Viajaba con su moto a Santa Fe a buscar cocaína para entregársela en Buenos Aires a “mulas” que la llevaban a Europa escondida en zapatillas. También se había metido en el tráfico de pastillas hacia la Argentina.
Como en las películas de espionaje, los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) ubicaron su camioneta camuflada en la estación de servicio YPF de la esquina de Figueroa Alcorta y Echeverría (en Belgrano). Desde allí comenzaron a filmar al hombre que tenían encomendado seguir, Pablo Cettu, un argentino sospechado de enviar “mulas” con droga a Europa. Era el mediodía del miércoles 3 de febrero. El objetivo llegó a la estación, hizo una compra en el drugstore, esperó unos minutos y entonces apareció su “cita” a bordo de una imponente Harley-Davidson.
El encuentro duró poco, pero fue significativo. En las escuchas de la causa aparecía reiteradamente la referencia al “motoquero” como proveedor de la cocaína de la organización. Ese día los investigadores le pusieron una cara al apodo. Y poco después –tras filmar otros cuatro encuentros– lograron una identificación completa.
El hombre de la moto resultó ser Rodrigo Pozas Iturbe, 43 años, mexicano, dueño de un prontuario curioso: en 2008 fue detenido acusado de ser uno de los líderes narco detrás de la llamada “ruta de la efedrina” y de tener contactos con las víctimas del triple crimen de General Rodríguez.
Orgulloso dueño de una Harley- Davidson modelo Road King (“Rey de la Ruta”), Pozas Iturbe hizo de su pasión por las motos su sello personal. Miembro –carné incluido– del Harley Owner Group (club de dueños de Harley), su hobby fierrero terminó por ayudar en su caída, a fines de la semana pasada. Con la moto fue filmado reuniéndose con el reclutador de “mulas” y hasta llevaba una remera con la leyenda Harley-Davidson cuando la Policía llegó a su departamento, orden de detención en mano.
El dato de que el famoso “motoquero” era un mexicano que estuvo involucrado en su momento en la investigación por el tráfico de efedrina hizo vibrar el expediente 591, iniciado a mediados de 2015 en el juzgado en lo Penal Económico a cargo de Marcelo Aguinsky.
El juez y la fiscal, María Gabriela Ruiz Morales, habían comenzado su investigación con la detención de cinco “mulas” en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. El caso se presentó atípico de entrada, ya que las cinco “mulas” iban a abordar el mismo vuelo (el Air Europa UX042) con destino a Europa y llevaban la droga escondida en las plantillas de sus zapatillas.
Ese día –5 de junio de 2015– se secuestraron tres kilos y medio de cocaína y también comenzó a caer una importante banda de narcotraficantes. Hoy la causa, en la que se intervinieron unas 40 líneas teléfonicas, tiene ocho procesados por contrabando de estupefacientes. Entre ellos, las “mulas” y tres encargados de logística, Pablo Cettu incluido.
Pero además en el expediente se descubrieron vínculos con otros cuatro casos, registrados entre junio y noviembre de 2015 en los aeropuertos de Rosario, Capital Federal y Trelew. En esos episodios se detuvo a otras 9 mulas. Todas llevaban la cocaína en las plantillas de sus zapatillas, modus operandi característico de la banda. En total se secuestraron casi 10 kilos de cocaína valuados, según la PSA, en medio millón de dólares.
En cuanto a Pozas Iturbe, su situación legal terminó de complicarse la semana pasada, cuando uno de los involucrados en la causa de Aguinsky declaró como “arrepentido” y lo vinculó con el contrabando de cocaína hacia Europa y también con el tráfico de drogas sintéticas desde Europa a Argentina.
Según pudo saber Clarín, el arrepentido sostuvo que al menos dos veces por semana el mexicano viajaba a Santa Fe (en la Harley-Davidson o en auto) y que por viaje traía unos dos kilos de cocaína a Buenos Aires. Si bien la droga entraría al país por la frontera salteño/boliviana, Pozas Iturbe la obtendría de organizaciones “mayoristas” que acopian en Santa Fe.
Con el testimonio del “arrepentido”, el jueves 21 de abril la fiscal Ruiz Morales le pidió al juez Aguinsky la detención de Pozas Iturbe y el allanamiento de su departamento de Belgrano. Pocas horas después el mexicano ya estaba siendo indagado. Luego de que su abogado leyera hoja por hoja los 23 cuerpos del expediente (unas 4.600 páginas), Pozas negó cualquier vinculación con el narcotráfico.
“Tengo solvencia económica pero no soy un narcotraficante”, le había dicho Pozas a Clarín en 2008, luego de caer preso por tráfico de efedrina. Por entonces se presentó como un empresario relacionado a la aeronáutica que desde 2007 estaba en la Argentina. El mexicano finalmente fue absuelto de los cargos de traficante de efedrina.
Por lo que pudo reconstruir la Justicia, al menos en los papeles, hasta su detención Pozas Iturbe se encargaba de manejar un restorán de sushi en Olivos (partido de Vicente López). Este trabajo lo consiguió gracias a que el negocio pertenece al abogado que logró su absolución en el caso de la efedrina y a Pablo Cettu. No por casualidad el local es investigado por la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, en una causa abierta por posible lavado de dinero.