Un estadounidense recurre a la solidaridad ciudadana para pagarse los gastos médicos por el COVID-19. Los expertos temen que el número de contagios sea muy superior a lo que indican las cifras oficiales, porque muchos sospechosos temen hacerse las pruebas para no encarecer su seguro médico.
Frank Wucinski aceptó la propuesta del Gobierno de Estados Unidos para ser repatriado de China junto a su hija Anabel, de 3 años. Pasaron una cuarentena de 14 días en una base militar en San Diego (California), con dos estancias en una unidad de aislamiento en un hospital de la ciudad. Ni él ni su hija tenían tenían el virus. El susto había pasado, pero empezaba la pesadilla. A los pocos días, cuando se encontraba en casa de su madre en Pensilvania, al este del país, le llegó una factura de 3.918 dólares por gastos médicos. Tuvo que recurrir a una campaña de crowdfunding para abonarlos, al igual que para pagar el viaje a la casa de su madre y la cobertura de un seguro médico, ya que el de la empresa para la que trabaja en China no lo hace.
«Supuse que estaba siendo todo pagado, porque no teníamos otra opción, pero resulta que soy financieramente responsable de los seis días que Anabel y yo pasamos aislados en el hospital. Cuando aparecieron las facturas me dije, ¿cómo pago yo esto?», relató Wucinski tras la sorpresa. Tras darse a conocer su caso el hospital de San Diego anunció que todo había sido un error y que ni el hombre ni su hija tendrán que pagar la cuenta. Pero sí tendrán que desembolsar 2.598 dólares por el traslado en ambulancia desde la base militar hasta el hospital, un trayecto de 15 minutos, y 90 euros por las pruebas de radiología que fueron practicadas por un servicio externo del centro sanitario.
Lo ocurrido a Fran Wucinski es un caso particular, pero que refleja la debilidad del sistema sanitario estadounidense a la hora de afrontar una hipotética epidemia por el coronavirus. No es normal que con 162 personas contagiadas en todo el país el número de muertes se haya elevado a once, lo que se traduce en una tasa de mortalidad de casi el 7 %. Si esa de verdad fuera la cifra real sería un auténtico desastre, muchísimo peor que la gripe española de inicios del pasado siglo. Pero más bien todo parece apuntar a que COVID-19 se ha extendido por el país mucho más de lo que indica la estadística oficial y que existen, al menos, centenares de positivos que no se han diagnosticado.
Y no lo son porque, en una red sanitaria conformada en buena parte por hospitales privados, hacerse una prueba para detectar el coronavirus puede encarecer la prima del seguro médico. Eso si el paciente dispone de cobertura. El propio Frank Wucinski lanzó una reflexión sobre el asunto: «Asegúrense -dijo- de que todos votemos para que no necesitemos crowdfunding para pagar nuestra atención médica básica».Un ejemplo de lo desorbitado que resulta a un ciudadano hacerse el test del coronavirus es lo ocurrido a Osmel Martínez Azcue, un hombre de Florida que cuando regresó de un viaje a China decidió hacerse la prueba. Dio negativo, pero su seguro médico le pidió 3.270 dólares por ella. «¿Cómo pueden esperar que los ciudadanos normales contribuyan a eliminar el riesgo potencial de propagación de persona a persona si los hospitales están esperando cobrarnos 3,270 euros por un simple análisis de sangre y un bastoncito nasal para recoger las muestras», se preguntaba el diario Miami Herald, que denunció el caso de Osmel.
Pero en el debate también han abundado los expertos, que han puesto el dedo en la llaga. «Una de las desventajas que tiene Estados Unidos a la hora de abordar la crisis por COVID-19 es que muchas personas evitan acudir a un proveedor de de atención médica, porque les preocupa el coste», dijo Gavin Yamey, profesor de Salud Global y Políticas Públicas de la Universidad de Duke. A su colega Lawrence, de la Universidad de Georgetown, le preocupa que «las altas cargas por aislamiento obligatorio puedan hacer que los pacientes desconfíen de buscar el tratamiento médico necesario». «Esto -añade- podría conducir a una mayor propagación de la enfermedad por parte de los infectados».
Pero en Estados Unidos sí se están realizando en los centros públicos pruebas gratuitas a aquellas personas que puedan demostrar síntomas clave de la enfermedad y acudan a urgencias. Pero sí es posible que, en función de la atención recibida, el paciente sí tenga que realizar alguna aportación económica, que también dependerá de qué tipo sea la cobertura de su seguro médico.