El nombre de Robert E. Lee está inmortalizado en decenas de escuelas, carreteras, edificios y monumentos de todo el sur de Estados Unidos.
Uno de esos monumentos, una enorme estatua de Lee a caballo en Charlottesville, Virginia, está al centro del enfrentamiento el pasado fin de semana entre ultranacionalistas blancos y manifestantes opositores que terminó en violencia, dejando una persona muerta y 19 heridas.
Los ultranacionalistas -conocidos también como supremacistas blancos por sostener que su raza es superior a las demás- se congregaron en esta tranquila ciudad para protestar contra los planes de remover la estatua.
Robert E. Lee fue el general del ejército de los Estados Confederados (del sur) que se opusieron a la abolición de la esclavitud en la guerra civil de EE.UU. entre 1861 y 1865.
Las tropas de Lee fueron derrotadas en Gettysburg, en una batalla decisiva, seguida luego de otra derrota que culminó en la rendición del general confederado en Appomattox, Virginia, el 29 de marzo de 1865.
Gran parte de la población de los estados confederados rehusaron aceptar la derrota militar y política como el fin de sus estructuras sociales y económicas basadas en la explotación de los esclavos.
Apenas unas décadas después, a través de todo el sur, se empezaron a erguir estatuas y monumentos a los “héroes” confederados creando un culto en torno a sus personalidades bajo el lema de “¡El sur se alzará de nuevo!”.
Masacre
A pesar de la abolición de la esclavitud, el trato inhumano contra los negros liberados continuó en el sur, con linchamientos perpetrados por grupos supremacistas blancos como el Ku Klux Klan, seguidos de la segregación, exclusión y falta de oportunidades para los afroestadounidenses.
La estatua ecuestre de Robert E. Lee en Charlottesville, iniciada por el escultor neoyorquino Henry Merwin Shrady y concluida por el italiano Leo Lentelli, adorna la ciudad desde 1924.
Sin embargo, en años recientes, tanto los residentes como los gobernantes de esta ciudad que es de tendencia demócrata han solicitado su retirada.
A partir de 2015, tras la masacre en una iglesia de feligreses negros en Charleston (Carolina del Sur), tomó mayor impulso la oposición al despliegue público de símbolos que recuerdan y honran ese pasado oscuro, como la bandera confederada y los monumentos a los personajes que la defendieron.
Algunos estados sureños han capitulado ante la presión pública, particularmente Carolina del Sur, donde la bandera confederada dejó de ondear frente al capitolio estatal, y en Luisiana, donde se retiraron varios monumentos de destacadas figuras militares y políticas del antiguo sur en Nueva Orleans.
Entre ellas había una de Robert E. Lee posado sobre una gran columna de 20 metros, que llevaba 133 años dominando el panorama de la ciudad y mostraba al general con los brazos cruzados mirando desafiantemente hacia el norte, el lugar del otrora enemigo.
La opositores del desmantelamiento arguyeron que se estaba destruyendo parte de la historia de la ciudad.
Sus protestas se llevaron a cabo pacíficamente aunque la retirada tuvo que realizarse bajo protección policial, con obreros con chalecos antibalas, por temor a una reacción violenta de grupos ultranacionalistas y supremacistas blancos.
Polémico
Pero, ¿qué efecto puede tener ocultar de la vista pública estos monumentos del pasado, particularmente los de Robert E. Lee?
La efigie y especialmente el nombre del general están presentes en innumerables edificios y escuelas del sur del país.
Ello es así porque, de alguna manera, la figura de Lee ha sido rehabilitada en la historia estadounidense (no sólo en el sur) como un hombre que estuvo del lado equivocado de los hechos y fue derrotado pero no fue un villano.
Después de la guerra civil, Lee apoyó el programa de reconstrucción del país y se convirtió en un ícono de la reconciliación entre el sur y el norte.
A pesar de seguir sosteniendo puntos de vista cuestionables, como oponerse al voto de los negros, Lee abogaba por un sistema público de educación para esta comunidad y apoyó los derechos civiles de todos.
Robert E. Lee terminó sus días como el rector de una distinguida universidad en Lexington, Virginia, que lleva su nombre: Universidad Washington Lee.
Su gestión académica ha sido elogiada y la institución conserva su despacho tal cual lo dejó. Igualmente, en una capilla aledaña se encuentran los restos del militar confederado en un mausoleo.
Pero los que irguieron los monumentos no lo hicieron para honrar esa figura del derrotado guerrero transformado en educador.
“Muchas estatuas fueron erguidas unos años después del fin de la guerra civil para mofarse de la comunidad negra tras la abolición de la esclavitud”, dijo a la BBC el respetado activista de derechos civiles, el afroamericano Bryan Stevenson.
“En EE.UU. tenemos monumentos y memoriales de la confederación por todos lados. Tenemos muy pocos que hablan sobre la esclavitud, la época del terror”, dijo al corresponsal de la BBC Aleem Maqbool.
“Se trata de la narrativa”, explicó a Maqbool. “El retirar las estatuas de héroes confederados es el paso inicial obvio”.
El retirarlas puede probar ser difícil, sin embargo, no sólo por las manifestaciones de los supremacistas blancos como la que terminó en violencia en Charlottesville.
A pesar de las iniciativas de Consejo de Charlottesville para remover la estatua de Robert E. Lee, los opositores de la medida entablaron una demanda arguyendo que la ciudad no tiene la autoridad para hacerlo.
El caso continúa en lo tribunales y la estatua permanece en su sitio.
En Carolina del Sur, donde la bandera confederada fue eliminada del exterior del capitolio estatal, se ha vuelto más difícil hacer lo mismo en sitios menos prominentes.
Los defensores del despliegue de esa bandera han obtenido victorias recientes, amparados en leyes antiguas que requieren una mayoría de dos tercios en la Legislatura para cambiar el estatus de un monumento histórico.
Más de 150 años después de la cruenta guerra civil de EE.UU. que supuso el inicio de la inclusión total de los afroamericanos en la sociedad, no sólo las secuelas no han sanado, sino que el problema racial sigue dividiendo a sus ciudadanos.