Esta semana, en Vietnam, se reanudaron las ejecuciones luego de dos años de moratoria para poder reemplazar el pelotón de fusilamiento por la inyección letal. En ese plazo, varios condenados a muerte se suicidaron.
El pasado noviembre de 2011, Vietnam decidió posponer sus ejecuciones, tras la aprobación del Parlamento de sustituir al pelotón de fusilamiento por las inyecciones letales.
La intención del régimen vietnamita era proveerse de los barbitúricos y productos químicos necesarios a través de fabricantes europeos, pero una normativa de la Unión Europea (UE) prohíbe la exportación de estos a Vietnam por razones humanitarias.
Debido a esta prohibición, el Gobierno comenzó a fabricar su propia inyección letal y anunció la reanudación de las ejecuciones a partir de junio de 2013, pero los científicos no pudieron llegar a tiempo con el plazo acordado.
Mientras se esperaba la llegada de las inyecciones, los corredores de la muerte de las penitenciarías de Vietnam comenzaron a saturarse y el número de presos creció un 40 por ciento en dos años, hasta llegar a los 568.
La situación llegó a ser muy complicada, con los presos viviendo apelotonados en las cárceles y muchos de ellos se suicidaron o intentaron quitarse la vida. A tal punto que el Ministerio de Seguridad Pública reclamó el restablecimiento del pelotón de
fusilamiento.
En Vietnam, la pena capital es aplicable para 21 delitos, entre ellos los crímenes violentos, los atentados contra la seguridad nacional, el narcotráfico y la malversación.Según Amnistía Internacional, las estadísticas sobre las sentencias de muerte en Vietnam “son secreto de Estado desde 2004” y critica la falta de información sobre las personas condenadas y los delitos que han cometido.