El sistema tributario es progresivo cuando el peso de la recaudación descansa en porcentajes crecientes de impuestos que pagan los sectores de mayor capacidad contributiva en la pirámide de ingresos del país. Pero la estructura tributaria argentina es de base regresiva, debido a que predominan los impuestos indirectos.
En la injusticia de este modelo viene pivoteando la discusión que lleva años, potenciada quizás por la presión mediática que ganó el reclamo de la central sindical cuando estaba en manos de Hugo Moyano. El tema es transversal a todos aquellos cuyos salarios han aumentado en los últimos años, pero más nominalmente que otra cosa, porque la inflación se fue comiendo vorazmente todo incremento. Inmovilizar el tope salarial no imponible emparejó para abajo, perjudicando a muchos que hasta hace un tiempo estaban exentos del gravamen.
El total de la recaudación de impuestos, recursos de seguridad social y aduaneros en relación con el Producto Bruto Interno aumentó de 21,1 a 31,8 % de 2003 a 2011. En ese mismo período, el IVA pasó de 12,3 a 17 por ciento del PBI, mientras que Ganancias lo hizo de 3,9 a 5,9 por ciento. Existe la necesidad de reformar el capítulo impuesto a las Ganancias, definiendo criterios de equidad tributaria y eliminando privilegios para aumentar su peso relativo en la estructura impositiva.
Juan Pablo Ruiz es abogado egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, se desempeñó como coordinador del Departamento de Licitaciones Públicas y Privadas de la Secretaria de Ambiente de la Nación, y fue secretario de Extensión de la Federación Universitaria Argentina. Acaba de publicar su libro “El Salario no es Ganancias”, y con él conversamos al respecto.
Noticias & Protagonistas: El suyo es un trabajo que aborda un tema central sobre la recaudación pública. ¿Qué fue lo que lo motivó a encararlo?
Juan Pablo Ruiz: Esclarecer lo que se estaba pagando, porque los trabajadores veían un descuento en sus recibos de sueldo que no se correspondía con el destino de ese dinero, entonces queríamos saber qué pasaba. Yo soy de Córdoba, allí hay trabajadores industriales hijos de padres ligados a la misma actividad, que nunca habían tenido ese descuento. Estudié la ley, y encontré el entramado de inconsistencias y contradicciones que tiene y su incorrecta aplicación sobre el salario.
N&P: La idea no es corregir montos sino ir más al fondo. ¿Usted considera que no hay razones para gravar los salarios con impuesto a las ganancias?
JPR: En realidad creo que los altos salarios como expresión de capacidad tributaria pueden pagar un impuesto a los ingresos. El tema es que no existe en el país un impuesto de este tipo, entonces se lo aplica erróneamente, violando la ley, porque se aplica uno que no corresponde con el salario. De hecho el impuesto ni menciona al salario, ni al sueldo, ni a otra retribución; no lo menciona como instrumento jurídico para aplicar el impuesto a las ganancias, con lo cual el debate es doble: con esta ley no se puede gravar los salarios.
N&P: ¿Y qué pasa con los ingresos más altos?
JPR: Ahí sí estoy de acuerdo en que se graven, porque en realidad responden a una estrategia de eludir de las empresas. Porque ¿cuál es el origen?: las empresas pagan el 35% de impuesto a las ganancias; para evadir eso, aumentan el salario a sus directores, sobre todo a los que tienen sueldos altísimos; es como un reparto anticipado de los dividendos. En función de capturar esa capacidad contributiva, se crea la 4ª categoría. Y la ley interpone un mecanismo por el cual hay que actualizar anualmente la tabla del art. 90. Dicha tabla hace 12 años que no se toca. El Estado viola la misma ley para recaudar más.
N&P: Está claro, lo entiende todo trabajador que ve el impacto sobre el salario. Le agregamos ceros, pero el crecimiento formal del salario no es real…
JPR: Es que la ley toma el salario nominal, no el real. Esa mentira, esa ficción, hace que el Estado incorpore año a año a miles de trabajadores al pago del tributo. Con Menem, el 3,7% de los trabajadores registrados lo pagaban; con De la Rúa, el 9%, y con Cristina Fernández, el 25%. La ley es la misma, pero en el resultado hay trama y es evidente, y la hace el Estado no actualizando las variables.
N&P: ¿En su trabajo avanza sobre cómo manejar esto? Todo Estado necesita recursos y los toma de las actividades comerciales. ¿Cómo se puede cobrar impuestos con progresividad?
