Los cinco policías que murieron en el tiroteo que se registró en una manifestación pacífica en Dallas, el jueves en la noche, fueron el objetivo de un joven estadounidense de 25 años que estaba molesto con la policía y que quería “matar blancos”.
El hombre, identificado como Micah Johnson y quien ha sido acusado de ser el francotirador, les dijo a las autoridades que “especialmente quería matar policías blancos”.
Se cree que el sujeto “actuó solo” y que no estaba afiliado a ninguna organización.
El jueves, Johnson se atrincheró en un garaje del centro de la ciudad, ubicada en el sur de Estados Unidos, y murió después de que los agentes usaran un vehículo a control remoto para abatirlo.
“No vimos otra opción”, aseguró Mark Brown, jefe de la policía de Dallas.
Y es que durante varios minutos, Johnson le disparó a la policía y le advirtió que había puesto bombas en el centro de Dallas, lo cual provocó una búsqueda por unos explosivos que no fueron encontrados.
En el tiroteo, otras nueve personas resultaron heridas, entre ellas siete policías y dos civiles.
Las víctimas de Johnson eran una mezcla de veteranos, padres, abuelos, esposos y líderes comunitarios.
Brent Thompson, 43 años
La unidad de Transporte para el Área de Dallas (DART, por sus siglas en inglés: Dallas Area Rapid Transit) confirmó que Thompson había sido una de las víctimas.
El agente, quien se unió a ese departamento en 2009, es el primer policía que muere en el cumplimiento de su deber desde que comenzó la fuerza policial de DART en 1989, indicó un vocero de esa entidad, Morgan Lyons.
El funcionario indicó que otros tres agentes de DART fueron heridos en el ataque y que se espera que se recuperen.
Thompson se había casado recientemente y, de acuerdo con su página de Facebook, había servido en la infantería de marina.
También había entrenado a policías en Irak y en Afganistán cuando trabajaba para una compañía privada de servicios militares, según dijo en una entrevista que le dio a The New York Times en 2006.
Patrick Zamarripa, 32 años
Zamarripa, un veterano de la armada estadounidense y padre de dos hijos, fue uno de los cuatro policías que murió en el fuego cruzado.
Su padre, Rick Zamarripa, le dijo al periódico estadounidense Washington Post que había servido en Irak.
“Regresó a Estados Unidos para proteger a la gente aquí“, dijo. “Y le quitaron la vida”.
El próximo mes habría cumplido 33 años.
Se unió al departamento de la policía de Dallas después de dejar la armada.
Recientemente fue asignado a patrullar las calles en bicicleta.
Su padre quería que renunciara porque era peligroso, pero le respondió que se quería quedar porque le gustaba la acción.
“Patrick hacía cualquier cosa por ayudar a los demás. Te hubiese dado su último dólar. Siempre intentaba ayudar a la gente, protegerla”, indicó Rick Zamarripa en conversación con la agencia de noticias AP.
“Así como era fuerte, también era paciente y muy generoso”.
Michael Krol, 40 años
Oriundo de Michigan, Michael Krol se unió a las filas del departamento de policía de Dallas en 2007.
Krol había sido empleado de la oficina del sheriff del condado de Wayne en Michigan entre 2003 y 2007.
Su madre, Susan Ehlke, le dijo a la estación de televisión local WXYZ que su hijo era una persona “cariñosa”.
“Vivía el sueño de ser un oficial de la policía. En abril, acababa de cumplir 40 años. Conocía los peligros del trabajo pero nunca rehuyó de su responsabilidad como policía”, indicó la madre.
Michael J. Smith, 55 años
El sargento Michael Smith tenía dos hijos, de acuerdo con la prensa local.
Había sido ranger del ejército, una formación militar élite, y estudió en el Instituto de Tecnología de Lamar.
Por cerca de 30 años, trabajó en el departamento de la policía de Dallas y era conocido por ser meticuloso y profesional.
Incluso pagaba por su entrenamiento cuando era necesario.
La Asociación de Policías de Dallas le otorgó el premio “Cops’ Cop” (“Policía de policías”).
Lorne Ahrens, 48 años
Por 14 años, el cabo Lorne Ahrens había sido miembro de la policía de Dallas, de acuerdo con el periódico Dallas Morning News.
“Él siempre estaba entre los felices, con una sonrisa en su cara”, le dijo a ese medio de comunicación uno de sus compañeros.
Ahrens, que tenía dos hijos, murió en el hospital.