Una docente jubilada británica, de 89 años, identificada como Anne, acudió a la clínica suiza Dignitas para realizar un suicidio asistido , que fue concretado mediante una inyección, porque no conseguía adaptarse a los tiempos modernos, a las computadoras, a los correos electrónicos y tampoco al consumismo y el fast-food.
La mujer no tenía ninguna enfermedad terminal, sino sólo algunos problemas de salud normales para su edad. La noticia tuvo amplio espacio en la prensa inglesa, no sólo por el gesto extremo de la mujer, sino también porque Anne explicó las motivaciones de su decisión en una entrevista antes de morir.
“¿Por qué tanta gente pasa su vida frente a la computadora o un televisor? Yo tuve sólo una radio… Nos estamos volviendo como robots”, reflexionó la anciana. Anne tenía algunos problemas de salud, por los que había sido hospitalizada, pero no le quedaban pocos meses de vida, como suele ocurrir con los pacientes que recurren a la clínica suiza.
De todos modos, logró convencer a los médicos de que no tenía un “futuro envidiable” por delante y de que terminaría sus días en una casa de reposo. Las reglas establecidas por la clínica de la eutanasia prevén que se pueda suministrar una “muerte dulce” a la persona que sufre una enfermedad que la llevará inevitablemente a la muerte o bien que padece “un sufrimiento o una invalidez insoportables”. Pero estos dos últimos términos son muy subjetivos y pueden comprender también diversas condiciones de personas que no sufren un mal incurable, como Anne.
Para ella, lo insoportable y sin sentido era vivir en una sociedad moderna que “carece cada vez más de humanidad”, en parte también por culpa de la tecnología, que “aleja cada vez más a las personas”.
La acompañó a Zurich para realizar el suicidio asistido su sobrina Linda, de 54 años, que estuvo junto a Anne hasta último momento.
En Gran Bretaña la opinión pública se conmovió con el caso. Peter Saunders, de la Christian Medical Fellowship, afirmó que los límites de la eutanasia se están extendiendo cada vez más y que así cada vez más personas desesperadas podrían decidir poner fin a sus vidas