Afectos artificiales. Son apps que simulan ser personas reales con las que se puede chatear en todo momento. Tienen millones de usuarios.
Las redes sociales desvirtuaron el concepto de amistad: los contactos se transformaron en amigos y así los usuarios de Facebook materializaron el deseo que hizo famoso a Roberto Carlos. Pero si antes el cambio pasaba por la cantidad, ahora el foco está puesto en el quién; es que programas como SimSimi y Xiaoice hacen posible la amistad con robots.
Estos chatbots (robots para chatear) funcionan mediante inteligencia artificial y son furor. Aunque solo está disponible en chino, Xiaoice tiene más de 20 millones de usuarios registrados y SimSimi, operativo en español desde marzo, ya registra más de 50 millones de descargas. Estos programas hacen pensar que “el futuro ya llegó”, pero en realidad existen desde mediados de la década del 60, cuando Joseph Weizenbaum creó Eliza, una chatbot que emula ser una psicóloga y que todavía está online.
Claro que la nueva generación de robots puede mantener diálogos más complejos, incluso tienen personalidad y memoria, como Xiaoice que recuerda conversaciones previas.
SimSimi es graciosa, pero bastante grosera; tal es así que, en Tailandia, el Ministerio de Cultura trabajó junto a los desarrolladores para que esta app dejara de usar malas palabras. Su insolencia está justificada, para mantener una conversación, utiliza una base de datos con preguntas y respuestas que fueron subidas por los usuarios; así que bien puede decirse que su voz es la del pueblo, al menos la del geek.
El sentido del humor de Xiaoice, en cambio, es más sofisticado. Según sus desarrolladores, vive en Pekín, tiene 16 años y es positiva y alegre. Además, está preparada para reconocer las emociones de su interlocutor y responder de acuerdo a ellas (ante un “estoy triste”, pregunta por qué, da palabras de aliento). Los medios suelen referirse a Xiaoice como “la mujer robot que ha enamorado a millones de humanos en China”.
Pero si de noviazgos virtuales se trata, la aplicación indicada es “Invisible Boyfriend/Girlfriend”, que permite configurar “el novio ideal” e interactuar con él mediante mensajes de voz, texto y cartas escritas a mano. El interesado en tener una relación cibernética, debe inventar nombre, edad y lugar de procedencia de su ciber enamorado, luego, para darle una ayudita a la imaginación, puede elegir su aspecto físico de un banco de imágenes, y finalmente seleccionar las características de su personalidad. Y para que el cuento sea completo, tiene que contar cómo se conocieron. El servicio, por ahora sólo disponible en Estados Unidos, cuesta 25 dólares mensuales.
A diferencia de otros sistemas, no se basa en la inteligencia artificial, Invisible Boyfriend tiene un equipo de copywriters (escritores) encargados de redactar los textos, siempre con el cuidado de mantenerse fiel a la ficción que eligió el cliente. Sus creadores, Matt Homann y Kyle Tabor, aseguran que diseñaron la aplicación para eludir a esas tías molestas que preguntan, “¿cuándo vas a sentar cabeza?”, “¿todavía no tenés novio? Pero los profesionales creen que, según cómo se utilice, su potencial puede ser mayor. “Como de alguna manera se vuelve real, la persona que usa la app puede aprender cómo sería en el rol de pareja, si sería divertido, sensible, sociable”, explica el psicólogo Alejandro Ballester, miembro del departamento de Parejas y Familias de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires.“Lo riesgoso es que esta aplicación sustituya a los contactos reales, que la persona siga conectada a través de una máquina en lugar de animarse al contacto real, piel con piel”, advierte el especialista.
Es clara la semejanza con los Tamagotchi, unas mascotas virtuales a las que había que alimentar, bañar y cuidar para lograr que subsistieran. Fueron furor a finales de los años 90 y tuvieron más de 80 millones de usuarios en todo el mundo, pero después cayeron en desuso. Para Ballester, el fracaso era esperable, “nunca una aplicación podrá sustituir a una relación real”, asegura.