Una compañía de seguridad, presentó un informe donde se indica que el ataque a la base de datos de Sony no fue más que una venganza de 6 personas provenientes de Estados Unidos, Canadá, Tailandia y Singapur. Esto desmonta la teoría del FBI.
La firma de seguridad Norse ha presentado un informe que desmonta por completo la teoría del FBI sobre el ataque informático a las bases de datos de Sony, atribuido de forma oficial al régimen norcoreano de Kim Jong Un. Según sus fuentes, la intrusión fue obra de seis individuos, incluyendo a dos personas de Estados Unidos, una de Canadá, un tailandés y un ciudadano de Singapur.
En concreto, lo califican de trabajo realizado desde adentro, asegurando que al menos uno de los que participaron en el ataque es una ex empleada de Sony con ganas de venganza. Se trata de una experta en cuestiones tecnológicas que fue despedida como parte de un expediente de regulación de empleo en mayo y que había trabajado para el estudio durante una década.
Norse fue capaz de localizar la información de esa mujer -cuyo nombre no ha sido revelado- a través de los archivos públicos a los que han tenido acceso los empleados y ex empleados de Sony cuyos datos fueron expuestos, incluyendo número de la Seguridad Social e información bancaria.
Una vez identificada, fue fácil tener acceso a los comentarios que escribió en las redes sociales, quejándose de forma airada por los despidos de Sony que la afectaron directamente.
Es una información que ya está en manos del FBI, después de que la propia firma de seguridad les hiciera saber de sus sospechas con respecto al ataque informático. Aún así, la versión oficial sigue siendo que fueron los norcoreanos los que estuvieron detrás del sabotaje, furiosos ante el estreno de “The Interview”, que se mofa abiertamente del régimen y que contiene una escena muy explícita con la muerte de su líder.
En principio, Sony tomó la decisión de no estrenar la película en la fecha prevista, el 25 de diciembre, por miedo a que se perpetraran atentados contra las salas de cine en las que se iba a proyectar el filme. Después, y ante presiones incluso desde la Casa Blanca, se decidió a lanzar el largometraje en unas cuantas salas de Estados Unidos y a estrenarla en plataformas digitales, con una recaudación que solo con esa modalidad ha superado los 15 millones de dólares.