El traficante de drogas Leroy Shuarod Steele le vendió un analgésico tan potente a uno de sus clientes en el estado de Ohio (EE.UU.) que este murió de inmediato por sobredosis.
En enero de este año, Steele, de 36 años, admitió en un tribunal haberle suministrado en marzo de 2015 una dosis letal de fentanilo a la víctima, identificada solamente con las iniciales T.R.
Se trata de un opioide sintético 50 veces más poderoso que la heroína y 100 veces más que la morfina, que se usa legalmente para tratar dolores crónicos pero que en los últimos años ha desatado una crisis de muertes en el país por su consumo abusivo.
El acusado confesó también haber adquirido el sedante a proveedores en China, para luego distribuirlo en las ciudades de Akron y Fairlawn, en el estado de Ohio, en el centro noreste del país.
El caso, sin embargo, estuvo lejos de conmocionar a las poblaciones de ambas localidades. Sus residentes se han habituado a las muertes provocadas por el consumo de este analgésico, una de las drogas que más preocupa a las autoridades del país.
“Esta es una vida humana más perdida por causa de los opioides traídos a Ohio desde China”, dijo en enero la fiscal Carole Rendon, a cargo del distrito en el que ocurrió el delito.
Las palabras de Rendon han sido replicadas por otros funcionarios en estados como Kentucky, Nuevo Hampshire y Virginia Occidental, donde, además de Ohio, las muertes por sobredosis de fentanilo y heroína han aumentado sostenidamente desde 2011, hasta el punto de considerarse una epidemia.
En 2015, el año más reciente del que se tienen datos disponibles, el fentanilo y otros opioides sintéticos similares mataron a casi 10.000 personas en EE.UU., un 73% más que en 2014.
Y la autoridad sanitaria del país advierte que los números van en aumento.
La Administración para el Control de Drogas (DEA, por su sigla en inglés) señaló en un informe de noviembre del año pasado que el fentanilo ilícito es responsable de la crisis por sobredosis que asola al país. Y que China tiene mucho que ver.
¿Por qué?
Lo fabrica
El gigante asiático es el principal proveedor de fentanilo ilegal y otros de sus derivados a Estados Unidos, según puntualizó el mismo reporte de la DEA del año pasado.
La agencia antidrogas explicó entonces que la mayoría de los envíos de fentanilo ilegal llegaban por contrabando desde China —en menor medida desde México— por medio del servicio de correo postal estadounidense.
Los traficantes adquieren en el país asiático fentanilo en polvo, químicos asociados y máquinas para fabricar píldoras. El fármaco se procesa luego en EE.UU. y se mezcla con heroína u otros componentes similares.
China es una fuente global de fentanilo porque sus grandes industrias farmacéuticas y químicas están pobremente reguladas y monitoreadas, apuntó en un informe de este año la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre EE.UU. y China (USCC, por su sigla en inglés).
Este comité fue creado en el año 2000 para presentar informes al Congreso estadounidense sobre las relaciones entre ambos países.
Sin embargo, China ha invertido esfuerzos internos para regular la fabricación y venta del fentanilo y sus componentes, tras negociaciones que iniciaron en 2015 con el gobierno estadounidense.
La primera acción de Pekín fue prohibir en octubre de ese año la producción y venta de más de 100 químicos sintéticos, entre los que había algunos compuestos del fentanilo.
Paradójicamente, estas sustancias no contaban con mayores regulaciones en China ya que no eran consumidas de forma abusiva en el país asiático.
Estados Unidos, a su vez, anunció la apertura de una segunda oficina de la DEA en China y el pasado enero su director visitó ese país por primera vez en más de una década.
Dos meses después de ese viaje, Pekín sumó a la lista de sustancias prohibidas cuatro componentes claves utilizados para fabricar fentanilo, una decisión que la DEA celebró como un “punto de inflexión” en la lucha contra el tráfico ilícito de esta droga a EE.UU.
“A raíz de la prohibición de esos cuatro químicos, es difícil afirmar si China sigue siendo el principal proveedor de fentanilo a Estados Unidos”, advirtió a BBC Mundo un portavoz de la DEA.
Sin embargo, añadió, todavía es temprano para registrar un declive en el número de víctimas por consumo de fentanilo en Estados Unidos.
Los esfuerzos han sido resaltados positivamente por ambas naciones, aunque la USCC advierte que China ha tenido dificultades para monitorear el funcionamiento de laboratorios farmacéuticos legales e ilegales, lo que ha llevado a una continuación en la producción y exportación de drogas ilícitas.
Además, la colaboración entre ambos países en este respecto supone un tema de fricción diplomática, según le explicó a BBC Mundo Howard Zhang, editor del servicio chino de la BBC.
“El gobierno chino ha negado en varias ocasiones que las drogas que exporta o solía exportar fuesen la causa de todas esas muertes por sobredosis en Estados Unidos”, dijo Zhang.
Durante una reunión sobre narcóticos de Naciones Unidas a mediados del año pasado, Liu Yuejin, viceministro chino de Seguridad Pública, dijo que los países que consumen drogas ilegales “no tienen justificación en exigir que solo los países productores de drogas combatan su fabricación; también deben abordar el mercado de consumo”.
Por correo postal y con bitcoins
Ese mercado de consumo, que sigue aumentando en Estados Unidos debido a la alta incidencia de la dependencia a los opioides, es una oportunidad de negocio para los traficantes, que ante las prohibiciones impuestas por China han buscado formas ingeniosas de seguir fabricando fentanilo, más adictivo y barato que la heroína.
Una muestra de ello es la presentación del fentanilo para su consumo.
Las autoridades estadounidenses han incautado píldoras del potente analgésico que aparentan corresponder a fármacos menos peligrosos, como el alprazolam o la oxicodona.
En muchas ocasiones, señaló la DEA, el consumidor ni siquiera conoce su composición real.
Las autoridades también han detectado fentanilo mezclado en polvo de heroína y de cocaína o alterado en sus diferentes compuestos químicos, algunos de ellos todavía legales en China.
La venta, además, suele hacerse por medio de redes oscuras, sectores encriptados en internet en los que es posible realizar actividades ilegales. A menudo las transacciones se hacen con la moneda virtual bitcoin, que es imposible de rastrear.
La distribución también supone un problema, según han señalado funcionarios estadounidenses, ya que una gran cantidad de opioides, en especial el fentanilo, entra en el país por medio del correo postal.
Este es uno de los factores que algunos políticos estadounidenses consideran como un asunto que no depende de China, sino de reforzar internamente la seguridad del servicio de correos.
Por eso varios congresistas estadounidenses propusieron este mes un proyecto de ley para exigir una tecnología más avanzada en el seguimiento electrónico de todos los paquetes y sobres grandes enviados por correo a Estados Unidos.
Sin embargo, funcionarios del servicio postal del país argumentaron que incluir esta tecnología costaría entre US$1.200 y US$4.800 millones en un periodo de diez años y perjudicaría los envíos, ya que solo el 40% de los países extranjeros tiene la capacidad de proveer ese tipo de datos avanzados.
Más allá de la distribución, los gobiernos de Estados Unidos y de China aseguran que la cooperación que mantienen contribuirá en gran medida con la disminución de muertes por sobredosis de opioides en Estados Unidos.
Pero advierten también que la efectividad de su estrategia solo podrá probarse dentro de unos años.
Mientras tanto, los gobiernos locales en EE.UU. tendrán que seguir haciendo frente a las muertes por sobredosis de drogas, que superan desde 2009 a las causadas por armas de fuego, accidentes de tránsito, suicidios y homicidios.