Un grupo de arqueólogos analizó los restos de una ciudad perdida, utilizando una nueva técnica. Un láser acoplado a un helicóptero les permitió penetrar el denso follaje y así investigar una de las grandes civilizaciones de Asia.
En la jungla de Camboya, un equipo de arqueólogos accedió a una ciudad de 1.200 años de antigüedad. Se trata del conjunto de edificios de Mahendraparvata, situado en la montaña de Kulen, al norte Angkor, el mayor complejo de templos hinduistas del mundo.
“Para ser honestos, no es totalmente nuevo”, reconoció Chevance, que ha estado trabajando en el proyecto desde 2008. “Lo que sí es novedoso es la utilización de la técnica LIDAR para ir más allá en el estudio. Hemos conseguido desvelar una red de carreteras, canales y diques que conectan los monumentos que ya se conocían”. En la distribución de ese complejo sistema de comunicaciones, se han encontrado hasta presas.
Los nuevos datos confirman que Mahendraparvata no era un simple conjunto de edificios. “Con este instrumento, de repente, hemos visto inmediatamente la imagen de una ciudad cuya existencia nadie había conseguido certificar”, comentó al diario australiano The Age, Damian Evans, director del Centro Arqueológico de la Universidad de Sydney en Camboya. “Estamos hablando de una ciudad que tiene más de mil años y que es completamente subterránea. Lo que ves cuando estás allí es una montaña agujereada; y si no sabes lo que hay, podrían parecerte agujeros naturales”, añadió el cartógrafo del grupo, Stephane De Greef.
Este hallazgo revela que la imponente capital del imperio jemer fue casi cuatro veces mayor a lo estimado hasta ahora. “Queda claro que el centro urbano se extiende hasta unos 35 kilómetros cuadrados, mucho más que los 9 kilómetros cuadrados delimitados por el perímetro de Angkor Thom, el principal núcleo de templos”, afirma Evans.
“Este es el mayor avance en nuestro conocimiento de Angkor desde que se descubrió la ciudad hace un siglo”, añade el arqueólogo Michael Coe. El proyecto costó unos 250.000 dólares y abarcó 370 kilómetros cuadrados de observaciones durante una semana de vuelos. Con esa tecnología, se pudo confirmar que Angkor no era una capital con núcleos urbanos dispersos sino “una ciudad densamente ocupada, con calles y avenidas alineadas con los puntos cardinales”.
Según el estudio, en el siglo XII la urbe contaba con una población muy elevada que sobrevivía gracias a la importación de alimentos de las zonas rurales. Sin embargo, esa manera de manejarse, sumada a las sequías, influyó de manera determinantes en el colapso de la antigua civilización jemer; de este modo, se refuta la idea de que la invasión tailandesa habría propiciado su caída.
“Ya hay visitantes que van a la montaña. Todavía no son muchos, pero es posible que no tarden en fletar autobuses. Porque además de los templos, el lugar ofrece cascadas preciosas y piscinas naturales para bañarse”, comenta Omar Havana, fotoperiodista español establecido en Siem Reap, la ciudad desde la que parten todas las expediciones a Angkor. “El descubrimiento de los canales y los enlaces de la ciudad es importante porque puede aclarar muchas cosas sobre el comienzo del imperio jemer”, asegura. Para los arqueólogos, aún quedan por delante años de estudio. “Quizá tuvo tanto éxito que, finalmente, fue imposible administrarlo”, indican.