que encontrar una técnica segura para administrar CRISPR a personas, porque no está demostrado que el virus que hemos utilizado en ratones se pueda aplicar sin riesgo a pacientes”.