Sandra Hemme fue condenada a cadena perpetua en noviembre de 1980 a la edad de 20 años. Una revisión del caso demuestra su inocencia.
Sandra Hemme tenía apenas 20 años cuando fue declarada culpable de matar a puñaladas a Patricia Jeschke, trabajadora de una biblioteca de San José (Misuri), en noviembre de 1980. No había más pruebas que la relacionaran con el crimen que una confesión que dio bajo el efecto de los sedantes en un hospital psiquiátrico. Una confesión que se transformó en una condena a cadena perpetua. Nunca cometió aquel asesinato.
La pasada semana, más de 43 años después de recibir la sentencia, Hemme salió de prisión. Lo hizo un mes después de que el juez Ryan Horsman reconoció dictara una sentencia exculpatoria de 118 páginas en la que reconocía que los abogados de Hemme tenían pruebas claras de su inocencia; pruebas que no se facilitaron a su equipo de defensa en su momento.
La revisión del caso sirvió para demostrar que la Policía local desestimó una serie de indicios que apuntaban directamente a uno de sus propios agentes, Michael Holman, que más tarde ingresó en prisión por otro delito y murió en 2015. El camión de Holman fue visto en la zona el día del asesinato, su coartada no pudo ser corroborada y utilizó la tarjeta de crédito de Patricia Jeschke tras asegurar que la había encontrado en una zanja. En la vivienda del agente, además, hallaron un par de pendientes de oro distintivos identificados por el padre de la víctima.
En la sentencia revisada queda probado que Hemme fue interrogada varias veces por la policía bajo los efectos de medicamentos antipsicóticos y de un potente sedante, tras haber sido internada involuntariamente en un hospital psiquiátrico. Había estado recibiendo tratamiento psiquiátrico ocasional desde que tenía 12 años.
Sus respuestas eran «monosilábicas» y «no era totalmente consciente de lo que ocurría», según los documentos judiciales, y a veces apenas podía mantener la cabeza erguida y sufría dolores por espasmos musculares, un efecto secundario de la medicación. Ninguna prueba forense la relacionaba con el crimen.
Hemme, sin embargo, ha cumplido la condena injusta más larga conocida de una mujer en la historia de Estados Unidos. Tras su puesta en libertad se reunió con su familia en un parque cercano, donde abrazó a su hermana, su hija y su nieta. Su padre había sido hospitalizado y recibía cuidados paliativos esta semana. Su equipo jurídico dijo que tenía previsto visitarlo en cuanto pudiera. El abogado defensor, Sean O’Brien, declaró al diario Star que la joven seguirá necesitando ayuda porque ha pasado la mayor parte de su vida en prisión y no tenía derecho a la seguridad social.