En Santa Fe arrancan mañana con un nuevo operativo casa por casa. En San Martín y Capital también buscan a alumnos que dejaron el colegio.
Alejandra González cursaba 4° año de secundaria cuando quedó embarazada. A mitad de año ya no pudo seguir el ritmo de la escuela. Al poco tiempo llegó su segunda hija, y ya no pensó en retomar sus estudios. Hasta que le tocaron la puerta de su casa y la convencieron: así combaten la deserción los equipos territoriales del ministerio de Educación de Santa Fe. Ahora Alejandra tiene 22 y acaba de recibirse. Con este mismo método, más de 3700 chicos de distintas ciudades regresaron, como ella, al colegio.
A dos semanas de que empiecen las clases, algunas jurisdicciones salieron a buscar a los jóvenes que aún no se anotaron en la secundaria. Esta estrategia “uno a uno” apunta a resolver el problema más crítico de la secundaria: la deserción. En Argentina solo el 43% de los estudiantes termina el colegio a la edad esperada, según Unesco, aunque este nivel educativo es obligatorio desde 2006.
Alejandra es una de los 2618 jóvenes y adultos santafecinos que retomaron la secundaria gracias al plan Vuelvo a Estudiar, que busca casa por casa a los alumnos que abandonaron la escuela. Un programa similar funciona en el municipio de San Martín, en el conurbano bonaerense, donde el programa Volvé a la Escuela les toca el timbre a los jóvenes que dejaron el colegio. Desde 2013, 1145 chicos retomaron allí sus estudios.
En San Martín las recorridas empezaron el 26 de enero, a partir de una base de datos de alumnos “desertores” elaborada por la inspección de Educación de la provincia. Un grupo de 135 operadores de las áreas de Educación, Salud y Desarrollo Social de la municipalidad visitaron los barrios de Villa Hidalgo, Cárcova, 13 de Julio/ Curita, Libertador y Billinghurst, los más vulnerables de la ciudad.
“Estudiamos cada caso y les ofrecemos la alternativa que mejor se ajuste sus posibilidades: turno noche, Plan Fines, etcétera. Después los acompañamos a anotarse”, cuenta Cintia Lucero, promotora educativa del programa. El trabajo no termina con la inscripción, sino que ahí recién empieza: los promotores acompañan a los estudiantes durante todo el ciclo lectivo, y colaboran con las escuelas en el seguimiento de sus trayectorias.
“La idea de salir a buscar a los chicos es un gesto muy poderoso, que tiene un impacto fuerte en la autoestima. No hay otra forma de llegar, porque muchos de ellos pertenecen a los sectores más vulnerables de la población. El Estado tiene que pensar nuevas estrategias para salir al encuentro de estos jóvenes”, plantea Gabriel Katopodis, intendente de San Martín.
En Santa Fe, las recorridas del plan Vuelvo a Estudiar comienzan mañana viernes en 100 localidades de toda la provincia. Allí el “Estado” deja de ser una entelequia y se materializa en las caras de los referentes territoriales que golpean la puerta para anotar a los chicos. Los equipos del Gabinete Social, que reúne a 10 ministerios del gobierno de Antonio Bonfatti, apuntan a hacer una “intervención integral”, que no se limite a lo educativo sino que abarque las distintas problemáticas de los barrios vulnerables.
“El eje del programa es el seguimiento: tenemos 38 consejeros juveniles que mantienen un contacto permanente con los estudiantes y las escuelas”, afirma Claudia Balagué, ministra de Educación de la provincia. Este método artesanal es posible gracias a un sistema de gestión escolar que permite supervisar en tiempo real la situación de cada alumno. A partir de este año, el programa ofrecerá una nueva alternativa, por medio de un convenio con la Universidad de Granada: la secundaria semipresencial, bajo la modalidad affective e-learning (un aprendizaje a distancia con énfasis en la figura del tutor).
En la ciudad de Buenos Aires también rastrean uno por uno a los chicos que, después de terminar la primaria, no se anotan en la secundaria. “Entre octubre y febrero, los llamamos por teléfono para averiguar por qué no se inscribieron”, asegura Jorge Aguado, director de Tecnología Educativa de la Ciudad. Según datos oficiales, este año se anotaron en 1° año unos 1400 chicos tras ese llamado. “Con la inscripción online, los identificamos más temprano”, dice Aguado.
“Ahora tengo ganas de seguir estudiando enfermería. Me di cuenta de que se puede, solo hay que esforzarse. Pude con la secundaria y sé que puedo seguir; estudiar pasó a ser una prioridad”, asegura Alejandra. El día que el Estado le tocó la puerta marcó un quiebre en su historia: a partir de ese gesto, ella se sintió –por primera vez– convocada a la escuela. Ahora se volvió una “militante” de la secundaria: ya convenció a sus dos hermanos y a varias amigas para que, este año, ellos también vuelvan.