A pesar del boom económico, los países no invirtieron lo necesario para bajar los costos de energía y de transporte.
Después de más de una década de crecimiento sostenido a una tasa anual promedio superior al 4%, América Latina se enfrenta hoy al reto de impulsar con fuerza las inversiones en infraestructura para romper la inercia en la que parece haber entrado los últimos tres años en esta materia. Diversos organismos multilaterales de crédito coinciden en afirmar que la región necesita una inyección de recursos destinados a fortalecer la infraestructura (transporte, puertos, redes de gas y energía eléctrica, telecomunicaciones y gestión integral del agua).
Es que desde 2010 la inversión en infraestructura en la región se mantiene estable, unos peldaños por debajo del 3% del PBI, en un contexto en el que los tratados de libre comercio –que movilizan las exportaciones– y el incremento de las clases medias impulsan la demanda y la necesidad de mayor infraestructura para sostener los niveles de crecimiento económico.
Durante la XXIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo lugar a mediados de octubre en Panamá, la Corporación Andina de Fomento (CAF-Banco de Desarrollo de América Latina) presentó el documento titulado IdeAL: La infraestructura en el Desarrollo Integral de América Latina, en el que aconseja a los países de la región “duplicar la inversión en infraestructura”.
La CAF estima que “la inversión anual en infraestructura en América Latina es del orden de US$145 miles de millones”, cerca del 3% del producto regional. Sin embargo, el organismo recuerda –citando un informe del World Economic Forum– que la inversión en infraestructura recomendada es del orden del 5% del PBI, para que los países puedan apuntalar su crecimiento económico y sostener la producción de bienes y servicios para abastecer una creciente demanda interna y de los mercados internacionales.
Pero el tema crucial es que siempre se corre desde atrás. “En América Latina los niveles de inversión actual (en infraestructura) han venido creciendo desde fines de la primera década del siglo XXI (…) pero también lo hizo el producto bruto, por lo que –en proporción– se estaría manteniendo ese nivel” (3% del PBI), destaca la CAF.
Si bien en la región hay millonarias inversiones en infraestructura, tanto públicas como privadas, dos tercios de los recursos destinados a este fin provienen de las arcas estatales. Algunos cálculos sostienen que Latinoamérica destina a infraestructura, según los diferentes países, entre el 10% y el 30% del gasto público. Además, la CAF asegura que, en promedio, como stock de los activos públicos, la infraestructura equivale a cerca del 70% del PBI en cada país.
En paralelo, la Corporación Andina de Fomento aboga por mejorar la productividad de estas inversiones, en el marco de una estrategia orientada a “hacer más con menos”. “Cada punto porcentual de mejora en la productividad de los recursos implica un ahorro de casi US$1.500 millones”, destaca el informe de la CAF. Es fácil advertir el impacto que puede lograrse al recordar que, según el mismo organismo, con US$12.500 millones anuales de inversión de aquí a 2030 se garantizaría el acceso a servicios de agua potable y alcantarillado a toda Latinoamérica.
Para abajo
Desde la Comisión Económica para América Latina (Cepal), un informe elaborado para la Red Interamericana de Competitividad apunta que el total de inversiones en infraestructura en la región disminuyó desde un promedio del 3,5% anual en la década del 80 hasta un promedio de 2,2% del PBI en los años 2000. Hoy se ubica en torno a 2,8% del PBI. Algunas proyecciones de la Unidad de Servicios de Infraestructura de Cepal conjeturan que “la región necesita un gasto anual promedio de 6,2% de su PBI para poder afrontar los flujos de inversión en infraestructura requeridos para satisfacer las necesidades de las empresas y los consumidores finales durante el período 2012-2020”.
Salvo en telecomunicaciones (en especial, celulares), en el resto de los sectores Latinoamérica muestra dificultades y arrastra un costo oculto por la escasa inversión. La Cepal subraya que el desarrollo insuficiente de infraestructura de transporte, por ejemplo, se traduce en mayores costos de operación. El Banco Mundial y el BID calculan que los costos logísticos en los países de América Latina se ubican entre 16% y 25%, bastante más que el promedio en los países de la OCDE (9%).
Por su parte, un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo ( Estrategia de infraestructura para la competitividad ) valora el papel de la infraestructura ya que “permite incrementar la competitividad de las economías y maximizar sus ventajas comparativas”. Considerando el impacto de los costos logísticos y el suministro de energía, el BID reseña que “en Chile y Perú una reducción del 1% en los costos de transporte permitirían incrementar las exportaciones de las regiones más alejadas en un 4% a 5%, mientras que en Colombia una baja del 10% en los costos de transporte aumentaría las exportaciones en un 5% a 7%”.
A su vez, el documento recuerda que en 2012 las pérdidas por cortes de electricidad en América Latina treparon a US$68.000 millones, mientras que la rotura y el deterioro de mercadería al ser transportada superaron los US$70.000 millones. Durante el V Foro de Inversiones de América Latina y China, que se desarrolló en el país asiático en septiembre pasado, Jean Marc Aboussouan, jefe del Departamento de Infraestructura del BID, estimó que en los próximos años América Latina requerirá unos US$200.000 millones en infraestructura para reducir la brecha con los países más desarrollados.