JPR: Jurídicamente la Constitución concede el principio de capacidad contributiva, que es casualmente que sean progresivos, es decir, que el que más tiene, más aporte al sostenimiento del Estado. Esto es un principio de solidaridad básico; pero ¿qué sucede?: en nuestro país y por imperio del modelo neoliberal, lo que se intenta hacer es universalizar impuestos, por ejemplo el IVA, que es el más regresivo de todos, tiene en este momento la alícuota más alta del mundo. Y un impuesto progresivo, que tiene progresividad doble y por eso lo defienden los economistas y todos los vinculados a esta área, como es el impuesto a las ganancias, si no se ajusta a la inflación pasa a ser regresivo de hecho.
N&P: ¿Por qué la inflación se va carcomiendo los aumentos si el piso queda estable?
JPR: Claro, es una cuestión dinámica, pero hay terquedad en el Estado; o más bien aprovechamiento, porque es un impuesto fácil de cobrar, y porque los trabajadores lo ven en el recibo de sueldos, a diferencia del IVA, que el Estado lo recauda cuando el trabajador lo gasta; acá lo recibe antes. Entonces lo que hay que hacer y eso es lo que planteo, es volver a tener impuestos progresivos; pero para esto debe permitir el derecho de todos los trabajadores/as de aplicar el ajuste por inflación. Porque éste es un elemento de la realidad económica que está por fuera de la voluntad del trabajador. A la negativa de no actualizar el mínimo no imponible, al no actualizar la tabla, se les está negando ese derecho a los trabajadores, entonces lo que se toma es el salario nominal.
N&P: ¿Hay alguna actividad económica que tenga la presión que tiene el salario?
JPR: Definitivamente no. Si sobre el 21% que le cuesta el IVA se le suma el aporte a la seguridad social (que sabemos cómo se gestionan esos fondos), y considerando que el 25% de los trabajadores tiene semejante carga, estamos aproximadamente en el 40 o 45% de presión tributaria sobre el salario. Y si yo lo comparo con el decil más rico, con el 10% de la población que se lleva el 40% del PBI, vamos a comprobar que esa franja no tiene el 40% de presión sobre sus ingresos. Entonces lo que hay que hacer es volver a instalar el principio de capacidad contributiva en un orden de progresividad, y aplicarlo, quien más tiene más paga; no esta avivada de utilizar el salario como herramienta anti-inflacionaria, de recaudación fácil.
N&P: Es que el salario es la única herramienta que tiene la sociedad, hoy, para distribuir la riqueza. Por eso hay que protegerlo.
JPR: Por eso digo que es muy grave que se lo utilice para incluso presionar sobre la negociación colectiva, que como ya sabemos desde hace años, toda recuperación salarial viene por debajo de la inflación anual; con lo cual la negociación corre de atrás en cuanto a la capacidad de compra que tuvieron los trabajadores el año anterior.
Doble presión
La orientación del sistema tributario determina rasgos de equidad y de distribución del ingreso en la economía. Estos conceptos básicos han quedado en un torbellino de confusión con discursos, movilizaciones y piquetes por el reclamo sindical de suba del mínimo no imponible en el impuesto a los ingresos de los trabajadores en relación de dependencia, conocido como impuesto a las Ganancias cuarta categoría.
Ahora ya se está hablando de una pauta promedio del 20% para el año 2013; es probable que se generen muchos juicios, porque el derecho a aplicar la inflación para medir el piso no imponible no se puede negar, y menos con el sector más débil de la economía. El salario tiene doble presión: por debajo, de la inflación, y por arriba tiene un techo, el art. 90 del impuesto a las ganancias, que dice que todo lo que supere esa cifra se lo lleva en parte el Estado. “Es una estrategia política, pero muy cuestionable, sobre todo cuando la misma ley establece la exención de la renta financiera parasitaria –explica el entrevistado, y agrega-: El mundo está en la misma tensión. Los costos del Estado ¿lo pagan las mayorías populares, o los grandes capitales, rentas financieras, más parasitarios, sectores más ricos?”
Pero parece ser que el Gobierno evidentemente ha tomado una decisión: aumentar la presión tributaria sobre el salario, y correlativamente reducirla en los sectores más concentrados. Aparentemente habrá una reunión de Guillermo Moreno con empresarios para discutir el piso-techo de aumento salarial para el año próximo, complicado por la diáspora sindical, y en última instancia sin alejarse del esquema clásico vigente hasta ahora. Ruiz, en este sentido, es claro: “Les van a pedir a los trabajadores mucho menos de lo que deben ganar, y los empresarios no dejarán de trasladar a precios. No van a congelarlos. Me parece que el primer gesto para moderar la negociación sería un compromiso de los 50 formadores de precios del país, de no aumentar; desde allí se podría discutir moderación, pero no creo que la tensión baje”.