En Afganistán y Pakistán, Estados Unidos creó programas de medios sociales como Twitter, semejantes al de Cuba, que estaban encaminados a abrir la discusión política. Pero como ocurrió en la isla caribeña, donde ha sido muy controversial cuando se hizo público este mes, los servicios en Paquistán y Afganistán se cerraron después de quedarse sin fondos por no conseguir rentabilidad.
En los tres casos, funcionarios estadounidenses parecieron no tener una estrategia a largo plazo para los programas y solo suministraron el dinero necesario para lanzarlos.
Funcionarios de la administración también dijeron que ha habido programas similares en decenas de otros países, incluyendo el proyecto “Sí, la Juventud Puede” en Kenya, que aún está activo. También afirmaron que planean comenzar proyectos en Nigeria y Zimbawe. Algunos programas operan abiertamente con el conocimiento de gobiernos extranjeros, pero otros no se han dado a conocer en público.
El proyecto de Kenya, como el programa de Cuba, es obra de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Los proyectos en Afganistán y Paquistán fueron administrados por el Departamento de Estado estadounidense. Todos esos programas han caído bajo gran escrutinio desde que la administración reconoció la existencia del programa al estilo de Twitter en Cuba, que estuvo en funcionamiento desde el 2008 al 2012, cuando terminó aparentemente porque un contrato de $1.3 millones para comenzar el sistema de mensajes se quedó sin dinero.
La Associated Press, primer medio en publicar un artículo detallado sobre el programa en Cuba, informó que se estableció para estimular la disidencia política en la isla. Pero los funcionarios de la administración, aunque reconocieron que fueron discretos sobre el programa cuando existió, dijeron que se estableció para suministrar a los cubanos una plataforma para compartir ideas e intercambiar información. No suministraron información sobre el propósito y el alcance del programa afgano, que no se había dado previamente a conocer. En contraste, en el 2009 Hillary Rodham Clinton, quien era en ese entonces secretaria de Estado, anunció el programa paquistaní durante una reunión con estudiantes en Lahore. El Departamento de Estado trabajó con las compañías paquistaníes de telecomunicación para crear la red.
Llamado Humari Awaz, o “Nuestras Voces”, se administraba desde la oficina de Richard C. Holbrooke, enviado especial del presidente Obama a Afganistán y Paquistán, quien murió en el 2010. El propósito del programa, de acuerdo a quienes trabajaron en él, era suministrar una plataforma que usó mensajes para ayudar a los paquistaníes a construir redes móviles alrededor de sus intereses compartidos.
En su mejor momento, el programa costó alrededor de un millón de dólares y conectó a más de un millón de personas que enviaron más de 350 millones de mensajes. Los usuarios del servicio podían firmar con su información personal o bajo anonimato. El servicio se utilizó por un sistema diverso de la sociedad paquistaní, de acuerdo con las personas que administraban el programa. Los granjeros lo empleaban para compartir sus precios del mercado. Nuevas organizaciones lo usaban para llegar a los lectores. Las personas lo utilizaban para conectarse y compartir información.
El Departamento de Estado estadounidense involucró al gobierno paquistaní para promover el programa de medios sociales que, pensaban, podría reducir las crecientes tensiones entre ambos países. Estados Unidos suministró millones de dólares en ayuda militar a Paquistán pero las administraciones de Obama y George W. Bush han acusado a elementos de la agencia paquistaní de espionaje de apoyar al Talibán. Muchos en el gobierno paquistaní se han cansado de operaciones estadounidenses dentro de sus fronteras, incluyendo ataques con drones y la incursión que eliminó a Osama bin Laden.
En Kenya, el servicio “Sí, la Juventud Puede” comenzó poco después de las disputadas elecciones presidenciales del 2007 que dejaron más de 1.500 muertos después de que bandas de jóvenes desempleados relacionadas con los partidos perdedores atacaron a los votantes. El servicio permitía enviar mensajes y usar otras herramientas para organizar asociaciones juveniles que ayudaban a registrarse para votar e impulsaban la participación en el proceso político. Desde Estados Unidos se prestó la ayuda y preparación del camino para las elecciones presidenciales más pacíficas de Kenya en el 2013.
El Departamento de Estado y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional presionaron activamente para permitir el uso de programas de medios sociales después de comprobar su éxito durante los levantamientos en Egipto y Túnez en el 2010. Los mensajes también se emplearon por los manifestantes durante las elecciones presidenciales iraníes del 2009.
El proyecto cubano, que se llamó “ZunZuneo”, atrajo a 40.000 seguidores. La idea era comenzar el sistema con mensajes inocuos, como resultados de fútbol, y entonces pasar a la promoción de la democracia. Pero cerró sin efecto aparente en el gobierno cubano. El senador Patrick J. Leahy, demócrata por Vermont, llamó al programa “simplemente tonto”.
Archon Fung, un profesor en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de Harvard, quien ha investigado el papel de los medios sociales en la participación pública, dijo que herramientas como las utilizadas en Paquistán y Kenya pueden ser valiosas para la diplomacia estadounidense hasta un punto: “solo si es transparente y las personas entienden a quien construyó la plataforma y sus propósitos”.