El origen de la toxicidad se encuentra en los incendios ilegales de tierras destinadas al cultivo de palmeras.
El gobierno de Malasia decretó este fin de semana el estado de emergencia para las provincias de Muar y Ledang, ante el elevado índice de polución que produjeron los incendios ilegales en Indonesia. Las escuelas permanecen cerradas, al igual que las oficinas, fábricas y las obras en construcción, ya que se llegó a un nivel de 750 puntos de toxicidad, extremadamente peligroso para la salud.
Sin embargo, en Singapur, la situación mejoró notablemente durante el domingo y el índice se mantuvo por debajo de 100 puntos, gracias a un cambio en la dirección del viento. A pesar ello, las autoridades de la isla mantienen la advertencia para mujeres embarazadas, niños, ancianos y personas con enfermedades pulmonares y coronarias, sugiriéndoles que eviten realizar actividades en el exterior y, en caso de que lo hagan, utilicen máscaras protectoras.
El ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, K. Shanmugan, declaró hoy en rueda de prensa que el gobierno utilizará el marco de la legislación internacional para proteger a sus ciudadanos: “nuestra primera obligación es salvaguardar la salud y la seguridad de nuestros ciudadanos y no podemos permitir que esta situación continúe sin que hagamos nada, a pesar de que nuestros vecinos se enfaden”.
Declaración de Río
La legislación internacional establece que los Estados tienen la obligación de controlar lo que sucede dentro de sus fronteras cuando sus acciones puedan tener un impacto medioambiental en otros países. Así está explicitado en la Declaración de Río de 1992. ndonesia trata de sofocar los incendios ilegales y provocar lluvia artificial en la provincia de Riau. Tres helicópteros, un avión Cassa y un Hércules participan en las operaciones, y aunque de momento la lluvia no ha aparecido, la situación mejoró. El Ejecutivo continúa con sus investigaciones para identificar a las empresas culpables de la peor contaminación medioambiental que ha afectado a Singapur. Al parecer, ocho grandes compañías podrían estar implicadas, algunas de Singapur y Malasia.
En busca de culpables
El ministro de Agricultura y Bosques, Zulkifli Hasan, se mostró cauto al indicar que “fueron pequeños agricultores los que iniciaron los incendios que, después, se han extendido a grandes plantaciones. No podemos acusar, sin más pruebas, a las compañías propietarias de esos terrenos“. La contaminación se originó en los incendios ilegales de tierras destinadas al cultivo de palmeras. El aceite de palma es la principal fuente de ingresos para muchos pequeños agricultores en Indonesia, aunque su cultivo obliga a deforestar grandes territorios, y los incendios provocan nubes contaminantes que suelen afectar a toda la región del Sudeste Asiático. Observadores económicos tratan de medir el impacto de la nube contaminante sobre la economía de Singapur. Según Joey Chew, economista del Barclays, el coste mensual de la contaminación sería de 300 millones de dólares, principalmente por las pérdidas de ingresos procedentes del turismo y el comercio.