Entre 1940 y 1943, enviados polacos destinados en Berna (en su mayoría diplomáticos) falsificaron pasaportes latinoamericanos a gran escala, dando a miles de judíos una oportunidad para sobrevivir.
Lo sabemos todo sobre ‘La lista de Schindler’, la verdadera historia de Oscar Schindler, un nacionalsocialista que salvó a 1.200 judíos de los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. La ‘Lista Lados’, en cambio, es prácticamente desconocida.
Sólo hace unos años se descubrió que la embajada polaca situada en la calle Elfenstrasse de Berna fue el centro neurálgico de una operación clandestina que salvó la vida de al menos 859 personas judías.
Documentos de identidad falsos
“Me gustaría tener un pasaporte para Uruguay, otro para Costa Rica, otro para Paraguay, para poder vivir en paz en Varsovia, porque es aquí donde uno se siente más libre”, escribió una vez Wladyslaw Szlengel. Esta canción se cantaba en los guetos de Varsovia. Muchos perseguidos soñaban con un pasaporte de un país latinoamericano, un documento de papel que pudiera cambiarlo todo.
Esos pasaportes existieron. Ya en 1940, emisarios polacos, encabezados por el embajador Aleksander Lados en Berna, unieron fuerzas con representantes de organizaciones judías. Durante cuatro años, sacaron de contrabando listas de nombres y fotos de los territorios ocupados por los nazis.
Rudolf Hügli, notario bernés y cónsul honorario en Paraguay, les proporcionó los pasaportes en blanco. En secreto, hizo reimprimir los documentos y autentificó las identidades falsas. No era un acto desinteresado, ya que cobraba entre 500 y 2.000 francos por pasaporte. En total, los diplomáticos polacos falsificaron entre 8.000 y 10.000 documentos de identidad. Según las estimaciones, el grupo de Lados contribuyó al rescate de entre 2.000 y 3.000 personas.
La burocracia al rescate
El hecho de que los diplomáticos polacos consiguieran detener la maquinaria de exterminio nazi se explica, en muchos casos, por el amor de Alemania a la burocracia, según el historiador británico Roger Moorhouse. “Todas las víctimas del Holocausto habían sido transformadas por los alemanes en no-personas burocráticas, ciudadanos de ninguna parte. Sin embargo, gracias a estos pasaportes, los judíos volvían a ser ciudadanos de los que alguien, en algún lugar, se preocupaba. De este modo, a menudo eran trasladados de los campos de exterminio o de trabajo”.
Esta operación de rescate cayó en el olvido después de la guerra. Tras la toma de Polonia por los comunistas en 1946, nadie se interesó por los archivos del gobierno exiliado en Londres. Y los falsificadores permanecieron en el exilio, algunos muriendo sin hogar y en la indigencia.
Una historia olvidada
En 2016, durante una recepción en la residencia del entonces embajador polaco, Jakub Kumoch, un anciano judío señaló al diplomático que esa casa era un “lugar sagrado” para la comunidad judía. Jakob Kumoch no conocía la historia y empezó a hacer preguntas.
El Instituto Pilecki, con sede en Varsovia, pasó entonces dos años indagando en los archivos, rastreando historias y destinos. Hoy, más de 3.200 nombres figuran en la lista Lados. Según los resultados de la investigación, entre el 26% y el 46% de los titulares de pasaportes sobrevivieron al Holocausto.