Europa entera estaba en vilo por Grecia hace ahora justo un año.
El país estaba al borde del precipicio, incapaz de hacer frente a su abultada deuda exterior y amenazando la existencia del euro, la moneda común europea.
Los griegos habían elegido en enero de 2015 a un joven primer ministro, Alexis Tsipras, líder del partido radical de izquierdas Syriza.
Tsipras prometía acabar con la austeridad y proteger a los pobres y a los pensionistas, en un país con 24% de desempleo y una deuda pública alrededor del 180% del Producto Interno Bruto.
El país no podía pagar sus deudas, pero Tsipras se negaba a dar su brazo a torcer.
En el verano europeo de 2015, el gobierno heleno impuso controles de capitales, cerrando los bancos y limitando la retirada de dinero, en una situación que se parecía cada vez más al corralito de Argentina de principios de este siglo.
Justo entonces, cuando muchos daban la situación por perdida, en julio Tsipras cedió ante los acreedores de Grecia para mantener a su país en la Eurozona y acordó un tercer rescate de 86.000 millones de euros (US$98.000 millones) a cambio de más recortes, a pesar que él mismo admitía no creer en ese acuerdo.
Respiro
Como resultado de este pacto, su partido se partió en dos y los críticos crearon otra formación política.
Pero en septiembre Tsipras fue reelegido, eso sí liderando una coalición de gobierno que cuenta con apenas 153 diputados de 300 del parlamento griego.
Prometió paliar el daño provocado por siete años de austeridad.
Desde entonces, la llegada de miles de refugiados a las costas griegas, muchos de ellos huyendo de la guerra en Siria, dominó las primeras planas de los diarios.
Unos 50.000 siguen atrapados en Grecia después de que los países vecinos cerraran sus fronteras.
El número de refugiados que llega a territorio griego se ha reducido desde abril gracias en parte a un acuerdo de la Unión Europea con Turquía.
Al rojo vivo
Ahora, Grecia vuelve a estar al rojo vivo, nuevamente por culpa de la economía.
Durante este fin de semana, miles de manifestantes salieron a las calles de Atenas y Salónica, la segunda ciudad más importante del país, mientras que el transporte y el sector público se veía paralizado por una huelga general de tres días.
Protestaban contra nuevos recortes de 5.400 millones de euros (US$6.100 millones) exigidos por los acreedores hasta 2018, equivalente al 3% del PIB, y que forman parte de las condiciones del tercer rescate.
Los sindicatos afirman que los griegos simplemente no pueden soportar más austeridad.
Aún así, el parlamento aprobó a primera hora de este lunes una nueva reforma de las pensiones que, entre otros, apunta a subir la edad de jubilación de los 63 años a los 67, además de aumentar el IVA del 23% al 24%.
Más exigencias
En juego está recibir el siguiente desembolso del rescate aprobado el año pasado.
El gobierno afirma que, con estas nuevas medidas, ya han cumplido su parte del trato.
Pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) y algunos países europeos exigen ahora más recortes. Concretamente 4.000 millones de euros (US$4.500 millones) para crear un fondo contra hipotéticos futuros impagos de la deuda griega, algo que Atenas dice no estaba contemplado en el rescate original.
Los ministros de Economía y Finanzas de los 19 países de la Eurozona se reunieron este lunes en Bruselas en un encuentro extraordinario para desbloquear la situación y ver si hay alguna manera de aliviar la deuda griega, además de discutir sobre el fondo de contingencia propuesto en caso de impago de la deuda.
El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, afirmó que espera llegar a un acuerdo con Grecia sobre las nuevas reformas el próximo 24 de mayo, apuntando que las conversaciones actuales suponen una “primera discusión” sobre el tema.
Por su parte, el comisario europeo de asuntos económicos, Pierre Moscovici, dijo que “un acuerdo debe de resolver tres asuntos: reformas, ya lo hemos logrado, un mecanismo de contingencia, estamos muy cerca, y el problema de la deuda que estamos comenzando a discutir”.
Según los expertos, este alivio -en caso de producirse- vendría más bien en forma de una reestructuración de los vencimientos o aplicando tasas de interés más bajas, en vez de una quita de la deuda como quiere Grecia.
Mientras el tiempo corre y el fantasma de la insolvencia y el Grexit, o salida de Grecia de la Eurozona, vuelve a cernirse sobre la nación europea que en julio debe de pagar vencimientos de deuda de 2.300 millones de euros ($US2.600 millones).