Cada cuatro horas se registra una violación en la capital india. “Los casos documentados crecen porque las mujeres y sus familias ya no tienen miedo de ser estigmatizados”
Cada cuatro horas se registra una violación en Delhi. Cada dos, un abuso sexual. Y esto son sólo las cifras oficiales, las que se recogen, las que se atreven a denunciar. Los últimos datos ofrecidos por la policía de la capital india revelan que la violencia contra la mujer permanece como la gran lacra en la sociedad, a pesar de que agentes y activistas afirman que se está produciendo un cambio de mentalidad.
2.095 casos de violación fueron documentados en Delhi en 2015 (hasta el 15 de diciembre), 10 más que el año anterior, lo que supone un récord histórico para una ciudad en la que no se recuerdan cifras más altas. También se registraron 5.192 casos de abuso sexual y 1.444 casos de acoso o comentarios ofensivos, frente a los 4.182 y 1.282 del año anterior respectivamente. El jefe de la policía de la ciudad, BS Bassi, atribuyó el aumento de denuncias a que ahora los procedimientos de registro son más ágiles (y gratuitos).
Al presentar los datos, señaló que en torno al 60-65% de las denunciantes tiene entre 15 y 30 años, mientras que el 70% de los acusados se encuentra entre los 21 y los 35. Con el mapa de la ciudad en la mano, “cualquier mujer está rodeada de entre 250 y 400 hombres que no pensarían dos veces antes de agredir a una mujer”, afirmó Bassi.
El violador es algún conocido
La violencia más común ocurre dentro de casa o en entornos conocidos. En el 96% de las violaciones (2.024), el hombre tenía una relación familiar, de amistad, de trabajo o se conocían de algún modo. “Sólo en 71 casos los involucrados eran desconocidos”, de acuerdo al informe anual de las autoridades.
Quienes trabajan sobre la violencia machista en India afirman que los crímenes dentro del hogar están completamente normalizados. Según el abogado del Centro de Investigación Social (CSR) Soumya Bhaumik, “la casa no es un lugar seguro; definitivamente para ellas es el lugar más inseguro”.
Una afirmación que parecen compartir las autoridades, conscientes de la violencia sexual dentro de las familias. “(Los agresores) no tienen respeto ni siquiera por sus propias madres y hermanas, y miran a las mujeres como si viesen una película porno. Ven a un bebé de dos meses o a una mujer de 80 años como objetivos”, dijo el comisario Bassi. Además, añadió que las violaciones cometidas por amigos y familiares “no pueden ser impedidas por la policía”, unas polémicas declaraciones que fueron seguidas de otras tantas, ya que llegó a decir que no tendría problema en matar a los acusados si la ley le diese carta blanca. “Si la Constitución de la India permitiese ahorcar o disparar a los acusados (de delitos contra la mujer), la policía de Delhi, con plena autoridad, lo haría en el acto”.
En cuanto a las medidas que habría que tomar para erradicar esta lacra, Bassi afirmó que “es necesario cambiar nuestra mentalidad para maximizar la seguridad de las mujeres”. No obstante, sugirió el entrenamiento femenino en defensa personal para enfrentarse a “hombres con una mentalidad enferma”.
Precisamente, una crítica común entre los activistas es que en India durante años el foco se ha puesto sobre la mujer y no sobre el violador, tanto a la hora de estudiar las causas de la violencia sexual como cuando se contemplan medidas o soluciones. Activistas reconocidas como Ranjana Kumari consideran que está habiendo un cambio en ese sentido.
Un problema visible desde 2012
La violencia contra la mujer en India saltó al debate público en diciembre de 2012, cuando una estudiante fue brutalmente violada en grupo en un autobús en Nueva Delhi. La joven falleció a los pocos días. Su caso despertó protestas masivas, provocó reformas de las leyes (la última, muy reciente, contempla que los mayores de 16 años sean tratados como adultos y no como menores en casos graves) y ahora la situación de la mujer está en la agenda mediática prácticamente a diario.
Desde entonces, existe una mayor sensibilización frente a este problema. A eso se añade un cambio en el tratamiento de la policía, que ahora es más receptiva ante las mujeres que acuden a comisaría. Las organizaciones de derechos humanos han denunciado en numerosas ocasiones el trato policial discriminatorio hacia las denunciantes, lo que provocaba que muchos casos quedasen en silencio.
“Los casos documentados crecen porque las mujeres y sus familias ya no tienen miedo de ser estigmatizados por la sociedad”, asegura Sehjo Singh, directora de programas y políticas de Action Aid en India.
Las palabras de Singh se traducen en datos: si en 2012 se registraron en Delhi 706 violaciones, un año después ascendió a 1.636, cifra que ha ido aumentando hasta llegar a las 2.095 actuales. El incremento se ve también en casos de abuso sexual, acoso o secuestro.
Lo cierto es que las cifras demuestran que la violencia sexual continúa siendo una práctica extendida en el país asiático. Los activistas entienden que los cambios en la sociedad son lentos por el arraigo de una mentalidad ancestral que sitúa a la mujer por debajo del hombre. “Cada violación en grupo -escribía recientemente la socióloga Pratiksha Baxi en el diario The Indian Express- es un testimonio de cómo el odio hacia las mujeres se manifiesta como una pedagogía de dominio y/o un deporte placentero. Es fundamental señalar que la violación en grupo se ha convertido en la forma habitual y dominante de enseñar a las mujeres una lección. Esto es así en toda casta, clase y comunidad”.