Se redujo a menos de la mitad la población de arbolitos en Florida

De 250 que había con el kirchnerismo, ahora sólo quedaron 110, y aglomerados en cuadras estratégicas, como entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear, cerca de Plaza San Martín; y entre Mitre y Perón, cerca de Plaza de Mayo. Muchos colombianos, peruanos, paraguayos, bolivianos y venezolanos se fueron a sus países de vacaciones y quizás ya no vuelvan. A menor brecha con el blue, menos negocios.

arbolitosLa apertura del cepo trajo consecuencias nefastas para los arbolitos de Florida: más de la mitad se quedó en la calle, pero sin trabajo. De 250 que había durante el año pasado, hoy sólo quedan 110, según la Asociación Amigos de la Calle Florida.
Los “farolitos” ahora se concentran en ciertas calles estratégicas de la peatonal, como entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear, cerca de Plaza San Martín; y entre Mitre y Perón, lindero a Plaza de Mayo. A su vez, hay muchos cambistas extranjeros (varios sin documentación) que se fueron de vacaciones a sus países de origen: colombianos, peruanos, paraguayos, bolivianos y venezolanos quizás ya no vuelvan, o sean pocos los que regresen. A menor brecha con el blue, menores negocios. Luego de las vacaciones, en la Asociación Amigos de la Calle Florida estiman que quedarán 125 de los 250 arbolitos que había durante el período “cepario”.
Muchos turistas que antes cambiaban en el blue hoy pagan con tarjeta, al estar más seguros y no tener que andar con dinero encima en la calle. De todas formas, los arbolitos tienen su spread: al comprar a $ 13,50 y vender a $ 14,30, ganan $ 800 por cada u$s 1000, utilidad que por lo general comparten en partes iguales entre el arbolito y el dueño del local dentro de la galería, que es el financista. En cambio, los tarjeteros que promocionan ropa de cuero suelen tener un sueldo fijo (en realidad es medio salario, para así pagar menos de cargas sociales) y comisión por la gente que llevan dentro del local. Como están dentro del negocio, es una forma de tenerlos registrados ante cualquier eventualidad.

Despidos en cuevas

En la City advierten que la reducción de arbolitos obedece también a que la mitad de las mesas están cerradas o trabajando a media máquina y recién en febrero, cuando vuelvan a estar activas, será la prueba de fuego. Calculan que hubo un 30% de despidos en las cuevas, mientras muchos que ayudaban se fueron, pero no eran asalariados fijos, sino sólo comisionistas.
En la nueva era postcepo, las mesas grandes deben trabajar más que antes, pero con menos personal, porque la ganancia es menor. “Antes el arbolito captaba asalariados y ahorristas, no sólo turistas, ahora su universo operativo se redujo y la ganancia colapsó. Eso reduce personal obviamente. Igual hay que esperar: mucho cuevero está de vacaciones”, revelan en el sector, donde la brecha se está formando devuelta lentamente, entre 3 y 4% la vendedora y el arbitraje está en 2% libre de ganancia.
Ante la menor brecha, hay mucha menos actividad que antes de asalariados y ahorristas, es todo destinado a operaciones de comercio exterior blue, que con gente experimentada alcanza: no se necesita a los arbolitos para eso. La pelea en la calle es por los turistas contra las casas de cambio.
Los venezolanos que estaban en Lavalle son los más golpeados, porque trabajaban con la avalancha de buróratas bolivarianos chavistas que venían a cambiar billete. Todas las semanas llegaban contingentes de venezolanos con divisas de privilegio, y se pasaban entre 10 y 15 días en la Argentina para ‘cursos de preparación‘ o cosas así. Ahora todo eso se cortó.
Las malas lenguas dicen que entre los venezolanos, colombianos y peruanos puede llegar a producirse ‘pillaje’ de billete falso, y entrega a pungas. “No vas a comprar el trato y la manera de operar de ellos con el de una mesa de la cole, que está en un edificio de oficinas con la fachada de un broker. El cambista grande tiene secretaria, viste de traje y trabajó en un banco. Pisar una cueva grande de microcentro es como pisar un banco de inversión en miniatura. Es todo de primera”, exageran las fuentes.
Despotrican contra los inmigrantes, “que atienden en una oficina en un edificio derruido a 30 metros de Lavalle y Florida, donde hace guardia una mujer que vende quiniela nacional con cara de ladri. Las máquinas no cuentan igual, te cuentan los billetes de ellos con una y los tuyos con otra. En una operación grande, mejor no ir con auto y estacionar cerca de la zona, conviene mejor el transporte público, porque es fija que alguno te puede seguir. Es tierra de nadie”.
Por eso, las mesas están vinculadas a los propios: un argentino no contrata venezolanos, salvo tenga un negocio que involucre a venezolanos. El negocio se cierra en comunidades, porque cada cambista sabe de dónde vienen. “Este mercado tiene sus incentivos de trabajo, acá no tendremos leyes y regulaciones estatales, pero nos regimos por principios generales, la buena costumbre y buena fe, por más que te digan que todos son oportunista, saben que, si trampeás a alguno, te inmolás. Por eso es mas fácil que te entregue un cajero de banco a que te entregue alguien de una mesa de dinero en negro”, advierten los cueveros.