En la actualidad, los presos que se encuentran cumpliendo condenas en los penales de Portugal renuncian a la libertad condicional por miedo a enfrentar la crisis que vive el país.
En una entrevista, el juez y presidente de la Asociación Sindical de Jueces Portugueses, José Mouraz Lopes, contó: “hablé en julio con dos colegas míos encargados de conceder la libertad condicional en dos cárceles portugueses y me lo confirmaron. Supongo que habrá más. Es algo que, en mi experiencia como juez y como jurista, no había pasado jamás en Portugal”.
La Dirección General de Servicios Penitenciarios no tiene el cálculo exacto del número de presos que renuncian a su libertad. Sin embargo, José Brites, presidente de la ONG O Companheiro, especializada en reinserción de reclusos, explica que varios hombres de mediana edad prefieren ir a la asociación de día y volver de noche a la cárcel antes que acceder a un régimen más abierto “porque con la crisis no tienen dónde ir”.
Actualmente, en las cárceles portuguesas hay unos 14.000 reclusos. En los dos últimos años, con el incremento del desempleo, que sobrepasa ya el 17%, la cifra ha subido a unos 2.000 internos. Según el juez Mouraz Lopes, el aumento y la superpoblación de las cárceles portuguesas se debe a otros factores: “no es porque los presos prefieran quedarse en la cárcel. Esos son casos emblemáticos, pero puntuales. Los jueces encargados de aprobar la libertad condicional, al no ver que los requisitos exigidos no se cumplen (posible reinserción, familias con medios), las deniegan. La crisis hace que las familias y la misma sociedad cada vez tengan menos medios para encargarse de los presos que podrían salir”.